No hay otra forma de decirlo: si en verdad queremos salvar a este maltrecho planeta, contamos con un único pase de salida: las energías renovables, trátese de la solar, la eólica, la geotermal o la hidroeléctrica, entre otras. En México, nos hemos sacado hasta ahora una palomita y dos taches. Palomita, porque el gobierno federal incrementó la producción de las hidroeléctricas en el 2021 con respecto al año pasado. Doble tache por el empecinamiento del lopezobradorismo en los combustibles fósiles, manifestado a través de dos iniciativas de ley que van en la dirección equivocada: la de la industria eléctrica y la de hidrocarburos. Ambas, por fortuna, siguen impugnadas por el poder Judicial.
A pesar de las cochinadas en casa, la energía limpia se fortalece a nivel internacional para combatir la emisión de gases de invernadero. Marco A. Mares escribe en “El Economista” que la apuesta por la sustentabilidad está rindiendo sus primeros frutos, pues se estima que las energías renovables se convertirán en 2025 en la principal fuente de electricidad en el mundo.
En lo personal, puedo dar testimonio de que, si bien aún nos falta un enorme trecho por recorrer, hay partes del mundo en las que la ansiada meta es ya una realidad. Comento esto porque en mi reciente viaje a Estados Unidos pude constatar que la energía eólica es la principal generadora de electricidad en el estado de Iowa. Y para muestra basta un botón: el paisaje rural en las cercanías de Iowa City, ciudad en la que cursé la maestría en periodismo, está poblado por cientos de gigantescas turbinas de viento.
Las turbinas, que semejan a los tradicionales molinos de viento, son torres metálicas de 100 metros de altura que se enseñorean del paisaje. Solo en esa entidad se han instalado 5 mil 590 turbinas, lo que la ubica como la segunda en la unión americana, solo detrás de Texas y por arriba de California. Gracias a una cuantiosa inversión en la industria eólica, el 57 por ciento de la electricidad de Iowa se genera ya de esta manera.
No se trata, desde luego, de echar las campanas al vuelo, pues no dejan de vislumbrarse nubarrones en el horizonte. Una nota del martes en el diario hispano “El País”, intitulada “La humanidad sigue enganchada al petróleo, al gas natural y al carbón”, hace alusión a un informe que advierte que el 80 por ciento de la energía del planeta se sigue generando por medio de combustibles fósiles. Si bien las energías limpias han ido ganando fuerza, lo cierto es que aún no han hecho mella al combustóleo: hoy por hoy, el principal combustible industrial. El problema reside en la enorme presión que ejerce en los gobiernos la industria de los combustibles fósiles, convertida en un Goliat que se resiste a ser derribado.
Por fortuna, el diminuto David le apunta ya con su honda al gigante. En España, por ejemplo, el 28% de la electricidad se produce por medio de turbinas de viento y paneles solares. A la cabeza se encuentran, en este rubro, Dinamarca, Uruguay, Irlanda, Alemania y Grecia.
¿Y aquí, cuándo, señor presidente?
