Hagamos un sencillo ejercicio. Subraya aquellas palabras o frases que de alguna manera representen áreas actualmente presentes en tu vida: obtener la aprobación de otros, necesidad de sentirme seguro/segura, enredos familiares, resistencia a la autoridad, autocrítica, miedo, dramas emocionales, conformidad, excesos (p.ej. gasto desmedido), logros intelectuales, apariencia física, culpa, rabia, perfeccionismo, necesidad de control.
Repasa ahora aquellos puntos que subrayaste: ¿Cómo se relacionan entre sí?, ¿encuentras algún patrón en común entre ellos?, ¿hay alguno o algunos que te gustaría sustituir por cosas diferentes?
Considera, por ejemplo, que podrías cambiar la necesidad de aprobación de otros por la confianza en tu propia persona; la necesidad de sentirte seguro por una mayor adaptabilidad; los enredos familiares por el compromiso genuino; la resistencia a la autoridad por la responsabilidad compartida; la autocrítica por el reconocimiento de tus fortalezas; el miedo por amor; los dramas emocionales por la autorrealización; la conformidad por la creatividad; los excesos por la seguridad en uno mismo; los logros intelectuales por la sabiduría; el enfoque en la apariencia física por tu valor intrínseco como persona; la culpa por el amor propio; la rabia por el empoderamiento; el perfeccionismo por la autoaceptación y la necesidad de control por la confianza en tus semejantes.
El ejercicio anterior fue ideado por James Redfield, autor de “La novena revelación” (“The Celestine prophecy”, 1993), novela en la que se dio a la tarea de abordar nociones psicológicas y espirituales que ponían en tela de duda los valores y creencias del pensamiento occidental. Proponía en su lugar una revaloración del potencial humano, encaminada a la transformación espiritual de la humanidad. “Nos encontramos – señalaba entonces – ante una encrucijada sumamente emocionante. Es un período de fertilización cruzada entre los avances científicos y una espiritualidad emergente que nos prepara para el futuro”.
Años después, cuando se le preguntó a qué atribuía el inusitado éxito de su novela, la cual había roto récords de ventas, respondió así: “Simplemente fui capaz de poner en palabras cosas que la gente ya estaba viviendo”.
El futuro al que se refería Redfield se ha convertido ya en nuestro presente y la transformación espiritual que él vislumbraba se encuentra en un momento álgido. Por ello resulta de fundamental importancia proteger la energía armónica que surge de nuestra conciencia renovada.
Uno de los numerosos lectores de Redfield narra así su proceso de transformación individual: “Me encuentro dolorosamente consciente de la manera en que otras personas afectan mi energía. ¡Es tan fácil desprenderte de ella sin darte cuenta! Basta con un comentario desagradable o una simple mirada para que uno se venga abajo… Por lo tanto procuro mantenerme en un estado de paz interior”.
Si bien es un hecho que hemos ido elevando paulatinamente nuestro nivel de conciencia, también es cierto que aquellos que no saben cómo generar su propia energía prefieren apropiarse la producida por otros. ¿Cómo lo logran? Recurriendo a la manipulación, al control y al engaño.
Por lo anterior, me permito obsequiarte un consejo: Protege tu energía sutil evitando caer en las conductas identificadas en el ejercicio del inicio y sustitúyelas por aquellas sugeridas por Redfield. Dicha acción te llevará a un mejor lugar en tu proceso de transformación interna.
