Una nueva exhibición de fe ante cualquier campeón del mundo que enfrente se le pusiese, levantándose España al empate de Inglaterra y la lesión de su líder, Rodri, golpeando primero con el gol de Nico Williams, empatada por Palmer como castigo a un error y volviendo a tocar la gloria doce años después con el gol soñado de Mikel Oyarzabal, para ser la única selección que conquista cuatro ediciones de la Eurocopa.
España ya había ganado antes de la final. Volver a enganchar al país a su selección. Ponerse la camiseta con el mismo orgullo con el que se presumía en la mayor etapa de gloria entre 2008 y 2012. Parecía inalcanzable pero la conquista de la Liga de Naciones engrandecida por la Eurocopa, sitúa a la nueva generación en otro camino de gloria impensable en la travesía de once años que separó puntos de éxito.
El equipo de Rodri cuya lesión presentó un reto aún mayor. El que explota los extremos como nadie con Yamal y Nico. El de la furia representada en Carvajal. Pero también en Morata, un 9 que volvió a defender con la intensidad de un defensa. El de Dani Olmo como factor diferencial que fue decisivo en esta ocasión evitando en su área el empate. Una identidad que costó mostrar el día clave. En una final decide un mínimo error. El partido que demuestra quien sabe competir. Como hizo España en el segundo acto.
Por resultados nadie podrá juzgar a Gareth Southgate, de nuevo finalista de Eurocopa. De haber ganado nadie recordaría su apuesta futbolística, l forma de alcanzar el éxito. Con la derrota se le puede achacar el desperdicio de calidad realizado. Su sufrimiento en el camino, siempre en el alambre, con dos prórrogas y hasta penaltis, desgató el físico. Extenuada por una temporada que se le hizo larga a sus referentes, se sintió tan por debajo de España en ese aspecto que planteó un partido largo y acabó perdiendo se segunda final consecutiva.
Nadie antes que España protagonizó un camino a la gloria de similar magnitud. Derrotando a cada campeón del mundo desde un absoluto convencimiento en su fútbol. Visualizando el éxito antes de protagonizarlo. Entendiendo acciones del juego decisivas en cada partido. Ante Inglaterra fue un examen a la paciencia para no perder su orden y a la adaptación a su capacidad de amoldarse a distintos registros. Y le costó hasta llegar a desfigurarse en el primer acto. Sin encontrar en los extremos el peligro que sentía seguro con Yamal y Nico. El reencuentro fue letal.
Se mascaba la tensión. La final no fue vistosa durante 45 minutos porque Inglaterra lo impidió. Su fortaleza como contrapunto al virtuosismo español hasta la gran cita. Con el empuje mayoritario de la grada para cualquier carrera de Walker pero sin aparecer los futbolistas que deben marcar la diferencia, Foden y Bellingham. Sin balones a Kane que cuando la enganchó se encontró con un muro llamado Rodri. Un sobreesfuerzo para evitar el gol que le costó la final.
Cayó España en una posesión improductiva porque nunca pudo correr. Cuando lo intentó se estrelló con un repliegue que anuló cualquier intento. Stones salvaba una acción con bicicleta de Nico, Fabián realizaba el único disparo a puerta del primer acto, al minuto 28, rechazado y sin peligro para Pickford.
Era una final de guerrillas que no interesaba a España. Estudiada, minimizada en cada repliegue. Pese a no brillar estrellas del nivel de Foden o Saka, su capacidad para castigar el error es indiscutible. Lo cometió Carvajal en la acción que acabó con el caro peaje de Rodri. Cortó el disparo de Kane a costa de un percance muscular que le apartó del partido. Inglaterra apenas había llegado con un disparo de Foden apareciendo por sorpresa al segundo palo.
Se presentaba el más difícil todavía para De la Fuente, ganar la final sin el futbolista que ejerce el liderazgo. Zubimendi aceptó el reto de suplir a Rodri y exhibió personalidad. En lugar de temer, España dio el paso que demandaba el duelo gracias a sus dos grandes sensaciones. Yamal apareció entre líneas, encontró a Nico, Walker llegó tarde, y de primeras, con un preciso zurdazo de un jugador diestro al que cambió la vida Ernesto Valverde haciéndole jugar a pierna cambiada, sumaba su nombre a la prestigiosa lista de goleadores españoles en finales de Eurocopa.
Los dos ‘culpables’ del cambio de estilo que apadrina De la Fuente explotaban su electricidad. Como ocurrió ante Francia, en tres minutos pudo tumbar a su rival. Yamal, máximo asistente del torneo con cuatro asistencias ya con 17 años recién cumplidos, soltó la cadena, Nico encontró a Olmo que perdonó cruzando en exceso su disparo con todo para marcar. Era la sentencia.
El escenario ya había cambiado para Inglaterra. No le serviría lo mostrado hasta entonces, obligada a proponer y aumentar riesgos de los que disfrutó Yamal. Ajeno a la dimensión del partido se liberó de la banda para inventar al movimiento al espacio de Morata. Tan voluntarioso como desacertado en el mano a mano ante Pickford. En una acción prolongada por un latigazo de Nico. Suficiente para haber cerrado la final con la pegada que se añoró.
Porque el movimiento de Southgate surtió efecto cuando no atendió a los galones para retirar del campo a Kane por Watkins. Protagonista de una de las resurrecciones inglesas que cambió la dinámica de la media hora final con un primer aviso desde la frontal. Con los riesgos que corría por los espacios a Yamal que la tuvo en un contragolpe pero se estrelló con Pickford.
El desenlace estaría a la altura del torneo de España. Castigada desde un error, por el atrevimiento de Cucurella tras una acción primera de remate de Oyarzabal, que había dado el relevo a Morata. El espacio a su espalda provocó un empate de la manera que nunca lo debió conceder. Sorprendida en transición cuando Jude cedió de espaldas a portería a la llegada de Palmer que la colocó donde no podía llegar Unai Simón.
Restaban 17 minutos y arrancaba una nueva final con la amenaza de la prórroga que a ninguno interesaba. De nuevo se levantó España de un golpe como cada vez que lo recibió en el torneo. Había perdonado Yamal otra clara por asegurar el disparo y toparse con Pickford cuando el fútbol y la fe ciega de De la Fuente en Oyarzabal encontró el premio. Cucurella se desquitó de su error atacando su banda y a su centro tenso apareció con todo Oyarzabal para abrazar la gloria.
En esta ocasión no hubo milagro inglés. Lo acarició con dos testarazos en un chispazo en el añadido. El primero repelido por Unai Simón. El segundo salvado sobre la línea por Dani Olmo para ser celebrado como un gol. España ya era campeona de Europa. La Eurocopa de Luis de la Fuente, ganador con todas sus apuestas, hasta con la insistencia en Oyarzabal. La cuarta Eurocopa, la primera de una generación que también ha superado retos inimaginables.
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