“#Chiapas: Incursión del Cártel de Sinaloa en Chamic, kilómetros antes de #FronteraComalapa. Algunos periodistas hemos valorado o no informar de esta y otras acciones porque nuestra seguridad está en riesgo: O estamos informando de lo que pasa o estamos prestándonos o siendo propagandistas del crimen organizado?”, escribió en la red social X, el pasado 24 de septiembre, el periodista Isaín Mandujano.
Para el presidente López Obrador, el desfile de camionetas con personas armadas, presuntamente del Cártel de Sinaloa, por una carretera de San Gregorio Chamic, Frontera Comalapa, Chiapas, mientras los habitantes aplaudían; fue un acto de propaganda… por un lado, de la propia delincuencia, que en esa zona se disputan dicho grupo delictivo y el Cártel Jalisco Nueva Generación. Sin embargo, de hecho, confirmó la grave situación:
“Hay grupos de delincuencia organizada, que presuntamente se están disputando el territorio para tener espacios, para guardar droga que entra de Centroamérica, para tener control de ese territorio, y se enfrentan. Afortunadamente no ha habido muchos asesinatos en Chiapas, en general, y es ahí donde últimamente ha habido estos enfrentamientos, pero ha habido mucha propaganda; entonces, sacaron un video en donde van entrando a Frontera Comalapa 20 camionetas, y están del lado y lado de la carretera gente aparentemente recibiéndolos. Y sí, pueden ser bases de apoyo que hay en algunas partes del país, porque les entregan despensas o por miedo, porque los amenazan; pero no es un asunto general, es un asunto muy limitado a una región, y ya se está atendiendo”.
Pero, en realidad, el presidente centró sus cuestionamientos en que fue propaganda de su villana favorita: la prensa conservadora: “en nado sincronizado, como si dominara el narco en todo Chiapas y en todo México. Esto tiene que ver mucho con el poco contenido que tienen para atacarnos, no hay miga, entonces cualquier cosa se vuelve viral o la vuelven viral. Esto va a seguir (…) porque es parte del proceso electoral del 24 (…). Pero, al mismo tiempo, ayuda a que se entienda el porqué de esta difusión, que llega a millones de vistas en redes sociales, porque es toda una red no sólo de bots, sino de los partidarios del conservadurismo que actúan en las redes y reproducen estos mensajes, y luego se apoyan con bots. Pero son campañas que vamos a estar aquí enfrentando, informando”.
El dilema es pues ¿publicar o no publicar? Y necesariamente la pregunta lleva a retomar el Acuerdo para la cobertura de la Violencia que, en 2011, firmaron 715 medios de comunicación en el marco de la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón.
“Uno de los retos centrales que tenemos los medios en este tipo de coberturas es cómo consignar hechos con valor periodístico y a la vez limitar los efectos estrictamente propagandísticos de los mismos”, decía el documento que llamaba a informar con criterios editoriales comúnes para evitar ser instrumentos involuntarios del crimen organizado y poner en riesgo a los periodistas.
Los principios que regían el acuerdo eran: respeto a las libertades de expresión y de prensa, independencia editorial de cada medio, obligación de informar con profesionalismo y responsabilidad social.
El decálogo para uniformar los criterios editoriales era: Tomar postura en contra, no convertirse en vocero involuntario de la delincuencia organizada, dimensionar la información, atribuir responsabilidades explícitamente, no prejuzgar culpables, cuidar a las víctimas y a los menores de edad, alentar la participación y la denuncia ciudadana, proteger a periodistas, solidarizarse ante amenazas o acciones contra reporteros y medios y no interferir en el combate a la delincuencia.
Para los especialistas, el acuerdo constituyó un intento fallido de autorregulación; para AMLO fue un encubrimiento de los delitos que se cometían, aunque hoy sin tal acuerdo, critica las coberturas porque, asegura, se exagera… como en su momento Calderón llamó a informar con objetividad e imparcialidad.
“La crítica en México al gobierno, en particular al federal, es intensa. Y qué bueno que lo sea, en términos de nuestra democracia y de nuestra pluralidad, pero eso no debe llevarnos a omisiones en la narrativa del problema, en esa narrativa hay una verdad elemental que no podemos perder: el verdadero enemigo, la amenaza a la sociedad son los criminales, no es el gobierno, por lo menos no en este caso”, aseveró el panista.
Hoy, 12 años después, el mismo dilema y con más descalificaciones hacia la prensa.
¿No será ya hora de analizar que quizá la solución sigue estando en ese acuerdo, pero el problema es que se dejó en manos de cada medio definir la forma de verificar su cumplimiento, sin haber creado vías formales con participación de la sociedad civil, para denunciar su inobservancia y generar consecuencias?