Hace seis años, un colectivo de músicos africanos lanzó un tema titulado “Africa stop Ebola”, una canción que ayudó a sensibilizar las opiniones sobre el virus. Ahora, con la pandemia de COVID-19, el tema cobra vigencia, haciendo patente que la industria de la música es un canal de comunicación efectivo que puede ayudar a erradicar la epidemia de desinformación que se genera ante una emergencia sanitaria.
Como parte de “Futuro a voces”, un espacio del proyecto “Futuros posibles”, de Sura, el director del Laboratorio de Música y Cambio Social en la Universidad de Nueva York, Carlos Chirinos, habló sobre su experiencia en el movimiento “Africa stop Ebola” y del reto de la industria musical ante la pandemia del COVID-19.
“Antes del COVID, la epidemia más grande que había en el mundo era la del ébola; en la época en la que aparece el ébola en Guinea, parte de mi trabajo era ser asesor de intervenciones comunicacionales en varias partes de África (…) y el problema principal que tenía era que todas las intervenciones o campañas de salud eran rechazadas, porque imponían una versión biomédica en comunidades que no la entendían o que si la entendían, la rechazaban porque atacaba sus valores culturales… Y por otro lado, me encuentro en la situación de que colegas y agencias musicales nos empiezan a cancelar conciertos de artistas africanos porque pensaban que iban a llevar el ébola, y con una gran amiga, Valérie Malot, que lleva una agencia en París 3D Family/Afropicks, que representaba a algunos de los artistas africanos más importantes de ese tiempo -Salif Keita, Amadou & Mariam, Mory Kanté, Tiken Jah Fakoly-, comenzamos a planear qué podíamos hacer para cambiar la situación y propusimos crear una canción con una narrativa específica de cambio de comportamiento sobre el ébola”, indicó el productor musical.
En poco tiempo, la canción se convirtió en tendencia y lograron crear toda una campaña con 400 artistas locales, celebridades, personal médico y asociaciones como Médicos sin fronteras para cambiar la perspectiva que se tenía sobre la enfermedad. Además, entonces en Guinea se realizó un concurso de canciones sobre esta temática, que arrojó más de 200 canciones.
“Empecé a analizar los comportamientos que la gente tenía en relación con el ébola, las visiones culturales… Se hablaba de que era una arma biológica, que no existía y eso lo vemos ahora con COVID, y pasa con todas la epidemias. Los artistas escribieron sus letras para reforzar la idea de confianza en el sector salud, porque el mayor problema era el gran nivel de desconfianza que se tenía hacia las instituciones de salud”.
Aunque es difícil saber el alcance del mensaje, como parte del proyecto se hicieron encuestas que arrojaron que la gente confía más en un artista, en un médico o en un presentador de radio que en un representante del gobierno o vocero de salud: de ahí el éxito de la campaña.
“El sistema de salud asume que el público o receptor tiene el entendimiento de todas esas nociones que tú estas implicando en una sola palabra, por ejemplo: ‘usa la máscara’ es un mensaje muy básico de tres palabras, pero hay resistencia al uso de máscara o cubrebocas, entonces, al repetirle a las personas que se oponen a usarla que la usen no las vas a convencer, usualmente van a hacer lo opuesto (…) entonces, usa elementos culturales propios del receptor que lo ayuden a entender la noción del mensaje básico que se está generando; la canción es solo una excusa, la canción tiene algunas propiedades de comunicación básicas que son que no se convierten en fastidiosas por la repetición: si te gusta una canción la pones 10 o 20 veces, y a eso se suma la narrativa de los artistas y la posibilidad que tienen de influir en las opiniones de la gente”.
Asimismo consideró que la industria de la música debe reinventarse para desarrollar un modelo sustentable más apegado a generar conciencia.
“Al debilitarse el modelo económico de la música a través de los ‘shows’ en vivo, porque el ‘streaming’ beneficia solo al uno por ciento de los artistas, la industria necesita reinventarse (…) si este modelo tradicional no regresa, los artistas, los gestores culturales y la industria de la música van a tener que reinventar un modelo y yo espero que sea un modelo que se base en un cambio social”.
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