De tomarse el tiempo y otros lujos

“Sabrás que has ganado su respeto cuando puedas tomarte un momento… y sigas manteniendo su atención”, Terry Jeffords.

Julio Ortiz Galimberti

Hace poco discutí con unos amigos acerca de la diferencia entre una película aburrida y una película lenta. Por un lado, estaban los que argumentaban que una película lenta normalmente no estaba dirigida a las grandes audiencias y que, por ello, era esperable que la “gente común” (como un opuesto a “los críticos” o “los cineastas”) no la supiera apreciar y terminara por calificarla como aburrida. Por otro lado, estábamos los que argumentamos que lento no tiene por qué significar aburrido, pero si vas a tomarte tres horas para contar una historia, más te vale que la historia sea digna de contar y contarla de la manera más cautivante posible.

“Drive my car”, de Ryusuke Hamaguchi, es una película innegablemente larga y lenta pero tan cautivante que cuando los créditos aparecieron en pantalla, mi primera reacción fue voltear a revisar mi reloj, incrédulo de que hubieran pasado tres horas de película. Ver a Yûsuke Kafuku (Hidetoshi Nishijima), un actor atormentado por los últimos días que pasó con su esposa, la guionista interpretada por Reika Kirishima, mientras intenta montar una puesta en escena de “Uncle Vanya” ha sido de las experiencias más reveladoras que he tenido viendo una película.

La forma en la que se disecta una relación de pareja, las dinámicas entre las personas que la conforman y hasta lo que constituye una infidelidad son ideas que sería imposible explorar si Hamaguchi no se tomara su tiempo. Esto se refleja en las profundas conversaciones que tienen los personajes durante la película, pero también en la forma en la que la cinta está filmada. Las tomas largas de los caminos que van recorriendo en el coche son bellísimas y son de los pocos recordatorios que tenemos de que dichas conversaciones toman lugar dentro del vehículo. Como el mismo Kafuku nos dice: “Olvido que estoy en un auto cuando conduces”.

Comparo esto con mi experiencia viendo “Dune”, de Denis Villeneuve, en donde 10 de los 150 minutos de duración se van en ver a Chani (Zendaya) volteando lentamente hacia la cámara, con el pretexto de que son las visiones de Paul (Timothée Chalamet), pero con la realidad de que se necesitaba más tiempo en pantalla para que el departamento de Marketing pudiera justificar poner a Zendaya en el poster de la película. No me molesta sentarme tres horas a ver una película lenta, pero sí me molesta que estén desperdiciando mi tiempo. Como en el sexo, el problema no es ser tardado, es ser aburrido.

“Drive my car” es una de esas rarísimas películas que, a pesar de ser extensas, no podrían durar un minuto menos y transmitir el mismo mensaje de una forma tan perdurable. Cada minuto de filme está aprovechado al máximo, a tal grado que uno de los principales hilos de la película se resuelve a través del audio de un programa de televisión con tal sutileza que uno podría pensar que nunca tuvo resolución. Una película tan larga y a la vez tan colmada de detalles que vale la pena ver y disfrutar más de una vez.

¿Cuándo fue la última vez que viste una película de tres horas sin mirar el reloj?

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