Cuando Truman Capote publicó, en 1965, “A sangre fría”, la historia de un crimen aparentemente anodino en un poblado rural de Arkansas, sacudió los cimientos literarios estadounidenses y adquirió un prestigio y una fama que nunca lo abandonarían.
Pero, para llegar hasta allí, Capote había tenido que recorrer un camino de espinas.
Nació el 30 de septiembre de 1924, en Nueva Orleans, y fue bautizado como Truman Streckfus Persons (el apellido Capote lo adoptó del segundo marido de su madre).
La ausencia de sus padres en esos años tempranos lo marcó profundamente, igual que el suicidio posterior de su madre, y más porque era un niño muy sensible y afeminado.
En aquel ambiente rural y primario, solo congenió con otra reconocida escritora, Harper Lee, autora de “Matar a un ruiseñor”, una personalidad discreta y totalmente alejada del histrionismo de Capote, pero con la que supo guardar una profunda amistad durante toda su vida.
Aunque había publicado obras menores, su verdadero debut literario fue “Otras voces, otros ámbitos”, novela que escribió a los 23 años y que abordaba abiertamente su homosexualidad.
En los 60, Truman Capote decidió que quería dar un giro a su carrera y escribió una novela radicalmente diferente sobre un tema que entonces parecía lo menos literario del mundo: un oscuro crimen contra una familia entera en un pueblo de Arkansas, donde los dos asesinos buscaban una fortuna que nunca existió y por el cual se arriesgaban a la pena de muerte.
Capote se mudó literalmente a Arkansas, entrevistó a los dos asesinos, a fiscales, policías, amigos de la familia, maestros y alumnos que conocieron a los niños, y con ello fue armando una novela que según él contaba de forma veraz las vidas y las muertes de los asesinados, pero sobre todo la de los asesinos, a los que describió con una carga psicológica pocas veces conseguida.
Dicen que manipuló a todos los entrevistados para conseguir lo que quería oír y que mucho de lo descrito era, en realidad, imaginado.
“A sangre fría” le dio acta de nacimiento a un nuevo género que él llamó “novela de no ficción”, en el que descansa una buena parte de la narrativa contemporánea.
Sin alcanzar otro éxito como esta, su novela emblema, Truman Capote murió en 1984, con solo 59 años, de una crisis hepática complicada por el alcohol y las drogas.
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