Andrés Manuel se veía tranquilo al entrar al salón de la Tesorería de Palacio Nacional, la serenidad que su rostro reflejaba no la habíamos visto en ninguna de sus mañaneras; su andar era distinto, incluso su cuerpo se veía más erguido. Una vez frente al micrófono, sorprendió cómo el gesto adusto, la sonrisa socarrona y las bolsas bajo sus ojos habían desparecido… era otra persona, indudablemente.
Algo importante debía estar sucediendo, algo trascendente anunciaría… porque, de entrada, no lo acompañaban como todos los lunes Ricardo Sheffield, para hablar del quién es quién en los precios; ni Javier May, director general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR); ni Gustavo Ricardo Vallejo, el ingeniero residente general de la Dirección General de ingenieros de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA); ni Diego Prieto, el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), para hablar estos últimos sobre el Tren Maya.
Tras saludar, explicó que la conferencia de prensa sería rápida; ya que solo emitiría unas palabras. Anticipó que no habría preguntas y se disculpó sinceramente por ello: “No será necesario”, acotó.
Entonces, con la mirada fija en las cámaras para ver de frente a todos quienes estuvieran siguiendo la transmisión dijo:
“He tomado una decisión relevante; pero antes de expresarla quiero citar a Confusio: ‘El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor’. Simón Bolívar también manifestó: ‘El que manda, debe oír aunque sean las más duras verdades; y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que produzcan los errores’… y yo, hoy, con sincera humildad quiero reconocer que me equivoqué”…
Era tal el silencio en el salón, que las palabras del Presidente solo estaban acompañadas por los flashazos de las cámaras.
“He tomado la determinación de no promulgar y publicar el Plan B de la Reforma Electoral; lo voy a vetar aunque haya sido mi propuesta, porque no seré yo quien acabe con la institución que garantizó el que hoy yo pueda gobernar este país. Reconozco que lo que he dicho una y otra vez acerca de que ‘Estoy aquí por el pueblo, y no por el INE’, no es verdad; y que la afirmación nació desde el enfado que -reconozco con absoluta franqueza y seriedad- ha albergado mi cabeza por tanta desigualdad social, tanta violencia y corrupción, tanta impunidad”, pronunció.
Luego hizo una pausa, inhaló profundamente y agregó: “He pecado de soberbia por creer que el pueblo solo está conformado por quienes me apoyan y que únicamente debo gobernar para ellos; también es mi obligación velar por todo aquel que no coincida conmigo e incluso por mis adversarios”.
Los “periodistas” Lord Molécula, Hans Salazar, Marco Olvera y Sandra Aguilera estaban desencajados; a esta última le bajó la presión y discretamente la ayudaron a salir del salón.
De nuevo una pausa: “Se preguntarán qué me hizo cambiar de opinión… y debo confesar que ayer mientras se llevaba a cabo la concentración en defensa del INE pude observar desde una de las ventanas de Palacio que había todo tipo de personas, no solo “fifís” y “neoliberales corruptos”; me percaté de la presencia del anciano que llegó apoyado en un bastón, de la mujer sencilla que portaba una cartulina pidiendo que su voto no se tocara y de las familias completas que se tomaban de las manos. Entonces me cuestioné a mi mismo: ¿y si estuviera cegado? Enseguida, una luz iluminó todo mi ser y fue así que comprendí que para pasar a la historia como el mejor presidente de México, como un verdadero demócrata, debía permitir la existencia de un piso parejo en los procesos electorales; para que quien me suceda, tenga la legitimidad que este país merece”.
No seré yo, agregó, “quien siga dividiendo a este país, no seré yo quien siga pisoteando el Estado de Derecho y menoscabando a las instituciones; sé que me queda poco tiempo, pero nunca es tarde para enmendar. El escenario que me permitió hablarles hoy desde esta tribuna, y lo digo con absoluta certeza y con el corazón en la mano, permanecerá; y si los militantes de mi partido, mis compañeros de lucha, quieren continuar en el poder -que es mi mayor anhelo- tendrán que competir a la buena y ganar votos dignamente. Mi mayor legado será ese. Muchas gracias… me voy porque me esperan unos tamales de chipilín”.
En ese momento desperté, para un rato después escucharlo calificar a los asistentes a la concentración como hipócritas, corruptos y rateros… en su rostro, de nuevo, el gesto adusto, la sonrisa socarrona y las bolsas bajo sus ojos.
El Plan B de la Reforma Electoral fue publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el pasado jueves 2 de marzo y su vigencia inició al día siguiente.
… Entonces comprendí que las pesadillas no se presentan al cerrar los ojos, sino al abrirlos.