Hoy Andrés Manuel dejará formalmente el cargo de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos y aparentemente se retirará de la política… si es que en verdad lo hace, porque la verdad cuesta trabajo creerlo; sobre todo porque en la conformación del gabinete de la próxima presidenta y la agenda que se vislumbra, parece estar más su mano que la de la propia Claudia Sheinbaum.
Pero, es momento de hacer un corte de caja de lo que este hombre representó para el país y analizar si, como aseguran sus fieles servidores de la nación, ha sido el mejor presidente de México.
Según el reporte de Integralia “6 Años de Gobierno: 2018-2024 ¿Qué dicen los datos?”, hay indicadores positivos como el incremento en el salario mínimo, en un 121.9 por ciento; la inversión extranjera directa, en un 31.5 por ciento; la recaudación, de 1.9 puntos porcentuales; la protección social, de 61.3 por ciento (el presupuesto anual para la pensión de adultos mayores creció un 774.3 por ciento). Asimismo, los indicadores de carencias sociales reflejan variaciones a la baja, en cuanto a acceso a seguridad social, vivienda, alimentación nutritiva y de calidad; al igual que sobre la situación de pobreza.
Pero, otros indicadores no lo son tanto, ya que el Índice de Productividad Laboral (Banxico) bajó 4.6 puntos porcentuales entre 2018 y 2024; en competitividad, con base en el Ranking del International Institute for Management Development, nuestro país pasó del lugar 51 al 56, entre 63 países; en crecimiento económico pasó de 1.3 por ciento a 1.0 por ciento (-0.9); la inflación subyacente pasó de 3.68 en diciembre de 2018 a 4.00 en agosto de 2024; la calificación crediticia de la deuda soberana (riesgo país) tuvo una variación a la baja; el precio de la gasolina regular pasó de 19.29 pesos en diciembre de 2018 a 24.09 en agosto de 2024.
Además, la población en rezago educativo aumentó de 19.0 por ciento a 19.04 por ciento; en salud, la población con carencias por acceso a los servicios de salud creció del 16.2 por ciento en 2018 a 39.1 por ciento en 2022.
Por otro lado, la percepción de la corrupción de Transparencia Internacional mantiene a México en el lugar 31 de 180 países evaluados; el índice de impunidad estatal de México Evalúa, pasó de 92.4 por ciento en 2019, a 96.3 por ciento en 2022; y el estado de Derecho de World Justice Proyect Rule of Law bajó de 0.45 a 0.42; la tasa de homicidios dolosos (SESNSP) disminuyó un 23.2 por ciento y los robos bajaron un 42.2 por ciento, mientras que la extorsión creció un 36.8 por ciento y el narcomenudeo un 40.3 por ciento; la violencia política aumentó un 132.7 por ciento.
Pero, más allá de las cifras, López Obrador asumió el 1 de diciembre de 2018, cuando se convirtió en presidente, un sinnúmero de compromisos; entre ellos, aseguró:
“Esta nueva etapa la vamos a iniciar sin perseguir a nadie”.
“El gobierno representará a ricos y pobres, creyentes y libres pensadores, y a todas las mexicanas y mexicanos, al margen de ideologías, orientación sexual, cultura, idioma, lugar de origen, nivel educativo, o posición socioeconómica”.
“Va a bajar el precio de la gasolina y de todos los combustibles”.
“Vamos a atender y a respetar a todos”.
“Mantendremos buenas relaciones con todos los pueblos y gobiernos del mundo”.
“Actuaré sin odios, no le haré mal a nadie, respetaré las libertades, apostaré siempre a la reconciliación y buscaré que entre todos y por el camino de la concordia”.
“Se mantendrán las estancias infantiles de la antigua Secretaría de Desarrollo Social”.
“El CONACYT coordinará el Plan Nacional para la Innovación en beneficio de la sociedad y del desarrollo nacional con la participación de universidades, pueblos, científicos y empresas”.
“Se hará realidad el derecho a la salud”.
“Ningún funcionario, sin causa de emergencia, podrá ordenar cerrar calles, detener el tráfico o pasarse los altos o estacionarse en lugares prohibidos”.
“Se descentralizará el gobierno federal y las secretarías van a estar ubicadas en distintos estados de la República”.
“Habrá un auténtico Estado de Derecho. A nadie le estará permitido violar la Constitución y las leyes, y no habrá impunidad”.
“Impulsaremos el desarrollo de fuentes de energía alternativas renovables, como la eólica, la solar, la geotérmica y la mareomotriz”.
“No se permitirá ningún proyecto económico, productivo, comercial o turístico que afecte el medio ambiente”.
“Se investigará a fondo la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa”.
“Se respetará la libertad de expresión”.
“La Fiscalía General contará, en los hechos, con absoluta autonomía”.
“Mantendremos relaciones respetuosas con el Poder Legislativo y con el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo dejará de ser el poder de los poderes”.
“La política exterior se sustentará en la cautela diplomática”.
Estas frases pasarán a la historia como muestra de que no, no fue el mejor presidente que ha tenido este país; él representaba una verdadera esperanza… y acabó siendo un déspota muy popular.
