Las redes sociales se han vuelto góticas: moda, literatura, cine y series, música, videojuegos… La cultura oscura está en auge y, en fechas cercanas a Halloween, este éxito se incrementa todavía más
El gótico está de moda… otra vez. No, no se asusten: en contra de las creencias populares, no estamos hablando de adoradores del demonio que parecen sacados de una película de terror propia de Halloween.
Se trata de una combinación de arte, moda y pensamiento a la que pueden darle las gracias por éxitos recientes como el de la serie “Merlina”, la banda “Ghost”, los libros del inolvidable Carlos Ruiz Zafón o tendencias de moda virales como el novedoso “soft goth” o “goth chic”. Incluso videojuegos como “Blasphemous 2” o “Diablo 4” beben de su influencia.
Y es que, a pesar de que a muchos se les venga a la cabeza como una tribu urbana de jóvenes vestidos de negro con extravagantes maquillajes y actitud siniestra, el gótico va más allá de la estética: música, literatura, arte, filosofía y cine se entrelazan en este auge de lo oscuro.
Un ejemplo lo encontramos en la recién estrenada serie “The fall of the house of Usher”, en Netflix, inspirada en la obra de Edgar Allan Poe y dirigida por Mike Flanagan (quien ya había cosechado éxito con otras dos series inspiradas en clásicos del género: “The haunting of hill house”, que bebe de la novela homónima de Shirley Jackson; y “The haunting of Bly manor” que toma referencias de “Otra vuelta de tuerca”, de Henry James).
A su estreno se unen los de “Lies we tell” (influida por la obra del autor gótico Sheridan Le Fanu) o los planes de Guillermo del Toro para una nueva adaptación de “Frankenstein”.
Ni las telenovelas turcas, tan de moda, escapan de esta influencia: “Criatura” (Yaratilan), recién estrenada en Netflix, también se inspira en la obra de Mary Shelley. Sí, esa subcultura ‘underground’ que surgió a finales de los 70 y principios de los 80 ha regresado una vez más.
Ya lo ha hecho varias veces y uno de sus últimos momentos álgidos fue en los 2000. Pero, a juzgar por el contenido que muchos jóvenes publican en redes sociales, las tendencias en moda y los mencionados estrenos… parece que estamos ante una nueva ola del ‘goth’.
Lectores oscuros
Esta explosión se ha vivido a través de series como “Merlina”, que arrasó el año pasado en Netflix con la inigualable Jenna Ortega bajo la dirección de Tim Burton; “The Essex serpent” (de Apple TV, con Tom Hiddleston), “Chapelwaite” (de HBO Max, con Adrien Brody), y “Penny Dreadful: city of angels” (disponible en Amazon Prime y protagonizada por Natalie Dormer) y también ha tenido su crecimiento a nivel de ávidos lectores.
“En los últimos años la literatura de este género (terror y gótica) está en auge”, explica a Efe Chelo, ‘youtuber’ del canal Moonlight Books (https://www.youtube.com/@MoonlightBooks), con miles de seguidores, y aclara que “también lo están la fantasía y la ciencia ficción”.
Particularmente, Chelo explica: “La literatura gótica destaca principalmente por su atmósfera: que esa novela tenga o no un componente sobrenatural, te haga sentir como si estuvieras atrapada en el palacio de un vampiro o como si hubiera un fantasma acechando en las sombras”.
Porque “también suele existir una maldición y suele haber presencia de lo sobrenatural (fantasmas, vampiros, etcétera)”. Eso sí, estos no siempre son reales, pero los personajes así lo creen cuando no es así.
Y, además de eso, “hay ciertos personajes arquetípicos, como ‘la doncella en apuros’, ‘el príncipe azul’ o la ‘figura opresora’”, pero, insiste la joven, “lo más importante es la atmósfera”.
Es por esto que “las historias góticas ocurren en lugares tenebrosos como castillos en ruinas, cementerios, monasterios o calles neblinosas, lo que contribuye a la creación de esa atmósfera oscura y opresora que es tan característica del género”, dice Moonlight Books.
