Mauricio Férez Yázbek Garcés, mejor conocido como Mauricio Garcés, fue uno de los actores más reconocidos del cine mexicano durante la década de los sesenta y setenta.
Hoy estaría celebrando su cumpleaños número 93. Murió el 27 de febrero de 1989 a los 62 años.
“No importa el tiempo, tarde o temprano, todas caen…”
Con fama de galán y conquistador debido a los papeles que interpretaba en la pantalla grande, acuñó frases que se quedaron en el imaginario colectivo de las personas. Sin embargo, su muerte fue triste, pues se despidió de este mundo muy afectado físicamente debido a su adicción al cigarro.
Coberturas respecto a su deceso -cuya causa fue un paro cardiaco derivado de su enfisema pulmonar- apuntan que antes de su partida tenía muchos problemas para comunicarse, pues su garganta y pulmones estaban severamente dañados. Por lo que, pese a haber cautivado a decenas de damas con su labia, dejó este mundo casi en silencio.
“Debe ser terrible tenerme y después perderme”
Garcés, de origen libanés pero nacido en Tampico, Tamaulipas, comenzó su carrera artística a los 20 años de edad gracias a que su tío, el fotógrafo Tufic Yazbek, lo ayudó a incursionar en la pantalla.
La primer película en la que el actor participó fue “La muerte enamorada” (1950), a lado de personalidades de la talla de Miroslava Stern y Fernando Fernández. Fue en esta cinta en donde Mauricio decidió adoptar el apellido de Garcés, pues consideraba que la letra G podría traerle buena suerte, ya que los tres actores que más lo inspiraban la tenían en su apellido: Clark Gable, Gary Cooper y Gary Grant.
“Sólo dame la oportunidad de demostrarte que hoy seré todo tuyo, mañana no te lo aseguro”
Fue hasta la película “Don Juan 67″ (1967) que su personaje de galán seductor, elegante y cómico se desarrolló a plenitud. Películas como “El matrimonio es como el demonio”, “Click, fotógrafo de modelos”, “El criado malcriado”, “Departamento de soltero”, “Fray Don Juan” y “Modisto de señoras” impulsaron esta figura.
Esta época fue también el nacimiento de sus inolvidables expresiones “Arrooooz”, “¡Te voy a hacer pedazos!” y “¡Las traigo muertas” que, hasta la fecha, siguen siendo clásico referente del cine mexicano.
“Es bueno saber que soy el pensamiento incómodo de algunos maridos”
Garcés conservó la galanura hasta su muerte, aunque su seductora voz ya no se escuchaba como en sus tiempos de gloria, ni su mirada era como aquella que estremeció a una larga lista de bellas mujeres. Por un lado, terminó sus días como uno de los solteros más codiciados de México; por otro… en la ruina, debido al derroche y su afición por el juego y las apuestas. Además, severamente deteriorado de salud, pues el enfisema pulmonar que padecía, ya en una ocasión anterior a su fallecimiento lo había puesto al borde de la muerte.
Los restos de Mauricio Garcés, el “Don Juan” del cine mexicano, yacen en el Panteón Francés de la Piedad en la colonia Buenos Aires, de la Ciudad de México.
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