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noviembre 25, 2024

Ecos de la pandemia

La COVID-19 afectó a todos, pero los daños se han cuantificado de diferente manera alrededor del mundo. Italia fue de los más afectados en los primeros días, España vivió uno de los cierres más estrictos y República Dominicana perdió su ritmo

En diciembre de 2019, se registró el primer caso de COVID-19 y, ahora, más de ocho meses después, la enfermedad se ha expandido por todo el mundo, afectando física y mentalmente a las personas, quienes a su manera han sabido sortear las dificultades que la pandemia ha traído consigo.

La situación en México es bien conocida: los contagios aumentan y los servicios de salud siguen peleando uno de los momentos más críticos. El jueves, la Organización Panamericana de la Salud alertó que tanto México como Estados Unidos concentran el 85 por ciento de las muertes de personal sanitario en América, pero ¿qué pasa con los otros países, que, aunque lejanos, también son parte de la lucha?

España: “me falta libertad”

“En España el confinamiento terminó hace ya tres meses, pero la ansiedad sigue en auge, porque ves que día a día aumentan los contagios y que todo está yendo a peor (…) la ansiedad es continua porque piensas: ‘si nos vuelven a encerrar, si tengo que volver a parar mi trabajo o mi vida’”, explica Sonia Ledesma.

La nación ibérica es el noveno país con más contagios en todo el mundo, con 488 mil 513 casos; además registra 29 mil 134 muertes. La semana pasada tuvo un repunte de casos, con más de 53 mil y 114 nuevas infecciones por cada 100 mil habitantes.

“Cuando pienso en los tres primeros meses del año, veo lo afortunada que era de tener libertad plena, de poder salir a la calle, tomar un café, ver a mi familia, cenar con mis padres o mis abuelos… hasta salir a comprar. Ahora estoy contenida en muchos sentidos, me falta libertad”.

Entre los confinamientos más estrictos se encuentra el que vivió España, luego de que los casos comenzaron a subir estrepitosamente. La Guardia Civil y la Policía Nacional se encargaron de evitar que las personas salieran a las calles.

“A mi familia no la vi desde el 10 de marzo hasta junio, eso es lo más complicado, pero después del confinamiento se me hace más duro verlos de lejos y no poder acercarme. La última vez que fui a verlos, solo me quedé en la puerta”.

Ledesma, al trabajar con niños y personas con discapacidad, tiene que realizar todos los días y sin falta los protocolos de seguridad, desde planificar las citas de sus pacientes para que no se encuentren en la sala de espera o limpiar cada que salen de la atención logopédica.

“Yo trabajo con muchos niños y personas con discapacidad… ¿cómo le dices a un niño que no te abrace o que no se te acerque para que le ayudes?”.

Actualmente, ha tenido que adaptarse a trabajar mediante la tecnología: “Nunca hubiera imaginado hacer así mi trabajo a través de un móvil, pero al ver cómo sanan los pacientes, es muy positivo”.

En mayo, Bain & Company publicó una encuesta en la que señaló que 68 por ciento de los trabajadores españoles afirmó ser igual o más productivo trabajando en remoto.

“Entre mis allegados más cercanos, gracias a Dios, toco madera, no ha habido demasiado problema, pero el impacto a nivel de salud mental y de trabajo creo que es muy importante y está todo muy ligado. A la mayoría de mis familiares les ha bajado muchísimo el trabajo, han estado afectados por paros, por expedientes de regulación de empleo; las personas que no han tenido expediente de regulación de empleo y que han vuelto a la empresa, el trabajo ha bajado mucho”.

Ledesma vive en Mallorca, donde la mayoría de las personas vive del turismo que hay en verano, pero con las medidas “están pasando por un tema de ansiedad y tristeza. La mayoría está preocupada sobre cómo vamos a salir de esto, porque se acerca el invierno”, época en la no hay trabajo, pues no hay turismo. “Lo que más va a afectar la pandemia es la economía, ya veníamos de una crisis económica muy grande y ahora a ver cómo nos recuperamos de esta, pero esperemos que todo vaya bien”.

Italia: nuevas oportunidades

Cuando la COVID-19 se empezó a esparcir por el mundo, Italia fue el epicentro de una de las batallas más cruentas contra la enfermedad, que se ha cobrado hasta el momento la vida de 35 mil 507 italianos.

Beatrice Zamuner relata que los primeros tres días del cierre fueron los más complicados de su vida. Ella vive en Venecia y su región, Veneto, fue de las primeras en declararse como zona roja junto con Lombardía.

“Cuando (Giuseppe) Conte (primer ministro de Italia) anunció las zonas rojas, me enfadé muchísimo, porque mi provincia estaba en zona roja, pero otras no, que teníamos de diferente con Verona, por ejemplo, que no estaba en zona roja… Luego, tres días después, toda Italia fue declarada en zona roja y comenzó el cierre de emergencia para todos”.

“Italia fue el primer país que hizo un cierre de emergencia y eso me afectó mentalmente, nadie había imaginado algo así de extremo”.

Con el paso de los meses, Italia está saliendo de la crisis; actualmente el número de contagios está bajando considerablemente y es uno de los más bajos de Europa y el mundo.

“Mi estilo de vida cambió durante el cierre de emergencia (marzo-mayo). Fueron dos meses sin ver a mi familia, solo vivo con mi mamá, pero también he sacado algo positivo, porque estudié mucho, como nunca antes lo hice. Después encontré un nuevo trabajo, algo que no esperaba”.

Antes de la pandemia, Zamuner viajaba por su trabajo siete u ocho veces para acudir a Grandes Premios de la Fórmula 1, pero con la problemática tuvo que parar; no obstante, con la nueva oportunidad laboral, “ahora estoy viajando por los autódromos italianos cada mes”.

La cuarentena también le dio la oportunidad a Beatrice de aprender sobre la convivencia con su mamá: “Las dos no tenemos un carácter exactamente tranquilo, fue difícil, pero aprendí que ser altruista y tranquila es la clave para vivir conmigo misma y con las personas que tengo alrededor”.

Asimismo, explica que la cocina fue otra parte importante que aprendió durante el confinamiento: “Fue algo positivo porque yo no amo cocinar y eso me dio la oportunidad de aprender bastante”.

República Dominicana: nostalgia por la libertad

La nación ubicada entre el mar Caribe y el océano Atlántico cuenta con una población de 10.6 millones de habitantes, de los cuales 96 mil 629 han sido afectados por la Covid-19.

“En Dominicana acostumbramos a reunirnos mucho, la socialización es algo que nos define y, al estar limitado por la situación, hace que uno llegue a sentir nostalgia o hasta desanimarse al recordar la libertad que teníamos antes de la pandemia”, explica el dominicano Gerardo Ramírez.

La música y el baile de la isla hacían florecer sus calles, aceleraban el corazón al ritmo de los sonidos, pero ahora hay un silencio. “(Lo más complicado es) no poder salir a bailar con mi grupo de amigos, lo cual era una costumbre de casi todos los fines de semana”.

Las afectaciones por el confinamiento se registran en lo laboral y en las emociones y Gerardo no es ajeno a ellas: “Primero mi trabajo se suspendió, luego se canceló; además, el no poder salir a divertirme me afectó mucho en mi ánimo”, pero también la pandemia trajo nuevas oportunidades: “He tenido más tiempo para reflexionar en mi persona y apreciar más la compañía de los demás”.

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