—Sí tengo en color gris y en tu talla, neni. —Te paso mi número de cuenta, neni. —Súper, neni, ya te deposité. ¿Te queda punto medio para la entrega? —Traigo jeans y playera azul, para que me reconozcas. Acá te veo, neni. —Me encantó. ¡Mil gracias, neni!
Es común leer este tipo de conversaciones en el marketplace de Facebook, Instagram o en grupos de WhatsApp de mujeres, en su mayoría jóvenes, que comercializan productos que van desde ropa, accesorios y zapatos hasta artículos para la cocina y el hogar. En días recientes se les ha calificado a este grupo de trabajadoras independientes como “Las Nenis”.
Este ejercicio transaccional nacido en plataformas digitales y generalmente cerrado con transferencias bancarias electrónicas se ha convertido en una fuente de trabajo y generación de ingresos en plena pandemia de coronavirus. Es un tipo de comercio informal, debido a la falta de registros públicos o la ausencia de tributación, y también una solución disruptiva en un periodo que ha dejado sin empleo o reducido los ingresos a millones de mujeres en México.
De acuerdo con datos del Inegi, durante la segunda mitad de 2019 y todo 2020, en México cerraron 1 millón 10 mil empresas. Esto obligó a quienes que se quedaron sin empleo a buscar una forma en la que pudieran conseguir dinero.
“Las Nenis” es un concepto que surgió como burla en ‘memes’ y comentarios virtuales hacia el trabajo que realiza este grupo de mujeres; “neni” es otra forma de la palabra “nena”, que usan a modo de amabilidad las vendedoras y las clientas.
Y aun cuando el fenómeno buscaba minimización y ofensa, el impacto ha sido contrario en dos sentidos:
Primero, se ha visibilizado de manera masiva la persistente problemática de la precariedad laboral en México, la informalidad, el desempleo y la pobreza laboral.
Segundo, las mujeres que se autoemplean en estas dinámicas se han pronunciado para dignificar y valorizar dicha ocupación.