Mintel, una empresa dedicada a estudiar los hábitos de los consumidores, acaba de declarar al 2023 como El Año de la Hiperfatiga, confirmando que finalmente nos hemos convertido en esclavos permanentes del cansancio extremo. De ser esto cierto, mucho me temo que nos hemos topado de frente con un fenómeno que bien podría convertirse en el malestar de los tiempos actuales.
Y si no, ponte a pensar: ¿cuántas veces, en las semanas recientes, al verte en el espejo pareciera que estás contemplando la imagen de un zombi viviente? Incluso tal vez hayas llegado a pensar: “¡Nunca me imaginé que alguna vez llegaría el momento en que me describiría a mí mismo como alguien que está ojeroso y que se siente desganado, aletargado y, por si fuera poco, agüitado!”.
En el mejor de los casos, quizás NO te ves así, pero así te sientes. Peta Bee, columnista del “Times” de Londres, abona en dicho sentido. “Cuando le pregunto a mis conocidos cómo se sienten -apunta-, me responden: ‘Pues, la verdad, estoy hecho un guiñapo’” (nótese que es mi traducción). Lo peor del caso es que, si indagamos la causa, la respuesta probablemente sea: “La verdad, no sé, puede tratarse de una serie de cosas”, que es justo lo que solemos decir cuando nos encontramos estresados. La diferencia es que mientras el estrés generalmente llega acompañado de una ansiedad apabullante, si nos sentimos hipercansados ni siquiera disponemos de la energía necesaria para llegar a la categoría de ansiosos.
Matthew Apps, profesor de la Universidad de Birmingham, describe la “hiperfatiga” como la sensación de sentirnos jalados en todas direcciones. Esto puede ser provocado por el alto costo de la vida, cambios hormonales, falta de sueño, la carencia de equilibrio entre la vida privada y el trabajo e inclusive la incertidumbre de un cambio climático que no acertamos a descubrir hacia dónde nos lleva.
El problema tiene que ver también con la “nueva normalidad”, puesto que hemos dado un salto atroz de la inmovilidad casi absoluta del encierro pandémico a un ritmo de vida que nos lleva a sentir que tenemos que andar en todo, como si hubiésemos sido disparados por un cañón sin antes decirnos “agua va”. Para complicar más las cosas, los expertos señalan que la sensación de fatiga varía enormemente entre una persona y otra, ya que lo que para ti representaría una incomodidad menor, a mí probablemente me tumbaría.
¿Si nos sentimos permanentemente cansados, sería cosa de acudir al médico? Derek Hill, un médico citado por Peta Bee, así lo recomienda si llevamos ya varias semanas así, ya que el agotamiento podría deberse a los altos niveles de estrés, a una nutrición deficiente, a un estado depresivo, al exceso en el consumo de alcohol y a la apnea del sueño o alguna otra enfermedad.
En el diario británico “The Guardian”, Emma Beddington aborda el tema desde un ángulo humorístico. Según ella, necesitaríamos de “al menos 50 términos diferentes” para describir el enorme rango de variantes de la “hiperfatiga”, y de hecho nos recomienda algunos. Por ejemplo, el “cansancio existencial”, que es cuando dices que te sientes supercansada simplemente porque no encuentras una mejor manera de explicar cómo realmente te sientes. Y qué decir del “cansancio estupidizante”, cuando sientes que tu cerebro se ha transformado en un mísero chícharo, tan seco como duro.
Fuera de bromas, el tema no está precisamente como para echar las campanas a vuelo.
(Continuará la próxima semana)
