Aunque su obra no fue reconocida sino hasta después de su muerte, la artista plasmó en sus cuadros su personalidad revolucionaria, que la ha posicionado hoy en día como un ícono de la cultura mexicana
Coincidiendo con la fecha en la que la artista cumpliría 114 años, la exhibición “Frida, la experiencia inmersiva” llega hoy a la Ciudad de México con una colección de pinturas, cartas y diarios de la artista.
La exposición en formato 360, que se llevará a cabo en el Frontón México, ubicado en la alcaldía Cuauhtémoc, frente al Monumento a la Revolución, será digital y multisensorial, por lo que el público tendrá la oportunidad de interactuar con las obras y escuchar extractos de sus diarios y cartas.
En un recorrido de aproximadamente 45 minutos se podrán observar a detalle y con todos los sentidos 26 obras de la pintora mexicana, entre las que destacan “Las dos Fridas”, “Mi nana y yo”, “Diego y yo” y “La columna rota”.
La vida de Frida
Nació en la casa que fuera propiedad de sus padres y que hoy es conocida como la Casa Azul; fue la tercera de cuatro hijas del matrimonio entre Guillermo Kahlo, de ascendencia alemana, y la mexicana Matilde Calderón.
A los seis años, Frida enfermó de poliomielitis, por lo que su pierna derecha quedó más corta y eso fue motivo de burlas.
A los 18 años tuvo un trágico accidente: el autobús en el que viajaba fue arrollado por un tranvía, lo que la dejó con fractura de varios huesos y lesiones en la espina dorsal. Gracias a esta convalecencia, Frida comenzó a pintar.
En 1929, Frida se casó con el muralista Diego Rivera, con quien formó una de las parejas más famosas y más tóxicas de la historia de México.
Debido a las constantes infidelidades de Diego, Frida se divorció de él en 1939, para contraer nupcias nuevamente con él, un año después, bajo un acuerdo común: vidas sexuales autónomas.
A pesar de su mala salud y de haber sido operada en múltiples ocasiones, Frida fue una artista con una intensa actividad.
En lo político, fue miembro del partido comunista y una fiel activista de izquierda. Junto con Diego, le dio asilo por más de dos años a León Trotsky y a Natalia, su mujer, en la Casa Azul.
Al final de su vida, la salud de la artista decayó, en 1953, ante la amenaza de gangrena, se le amputó la pierna derecha; murió un año después cuando el Instituto Nacional de Bellas Artes le preparaba, como Homenaje Nacional, una muestra retrospectiva.
Frida escribió al final de su diario: “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”. Se fue… y se quedó para siempre.
Frida y el feminismo
Frida era una mujer libre que reflejó su manera de pensar en sus obras, en las que hablaba abiertamente de sexualidad, aborto y maternidad.
Gracias a que desafió los estereotipos de género de su época, moviéndose en un mundo de hombres, vistiéndose como ellos y construyendo sus propios estándares de belleza, Frida es hoy un ícono del feminismo.