Los personajes exitosos son héroes de la vida diaria a quienes convendría emular. Para ello me apoyo en Joseph Campbell, quien, en su libro “El héroe de las mil caras”, estipula que un héroe es alguien que ha consagrado su vida a una causa digna de admiración.
Un personaje cortado con dicha tijera es Edurne Pasaban, una alpinista española que ha pasado a la historia por convertirse en la primera mujer en escalar las 14 montañas más elevadas del planeta. Ella cifra su éxito en cuatro factores: ambición, afán de superación, hambre de éxito y pasión. Abordé el primero la semana pasada y continúo ahora con el segundo.
AFÁN DE SUPERACIÓN
La escaladora hispana menciona que tuvo que emprender 26 expediciones a lo largo de 10 años para cumplir su meta de ascender los picos más altos, lo cual significó que muchas veces hubo de regresar a casa sin haber podido llegar a la cumbre. “Cuando volvías y no habías hecho cumbre –refiere–, no te esperaba nadie, nadie”. Y, sin embargo, nunca permitió que dichos obstáculos la detuvieran.
Edurne ha servido de inspiración a mis alumnos de la carrera de Ingeniería en Agricultura Protegida del Centro Universitario CEICKOR, a quienes les pedí compartir de qué manera dichas enseñanzas aplicaban a su vida. Aldair Alonso respondió así: “El afán de superación no es una opción en mi desarrollo, es un requisito. A lo largo del tiempo he aprendido que después de cometer un error tengo que evaluar las consecuencias de dicho acto para no volverlo a repetir”.
Si los fracasos se repiten, tampoco es motivo para amilanarse. Alfredo Naum Medina, quien se propuso tener su propia granja porcina, narra así su experiencia: “Invertí mis ahorros en la compra de cerdas. Todo iba excelente y faltaban algunos días para poder recibir a mis primeros lechones, lo cual me tenía muy emocionado. Después de tanta espera, mis cerdas enfermaron y perdí toda mi inversión. En lugar de lamentarme y derrumbarme, decidí escribir un manual que me ayudara a evitar problemas en el futuro. Aun así, en dos ocasiones más lo volví a perder todo. Sin embargo, actualmente estoy encaminado y no dudo que esta vez funcione”.
Gisell Konrad, por su parte, estima que el afán de superación siempre está en su día a día, pues le gusta esforzarse por mejorar y goza de aprender cosas nuevas. A manera de ejemplo, refiere que, sin tener condición física alguna, decidió unirse a un grupo de estudiantes que salían todas las mañanas a correr en compañía de Aitor Morán, uno de sus instructores deportivos. Varios meses después, el grupo entero, guiado por su experimentado instructor, escaló exitosamente una montaña.
Paola Saavedra, quien reside en Bernal, señala: “Desde pequeña siempre he buscado destacar en lo que me propongo. En la primaria me inscribía en todos los concursos y, si en alguno no me iba bien, al siguiente año me esforzaba al triple para superarme y lo lograba. Actualmente sigo con esa ambición, porque pienso en la forma de seguir creciendo en todos los aspectos de mi vida”.
Para Ana Xiomara Ojeda, al afán de superación hay que verlo con cautela, ya que puede resultar engañoso. “He logrado muchos cambios en mi vida y a veces he llegado a pensar que ya me he terminado de pulir y perfeccionar. Es entonces cuando entro en un estado de comodidad y me olvido de que hay que hacer autorrevisiones constantes para lograr tu potencial máximo. Me recuerdo a mí misma que la superación no es como una tina de baño, sino como una cascada”.
(CONTINUARÁ LA PRÓXIMA SEMANA)
