En el juego de ida de las semifinales de la UEFA Champions League, el Liverpool derrotó 2-0 al Villarreal con un autogol de Ítalo Estupiñán y otro tanto de Sadio Mané
No creyó el Villarreal en poder obrar el milagro de nuevo. Como si la magia se hubiera agotado ante Juventus y Bayern y como si al ver la final tan cerca el vértigo le llevara a renunciar a ser él mismo. El Villarreal se encerró en Anfield y no aguantó. Dos torpedos, uno en propia puerta de Estupiñán y otro de Sadio Mané, dejaron tambaleándose al conjunto español y apelan al milagro en la vuelta.
El plan del Villarreal fue claro y no pretendió engañar a nadie: aguantar. Resistir lo que dieran las piernas, la suerte y la precisión del Liverpool. Unai Emery dispuso al equipo para meterse atrás y esperar algún golpe de fortuna arriba. Pero el Liverpool se comió en intensidad y contundencia a los amarillos, que no eran capaces ni de ganar un duelo y que vieron cómo toda la primera parte -y la mayoría del partido- se jugó cerca de su área.
Tuvo que aguantar chaparrones de juego ‘Red’ y llegaron las ocasiones. No sufrir hubiera sido insólito. Tres latigazos de Luis Díaz desde la frontal, un cabezazo de Mané desviado, dos tiros largos de Salah y la joya de la corona, un zapatazo de Thiago a una escuadra.
No era un milagro que el Villarreal se fuera al descanso con 0-0, pero casi. Los de Emery no fueron arrollados, pero no estaban disputando el partido. Eran un espectador más de los 53.000 en el estadio. Y eso ante Anfield y el que seguramente sea el mejor equipo de Europa no vale.
Liverpool toma ventaja rumbo a la final
El Villarreal no cambió el plan en la segunda mitad y la suerte cayó del lado inglés. Una entrada de Henderson por el perfil derecho llevó al capitán a centrar. La pelota tocó en Estupiñán lo justo para envenenarse y pillar saliendo a Rulli a por el centro. No pudo reaccionar a tiempo. Rozó el balón a contrapié sin poder despejarlo.
Un gol terrible para la estrategia de Emery, que se desintegró en dos minutos. Salah, quieto hasta el momento, quebró a la defensa amarilla con un pase entre las piernas de Pau Torres. Dejó solo a Mané, que metió la puntera directa a la red.
Y tuvo que dar gracias el Villarreal de que el asedio no fue a mayores, porque hubo dos goles anulados por fuera de juego, uno a Fabinho y otro a Robertson, y porque Rulli estuvo cerca de liarse en un disparo lejano de Luis Díaz.
El 2-0 es un resultado malo, muy malo, pero no mortal. El Villarreal estará vivo en la vuelta, pero necesitará jugarla. No le valdrá sólo firmar la hoja de presentación, tendrá que ir a buscar al Liverpool y tratar de ganarle por lo menos por dos goles de margen. Una desventaja que el equipo de Klopp no ha concedido en los 55 partidos que ha disputado esta temporada. De hecho, el Liverpool solo ha perdido tres encuentros esta campaña. No es imposible, pero sí un milagro.