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septiembre 20, 2024

El onceavo mandamiento: quiérete a ti mismo (parte tres)

Cuando te ves al espejo, ¿qué te dices? ¿Te gusta lo que ves o empiezas a ponerte peros? ¿Te sale una sonrisa o pones cara de circunstancias? ¿Te das un ‘high five’ o emprendes discretamente la retirada?

La autoimagen es una fotografía instantánea de cómo nos vemos a nosotros mismos y es un indicador de nuestro nivel de autoestima. O sea, de qué tanto nos queremos. Leslie Riopel, profesora de psicología de la Universidad de Northwood, afirma que la autoimagen no solo tiene que ver con cómo te ves, sino con cómo crees que te ven los demás. “Si dudas en hacer las cosas por lo que otros pudieran pensar -señala -, quizás tu autoimagen no sea del todo saludable”. Por lo anterior sería recomendable realizar de vez en cuando un ‘chequeo’ de tu nivel de autoestima.

Los estudiosos del tema revelan que un factor que incide en la autoestima es la calidad y cantidad de refuerzos positivos que una persona recibe en sus primeros años de vida. Así pues, no será de esperarse que la autoimagen de una mujer adulta que creció escuchando comentarios como “nunca haces nada bien” o “aprende a vestirte y arreglarte como tu hermana” sea demasiado elevada, a menos que explícitamente haya trabajado en mejorarla en un momento posterior de su vida.

Como señalaba en entregas anteriores, activar la autoestima es el primer paso hacia el crecimiento psicológico y al mejoramiento personal, pues ello nos pone a salvo de una visión negativa sobre nosotros mismos. Citaba el ejemplo de la alpinista española Edurne Pasaban, una de las más destacadas del mundo. En sus pláticas ella dice llevar cuatro cosas consigo en su “mochila de vida”: ambición por llegar más lejos, afán de superación, hambre de éxito y pasión por lo que hace. Veámoslas a detalle.

AMBICIÓN. Edurne aconseja quitarnos de la cabeza la idea de que ser ambicioso es malo. Para ella, ambicionar es bueno porque nos faculta a aspirar a cosas mejores. Leslie Riopel coincide al respecto, puesto que resulta saludable mostrar resolución y valentía para asumir riesgos. De lo contrario, nunca hubiéramos aprendido a andar en bicicleta cuando niños, ni habríamos conseguido muchos de los logros por los que nos sentimos hoy orgullosos como adultos.

AFÁN DE SUPERACIÓN. La hispana menciona que tuvo que emprender 26 expediciones a lo largo de 10 años para cumplir su meta de escalar las 14 montañas más altas del planeta (cosa que finalmente logró), lo cual significó que muchas veces hubo de regresar a casa sin haber podido llegar a la cumbre. “Cuando volvías y no habías hecho cumbre -refiere-, no te esperaba nadie, nadie”. Y, sin embargo, nunca permitió que dichos obstáculos la detuvieran.

HAMBRE POR EL ÉXITO. Esto significa que “nos la tenemos que creer” para que nuestros planes se vuelvan realidad. Edurne relata que las primeras tres veces que escaló el Himalaya no llegó a la cúspide. “La gente de mi entorno me decía -comenta-: ‘Venga, ya está, ahora céntrate en otra cosa’”. Sin embargo, ella sabía que, esforzándose un poquito, más habría de lograrlo, como fue.

PASIÓN POR LOGRAR COSAS EN LA VIDA. Para Edurne, la pasión es el componente principal de su mochila de vida. Finaliza así su testimonio: “Creo que sin pasión difícilmente hubiera escalado los 14 ocho miles, y sin pasión seguramente muchas de las cosas que hacemos no las haríamos”.

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