Cuestión estética
Y es que “el factor estético es el que influye en mayor medida al gótico y no tanto al terror en sí”, en una diferenciación entre ambos géneros: “Todo este tipo de películas y series tienen muy pensado su aspecto visual, que deja una impresión duradera en nuestras mentes”. Así, “el gótico cuida mucho la estética de forma que los lugares u objetos puedan llegar a considerarse como otro personaje en la historia. Pero también lo hace a modo de contraste”.
Un contraste sencillo de explicar: “En un mundo en el que todo se ha ido reduciendo a su expresión más simple, en el que todo es minimalista y aséptico, ¿cómo no iba a llamarnos la atención una mansión victoriana aislada en medio de un bosque?, ¿o un salón repleto de retratos siniestros de esos que parecen seguirte con la mirada?, ¿o una habitación con una inmensa cama con dosel de ébano cubierta por cortinas de terciopelo carmesí?”, pregunta la ‘youtuber’.
Pero, más allá de la ficción, este regreso del gótico está afectando también a la estética: las principales tiendas de ropa, desde Lefties o Primark hasta Shein, lanzan colecciones de ropa y ‘merchandising’ inspiradas en series y películas de aire gótico, como “Merlina”, “Corpse bride” o “The nightmare before Christmas”, de Tim Burton; y las redes sociales se llenan de jóvenes enseñando sus ‘looks’ y maquillajes más ‘goth’.
Chelo ve lo positivo de todo esto: “Con este auge de la subcultura tenemos más libros, películas, series, ropa, complementos, etcétera, de nuestro gusto al alcance”. Y es que “puede que solo sea una moda y que dentro de un par de años desaparezca lo gótico en pos de una estética más futurista, ¿quién sabe?”.
Moda cíclica
“Creo que mucho de esto se lo podemos agradecer a la cantidad de ‘retellings’ (adaptaciones e historias basadas en obras preexistentes) de novelas clásicas, góticas incluidas, que se han publicado y que, inevitablemente, hacen que los lectores se interesen por la obra original”. Y es que clásicos como “Cumbres borrascosas”, de Emily Bronte; “Frankenstein”, de Mary Shelley, o “Drácula”, de Bram Stoker, han dado lugar no solo a multitud de obras derivadas, sino a reinvenciones de la historia, a veces modernizándola.
Por ejemplo, recientemente se ha publicado en español “Un legado de sangre”, de S.T Gibson (Minotauro), centrado en una de las novias del conde vampírico. Y, como si se le diera una vuelta más al clásico gótico de terror “Otra vuelta de tuerca”, de Henry James, ocurre lo mismo con “Figuras ocultas”, de Jason Rekulak (Nocturna).
No solo eso, también hay obras góticas contemporáneas escritas en tiempos más actuales, pero que beben de los tropos que esos clásicos asentaron. Es el caso de “Gótico”, de Silvia Moreno García (Minotauro); “La costa de Alabastro”, de Victoria Álvarez (Alianza Runas); de “Figuras ocultas”, de Jason Rekulak (Nocturna); de “Una casa sobre tus huesos”, de Marina Tena (Dimensiones ocultas), o, próximamente, “Martirio”, de Libertad Delgado (Dilatando Mentes).
Incluso hay otros clásicos que se descubren y editan por primera vez en nuestros tiempos, como la versión no censurada de “El retrato de Dorian Grey”, de Oscar Wilde (Reino de Cordelia).
O la hasta ahora menos conocida “La sangre del vampiro”, de Florence Marryat (Beetruvian), que se escribió el mismo año que el propio “Drácula”, aunque no gozase de su misma fama, y las distintas antologías de relatos de escritoras del siglo 19 publicadas por “La Biblioteca de Carfax”.
¿Cuál puede ser la causa de esta nueva ola gótica? “Me gusta pensar que todo esto son ciclos que con el tiempo vuelven a repetirse”, dice Chelo. Y lo tiene claro: “Aunque sea una moda, yo agradezco que esté sucediendo y pretendo disfrutarlo mientras dure”.