Funeral de Estado o el rostro de la agonía

Juan José Llamas Macías

Este escrito no tiene por intención profundizar en la historia que puede contarnos una película, su técnica o sus grandes actuaciones. Quiero platicarles de una forma de cine que existe y que está muy olvidada, que viene del cine ruso y a cuya cinematografía volví para reencontrarme con un filme hecho puramente en la sala de montaje, donde se pueden crear obras audiovisuales maravillosas que se quedan en la memoria de los espectadores que aman el cine documental tanto como yo. Se trata de “Funeral de Estado”, del ruso Sergey Loznitsa, que narra el día en que la Unión Soviética se enteró de la muerte del entonces secretario de Estado y sucesor del famoso Lenin, Iósif Stalin.

El documental está sustentado en material de archivo levantado en prácticamente todos los Estados que conformaban en aquellas épocas la URSS, durante el sepelio del propio Stalin. La historia nos ha enseñado que, al hablar de Stalin, podríamos estar hablando de un sanguinario dictador y sorprende ver la tristeza en los rostros de la gran mayoría de ciudadanos que asisten al servicio funerario en cada una de sus ciudades para escuchar de forma atenta lo que los líderes del Partido Comunista tienen que transmitirles. La cámara nos invita a viajar a diversas ciudades, puertos navales, estaciones de tren, lugares históricos o centros petroleros para que, a través de los rostros, entendamos la derrota que significó la muerte del máximo secretario. En los rostros de cientos de miles de asistentes -se llegaron a contar hasta 27 millones en toda la URSS durante esos días- veremos tristeza y miedo. Todo esto sorprende por los agitados momentos que se vivían posteriores a la muerte de Lenin y al fin de la Segunda Guerra Mundial. En palabras del propio director, Stalin está representado en cada uno de esos rostros que por poco más de dos horas veremos, con frío, cansancio y tristeza, buscando despedir a su gran líder.

Debo advertirles que se trata de una película con ritmo sumamente lento y que además recurre al ejercicio de la repetición -muy al estilo del también ruso Sergei Eisenstein- para reforzar la idea de la desolación que vivió la sociedad por aquellos días. La historia se escribe y cuenta en montaje. El propio director habla de Dziga Vertov como el referente que le da la pauta y no podría poner su vara más alta para su película, pues al hablar de Vertov estamos frente a uno de los fundadores del género documental. Existen más de 400 horas de material fílmico del funeral que quedó “enlatado” por la censura que sufrió por parte del Partido Comunista. Es hasta la Perestroika, en 1988, cuando sale a la luz… ya a nadie le interesaba ese material. ¡Qué lejos llega el cine y qué poco lo entendemos! Treinta años después de las manos de Sergey Loznitsa, se consolidó en la sala de montaje un reflejo de lo que fue la sociedad soviética de los años 50. Una sociedad dolida por la Segunda Guerra Mundial y esperanzada en un comunismo utópico que caería estrepitosamente algunas décadas después.

El largometraje documental está disponible en la plataforma MUBI e insisto en que no será de fácil digestión, pero sí se quedará en nuestra memoria como un reflejo de lo que puede representar la figura de un hombre que posee un discurso sólido, muy a pesar de las circunstancias.

Escucha nuestro podcast los martes de cada quince días a través de Spotify, Himalaya, Podimo, Apple y Google Podcasts.

Síguenos en Instagram, Facebook y Twitter como @alertaspoilermx