De acuerdo con el artículo 89, Fracción X, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, al presidente de la República le corresponde dirigir la política exterior; sin embargo, en el marco de la X Cumbre de Líderes de América del Norte quedó evidenciado -una vez más- que eso del “protocolo” en las relaciones diplomáticas, a la 4T, de plano no se le da…
Según el documento denominado “Protocolo y Ceremonial”, de la Dirección General de Protocolo de la Secretaría de Relaciones Exteriores, lograr un ambiente propicio para negociar exitosamente requiere básicamente de cuatro aspectos: orden, sentido común, respeto y buenas maneras; ¡así de fácil… y así de difícil!
El “protocolo” en el ámbito de la diplomacia se basa en el Derecho, las tradiciones, la cultura y los usos y costumbres; el “ceremonial”, refiere el documento, está constituido por los usos o forma de cortesía aplicables en cualquier actividad pública o solemne.
Pero, ambos conceptos -protocolo y ceremonial- son solo instrumentos para lograr objetivos en beneficio del país; no son fines en sí mismos, advierte.
En este contexto, todo debe ser debidamente planeado: seguridad, reuniones de trabajo, actos sociales, cortejos, colocación y tipos mesas, ubicación de las banderas, tratamiento entre dignatarios y funcionarios, visitas de avanzada, etc.
Y es que no se trata pues de una pachanga entre cuates; pese a lo anterior, lo que pudimos observar en diversos momentos del importantísimo encuentro de alto nivel, poco tuvo qué ver con los cuatro conceptos citados antes.
Hubo incluso situaciones francamente sorprendentes y hasta cómicas (como el “traigo al de Canadá, dame chance” del patrullero que iba en el convoy para trasladar al primer ministro Justin Trudeau a su hotel, al encontrar el paso cerrado; o el afán protagónico de la no primera dama, Beatriz Gutiérrez Müller, quien con insistencia se colgaba de los brazos y tomaba de la mano al presidente Biden y al primer ministro, dando la espalda y dejando atrás en diversas ocasiones al Presidente de México).
Pero, sin duda, uno de los momentos significativos fue la conferencia de prensa con medios de comunicación; en donde el presidente López Obrador impidió que el presidente Biden, su invitado, pudiera responder la pregunta a la periodista Sara Pablo acerca del impacto de la detención de Ovidio Guzmán, en virtud de que el Cártel del Pacífico es uno de los principales productores de fentanilo.
Lo anterior porque, tras aventarse un monólogo de 28 minutos, dio por concluida la rueda: “Ya me pasé del tiempo, hay mucho frío y muchísimas gracias, de todo corazón, muchas gracias”…. Ante la descortesía, al mandatario norteamericano solo le quedó aclarar: “No sé qué preguntas hicieron que no respondí. Estoy preparado para hacerlo después”.
El hecho, que causó risa entre los presentes, tiene mayores implicaciones porque lo cierto es que impidió a la periodista hacer su trabajo, en el consabido contexto de su discurso estigmatizante hacia la prensa.
… Y de las “travesuras” que divertido confesó en la mañanera del jueves le hizo al Servicio Secreto de los Estados Unidos, al asomar al balcón de Palacio Nacional al presidente Biden y al treparlo a un elevador y llevarlo luego a la calle para mostrarle el inmueble de la Suprema Corte, sin su equipo de seguridad, mejor ni hablamos.
El problema es que para López Obrador y la 4T, el mundo empieza y termina en López Obrador; y él está por encima de la investidura presidencial.