El Lazarillo Pacheco
Definitivamente, amigos míos, esa respuesta, al menos en la capital de Querétaro, no la podrán encontrar en ninguna estación de radio con frecuencia, aun cuando encontramos una honrosa excepción en 89.5 FM, una estación universitaria cuyo contenido es tan diverso que el enfoque musical se pierde.
La radio en Querétaro está constituida en un 50-60 por ciento por anuncios publicitarios de toda índole, 30 por ciento por propaganda política y, apenas un 20 por ciento, quizá menos, de programación musical con los ‘hits’ del momento; una programación sesgada por un colonialismo cultural, una clara monopolización del entretenimiento, un racismo institucional y, en mi muy humilde opinión, pura basura. Entonces, ¿a qué suena la escena?, ¿la escena?, ¿hay una escena? ¡Sí! Grande y latente, algo intangible y mítico, pero ahí está.
El documental arranca con imágenes desde distintos puntos de la ciudad, centro sur, la pirámide del pueblito, Hércules y la alameda central; un fondo suave de guitarra y voz a cargo del Gorrión:
“…todos nos fuimos de aquí,
ahogados en el mar de tu,
tonto ya, corazón”
La secuencia inicial nos lleva hasta un punto alto de la ciudad; un atardecer de esos que se pierden por estos cerros dejando el valle cubierto de noche; un lento ‘fade’ a negros y comienza a sonar un arco raspando violentamente un violín, la cámara gira y descubrimos un baterista rematando una canción mientras su figura se deshace sobre los platillos; es un cuarto pequeño, muy poco iluminado con algunas luces de navidad colgadas; gente sentada sobre unas escaleras, absortas con lo que propone el sonido.
La música independiente queretana, así como el teatro queretano, sobreviven en espacios que en un inicio fueron creados con un propósito y que terminan siendo foros musicales y teatrales adaptados. Entre algunos bastiones mencionados en el documental están: el Museo de la Ciudad, encabezado por Gabriel Hörner, que da espacio a propuestas que exploran el sonido; Más sabe el diablo Cultubar, espacio ecléctico de propuestas musicales; Los Locales: con su inventiva resistencia, y muchos otros que han, hoy ya, desaparecido.
Bajo una mirada honesta, el documental retrata el nacimiento del movimiento musical en la capital, entre los espacios improvisados para los “toquines” en Carrillo Puerto a finales de los 70, hasta la primera banda que hizo una grabación profesional con un sello discográfico propio de la ciudad en San Francisquito, a manos de Los limones Punk. A cada minuto del relato se puede sentir el ímpetu que trae consigo crear de una manera independiente, una lucha en contra del tabú aún presente en nuestro imaginario colectivo: ¡si eres artista te vas a morir de hambre!, ¿ah, sí?, ¡ve a decirle eso a Hollywood o al Billboard!
Con mucho amor, una playlist curada por Somos la Escena Querétaro.
¡Con cui!
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