Debido al cierre de escuelas como medida para evitar la propagación de COVID-19, especialistas en educación, organismos internacionales y docentes advierten consecuencias que incluyen la deserción escolar y aprendizajes no alcanzados
El efecto dominó, que se produce cuando un suceso genera una serie de acontecimientos en cadena, ejemplifica de manera gráfica lo que ha ocasionado la pandemia por la enfermedad COVID-19 en el mundo. Desde esta perspectiva, la primera ficha de la fila es el surgimiento del SARS-CoV-2 y su diseminación por el planeta, la cual, al iniciar el referido efecto, impactó enseguida a la del sistema de salud y así, sucesivamente, a las fichas de los otros sistemas, como la del educativo.
En este último caso, debido al cierre de escuelas como medida para evitar la propagación de COVID-19, especialistas en la materia, organismos internacionales y docentes advierten consecuencias que incluyen la deserción escolar, aprendizajes no alcanzados y pérdida e interrupción de los mismos, además de deficiencias que deberán subsanarse en ciclos escolares posteriores, a pesar de la implementación de clases en línea o por televisión.
“Los maestros tenemos momentos metodológicos, uno de los momentos metodológicos, en un plan de trabajo, pues siempre va a ser recuperación de conocimientos previos cuando tú das un tema nuevo; entonces, sí es un tema que se debió abordar en el periodo de la contingencia, pues obviamente el chico va a ir con mucha duda o te va a responder con alguna pregunta. Entonces, no va a ser favorable, va a repercutir mucho en el aprendizaje esperado. (…) Los que están en tercero de preescolar, que van a primero (de primaria), pues van a ir desfasados; los que salieron de sexto a secundaria, pues también”, alertó en entrevista un docente, quien prefirió el anonimato, que labora en una primaria rural del municipio de San Juan del Río, Querétaro.
Marco Antonio Fernández Martínez, profesor-investigador de la Escuela de Gobierno del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey y coordinador del Programa de Educación de México Evalúa, agregó que la emergencia provocada por el coronavirus afectará inevitablemente a los ciclos escolares 2019-2020 y 2020-2021, ya que, “además del ajuste de los calendarios escolares, lo que van a tener que hacer (las autoridades) es, de qué manera, en los siguientes ciclos escolares vamos compensando los aprendizajes no alcanzados en el (ciclo) 19-20 y 20-21”.
Explicó que el no alcanzar los aprendizajes se debe a que, al estar en casa, los estudiantes no tienen interacción con profesores y compañeros, carecen de aplicaciones prácticas del conocimiento y no cuentan con retroalimentación.
Coronavirus, amenaza para la educación
Las problemáticas de COVID-19 en el ámbito educativo han sido abordadas por Jaime Saavedra Chanduví, director de Prácticas Mundiales de Educación del Banco Mundial. En su artículo “COVID-19 y educación: algunos desafíos y oportunidades”, publicado en el blog de dicho organismo, señaló: “Estamos viviendo la que es potencialmente una de las mayores amenazas en nuestra vida para la educación global”, una situación que, enlistó, puede afectar a las y los niños con pérdidas en los aprendizajes, carencia de la alimentación que reciben en los entornos escolares y aumento de las tasas de deserción.
“Es fundamental mantener el vínculo de los estudiantes con el proceso educativo, especialmente los jóvenes de secundaria. Las tasas de deserción escolar siguen siendo muy altas en muchos países y un largo periodo de falta de clases puede resultar en un aumento mayor. Muchos jóvenes pueden simplemente no regresar a la escuela”, mencionó.
Sin preparación para la emergencia
Aunque la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) destacó las medidas tomadas por los países para limitar las consecuencias de la suspensión de actividades en centros educativos, en el artículo “Consecuencias negativas del cierre de las escuelas”, publicado por el mismo organismo, refirió una serie de aspectos negativos de este fenómeno; entre ellos se encuentran la falta de preparación de los padres para la enseñanza a distancia o desde la casa y el acceso desigual a las plataformas de aprendizaje digital.
Al respecto, tras manifestar que hay familias que no tienen un teléfono inteligente o acceso a Internet, el profesor sanjuanense reconoció: “Hasta este momento nos damos cuenta que, realmente, no estamos todavía listos, no estamos preparados, nunca nos preocupamos por pensar que fuese a ocurrir algo así. (…) Tengo padres de familia que tienen hijos de 10, 11 años, que son, me atrevería a decir, casi de la tercera edad; entonces, eso los limita mucho para manejar teléfonos inteligentes. Y cuando se trata de explicarle a su hijo, se cierran con el discurso de ‘eso ni yo me lo sé’; me atrevo a decir que no soy el único que está pasando por un caso similar”.
Además de coincidir con el docente, Marco Antonio Fernández añadió: “Llevamos múltiples sexenios haciendo alarde de supuesto uso de la tecnología y de la formación de los docentes y, pues, esta crisis lo único que terminó haciendo es desnudar al sistema educativo, que ese uso de la tecnología, que esa supuesta capacitación que se dio y demás, pues se hizo con profundos defectos”.
Puntualizó que la lección de la emergencia es que los esfuerzos de educación a distancia deben consolidarse, “hacerse bien, no al aventón, no en la ocurrencia”, pues servirían como una alternativa ante las contingencias.
