Los avances de 30 años en materia de reducción de brechas entre hombres y mujeres, y en regulación laboral e inclusión femenina han disminuido ante la crisis de COVID-19, señaló el Fondo Monetario Internacional
La crisis del COVID-19 implica efectos despropocionales para mujeres y hombres. Las brechas de género podrían ampliarse de manera pronunciada si no se implementan políticas de respuesta que consideren la vulnerabilidad de la población femenina en la economía global.
Una entrada publicada en el blog del FMI (Fondo Monetario Internacional), firmada por las economistas Kristalina Georgieva, Stefania Fabrizio, Cheng Hoon Lim y Mariana M. Tavares, destaca los tres puntos clave a considerar en materia de género: la alta participación laboral de mujeres en sectores de primera línea ante la pandemia, la prevalencia de mujeres en el mercado informal y el reparto inequitativo de las tareas domésticas y de cuidados.
En 30 años de progreso en materia de reducción de brechas entre hombres y mujeres se han dado algunos pasos importantes en materia de regulación laboral e inclusión femenina, mismos que actualmente se ven disminuidos ante la crisis.
Las mujeres representan la mayoría en los sectores económicos sociales: el comercio minorista, el turismo, el alojamiento, la preparación de alimentos y el sector salud, sectores que son indispensables para hacer frente a la emergencia y que, por la naturaleza de la ocupación, tienen imposibilidad de realizar trabajo a distancia.
La vulnerabilidad se profundiza en los países de bajos ingresos, de acuerdo con el análisis de las autoras, sólo cerca del 12 por ciento de la población puede trabajar a distancia en estos países.
A escala global, la tendencia es que aún cuando más mujeres se han integrado al mercado laboral, el tiempo de trabajo doméstico y cuidados continúa en los mismos niveles. Esta situación refleja la persistencia de desigualdades y un desequilibrio en las oportunidades de desarrollo profesional de las mujeres.
La cifra media mundial refleja que las mujeres dedican 2.7 horas diarias más que los hombres a estas labores de cuidados, limpieza o alimentación en el hogar. La pandemia provoca en un primer momento que esta desigualdad se profundice con el confinamiento y, en un segundo momento, que las mujeres tarden más en reincorporarse al pleno empleo.
De acuerdo con el análisis de las especialistas del FMI, otra de los aspectos a considerar es que la crisis sitúa a las mujeres en un riesgo mayor de perder capital humano. Como producto de otros aspectos, las mujeres estarán en vulnerabilidad de abandonar la educación o limitar su desarrollo educativo-profesional.
Se llama a las autoridades a formular políticas que limiten la desproporcionalidad del impacto de la crisis del COVID-19, no sólo en términos de seguridad, salud y sociedad, también en términos de igualdad de oportunidades económicas.