La responsabilidad afectiva consiste en relacionarnos siendo conscientes de que cada acto que realizamos y palabra que decimos en un vínculo amoroso tiene consecuencias en la otra persona, y actuar con ella es clave para poder dar y a recibir “amor del bueno”
Para que la celebración de San Valentín sea una expresión de amor verdadero y tenga un sentido profundo más allá de cumplir con la tradición social de intercambiar regalos y compartir una cena romántica, la pareja necesita cultivar la responsabilidad afectiva a lo largo de todo el año y no solo en una fecha señalada, según la psicóloga y psicoterapeuta Marta Martínez Novoa.
Se trata de un pilar fundamental de toda relación y un requisito clave para que sus integrantes sepan “dar y recibir amor del bueno”, según Martínez, graduada y máster en Psicología, con una amplia formación en trastornos de ansiedad, relaciones de pareja, violencia de género y autoestima, dedicándose a atender a pacientes en consulta.
“La responsabilidad afectiva es la conciencia de que cada acto que realizamos en un vínculo, sobre todo en las relaciones de pareja, tiene consecuencias en la otra persona”, señala.
“Consiste simplemente en mantener una comunicación fluida y honesta sobre qué quiere cada parte de la relación o sobre cualquier comportamiento o decisión que alguien tome y afecte al vínculo, porque los implicados merecen ser conscientes del estado actual de la relación”, explica Martínez, autora del libro “Que sea amor del bueno”.
“Una comunicación adecuada es esencial para entenderte con los demás en los vínculos que mantienes con ellos, para no terminar una y otra vez en los mismos conflictos circulares con una pareja o amistad que tiene poca o nula responsabilidad afectiva”, indica.
“Si no sabes lo importante que es comunicarte adecuadamente ni cómo es que lo hagan contigo, será muy difícil que identifiques faltas de respeto o de empatía, o sepas cómo responder ante ellas para huir de relaciones tóxicas” puntualiza.
Señales de irresponsabilidad
“Desafortunadamente, las actitudes tóxicas son cada vez más comunes y la irresponsabilidad afectiva es la nueva pandemia del amor”, según esta psicóloga.
Por eso, recomienda “aprender a reconocer estas actitudes irresponsables, para así poder escapar de esas relaciones, protegerse y cuidarse de las malas intenciones, y lograr que los daños en nuestra autoestima sean los menos posibles”.
“Afrontar los problemas sin tener en cuenta las emociones de la otra persona, escucharla activamente ni responsabilizarse de los actos propios, intentar ‘salir del paso’ o evitar la incomodidad de sentarse a hablar poniendo ‘todas las cartas sobre la mesa’ son señales de que no se están resolviendo los conflictos de la pareja de una manera afectivamente responsable”, explica.
El “castigo del silencio” consiste en que uno de los implicados en la relación empieza a ignorar al otro sin que el ignorado tenga idea de lo que está pasando ni a qué se debe ese cambio de actitud; “hacer como que no pasa nada” cuando existe un conflicto y “meterlo debajo de la alfombra” son otras señales de irresponsabilidad en los afectos, añade.
Justificar lo que ocurre en la relación mediante circunstancias personales, centrarse en tener la razón, tomar decisiones individuales sin consensuarlas o evitar determinados temas son otros indicadores de una actitud irresponsable, según Martínez.
“Si alguna vez una persona con la que estabas muy bien desapareció de repente, si una expareja con quien lo pasaste muy mal termina enredándote para volver a estar juntos, o si te sientes estancado en relaciones intermitentes en las que solo recibes migajas de cariño, significa que te has topado con personas a las que les falta responsabilidad afectiva”, advierte.
Explica que a veces, se confunde la responsabilidad afectiva con dar y exigir explicaciones innecesarias continuamente, endulzar estas explicaciones para que no hagan daño y tratarnos como si fuésemos frágiles como el cristal, pero eso equivaldría a infantilizarnos y mantenernos “entre algodones”, eliminando cualquier indicio de naturalidad en el vínculo.
En realidad este tipo de comportamiento refleja un fenómeno de mala vinculación de los miembros de la pareja, que se basa principalmente en relacionarse desde la necesidad de cubrir carencias o, directamente, desde esas carencias, según Martínez.
Escuchar activamente al otro
Debemos comprender que “el amor no daña y estamos en nuestro derecho de reivindicar que tanto el amor que damos como el que nos dan sean amor del bueno. La ‘gasolina’ para construir y mantener ese amor en marcha es que en la pareja sepan escucharse activamente el uno al otro”, destaca.
“Para tener relaciones responsables afectivamente es imprescindible saber escuchar activamente”, recalca Martínez.
Explica que la escucha “es un elemento central de la comunicación asertiva que a veces olvidamos, porque damos por hecho que comunicarse es solo hablar. Pero para saber cómo hablar y responder hay que escuchar adecuadamente”.
La escucha activa es aquella en la que no solo se presta atención a lo que nos cuenta la otra persona, sino que también le hacemos saber que estamos presentes, que nos importa lo que nos está diciendo y que la estamos comprendiendo o haciendo todo lo posible por comprenderla, de acuerdo con esta experta.
El psicólogo Carl Rogers señalaba que “escuchar activamente no es escuchar solo con las orejas, sino también con los ojos, la mente, el corazón y la imaginación”, concluye Martínez.