Como sacado de una película de superheroes, investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) diseñaron un termógrafo; se trata de un aparato que salva vidas a través de imágenes térmicas, pues es capaz de detectar hasta el cáncer más pequeño.
La aplicación es futurista, rompe con el machismo, los tabúes, el temor y sobre todo con el miedo que en ocasiones causa conocer el resultado.
Ángel Luis Rodríguez Morales, académico del Centro de Física Aplicada y Tecnología avanzada de la UNAM campus Juriquilla, aseguró que casi todas las investigaciones tienen algo de experiencia personal y la creación del termógrafo también tiene su historia.
El proyecto lo inició hace ocho años, junto con cinco compañeros; el objetivo: ayudar a reducir la tasa de mortalidad en mujeres por cáncer de mama.
“De acuerdo con estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México se obtuvieron 14 mil casos nuevos al año y el 85 por ciento de estos no se detecta a tiempo, lo que generó 5 mil 700 muertes en 2019; entonces, el cáncer es la primera causa de muerte en mujeres de entre 30 y 54 años de edad”.
De acuerdo con el INEGI, en Querétaro, la tasa de mortalidad de cáncer de mama es de 18.6 mujeres por cada 100 mil.
Dijo también que antes cuando se hablaba de cáncer de mama este ocurría en mujeres de 55 años o más, pero ahora han detectado casos en jóvenes de entre 18 y 20 años.
Entre los factores de riesgo, enlistó, está el sedentarismo, una mala alimentación, la postergación de la vida de procreación o simplemente factores hereditarios, por lo que recomendó la autoexploración y acudir al médico después de cumplir los 40 años para que les realicen el estudio mastográfico.
“Sabemos que el cáncer de mama en México representa la primera causa de muerte en las mujeres; uno de los problemas que encontramos asociados a esto es que las personas no van a hacer sus estudios de mastografía de forma regular”.
Por ello, detalló que los investigadores buscaron una variable física que les pudiera mostrar la posibilidad de alguna enfermedad en la mama, sobre todo alguna enfermedad maligna, y a través de una cámara infrarroja (termógrafo) encontraron que generalmente las lesiones en la mama presentan una mayor vascularización que ocasiona que se incremente la irrigación sanguínea y aumente la temperatura en la superficie.
La diferencia entre la mastografía y la termografía, explicó, es que básicamente en la primera se le toman dos placas de Rayos X a cada mama, en las que la paciente tiene que posicionarse en una plancha que le comprime cada uno de los senos y, al interpretarla, se verifican los cambios de densidad; mientras que el análisis infrarrojo mamario (termografía) lo que hace es detectar manchas térmicas asociadas con la hipervascularidad a cambios metabólicos y procesos inflamatorios, cuyo procedimiento es totalmente inocuo, es decir, no hay contacto con la paciente y tampoco radiación.
Enfatizó que cuando obtuvieron la validación del modelo de distribución térmica en las glándulas mamarias pasó a la segunda fase que consistió en un programa piloto, el cual se está llevando a cabo en el Instituto Municipal de la Mujer de Corregidora, con una efectividad del 86 por ciento.
“Nos dimos a la tarea de realizar un modelo matemático en un proyecto que se llamó Modelo de Distribución Térmica de las Glándulas Mamarias de la Mujer en México, entonces, a través de una red nacional, somos capaces de determinar los patrones térmicos que se puedan asociar a una patología tanto benigna como maligna, pero una de las restricciones es que si las lesiones están en las primeras etapas o es una lesión, es muy pequeñita (uno o dos milímetros), la eficacia de la técnica de infrarrojo se reduce considerablemente, al igual que se reduce la técnica de ultrasonografía y en unos casos de mastografía, o sea, las primeras etapas cuando la lesión es muy pequeña, es muy difícil de detectar”.
Reconoció que siguen prevaleciendo ciertos tabúes: “Nos han dicho que no se hacen el estudio porque van a contraer cáncer, porque creen que la radiación que se está aplicando es tan alta que les va a producir cáncer; otras personas creen que si tienen alguna lesión maligna, al momento de hacer la compresión piensan que se va a diseminar y todo esto es falso; nos ha tocado ir a la sierra y muchos de los caballeros dicen: ‘a mi esposa nadie la va a ver y mucho menos la va a tocar’; entonces, esos son algunos motivos por los que la gente no acude a realizarse la prueba”.
“Te puedo decir que de marzo del año pasado a la fecha se han realizado 3 mil 992 termografías, de las cuales solo han registrado 15 casos de riesgo alto”, confirmó Patricia Narváez Delgadillo, directora del Instituto Municipal de la Mujer de Corregidora.
El instituto ha atendido a mujeres de otros municipios del estado, como El Marqués, e incluso de otras partes de dentro y fuera del país, como Guanajuato, Ciudad de México y San Antonio, Texas.
La doctora Belem Guizar, quien practica el estudio, recordó que este es inocuo y explicó que hay casos de niñas de entre 12 y 16 años que acuden a hacerse el estudio porque tienen factores hereditarios por parte de su mamá y su abuela, quienes tuvieron cáncer.
Una mañana, María Magdalena Quintana Medina, sintió una protuberancia anómala en uno de sus senos y, ni tarda ni perezosa, acudió al Instituto Municipal de la Mujer de Corregidora donde le realizaron un estudio de termología. Ella venció el miedo que ha matado a miles de mujeres, dejó a un lado la vergüenza y desnudó su torso ante la doctora.
El diagnóstico fue como un balde de agua fría, pues, aunque en varias de las imagenes solo se apreciaba una bolita, la doctora que la atendió le dijo que no se preocupara, que no era cáncer, pero que era necesario practicarle otros estudios, por lo que al acudir a su servicio médico, el ginecólogo le pidió una mastografía para salir de la duda y la mandó a un laboratorio particular.
El resultado fue positivo a cáncer. Al escuchar la noticia, ella se vino abajo: sintió cómo su mundo se desmoronaba y poco a poco sus lágrimas cubrieron su rostro por el golpe emocional.
Se sintió morir, al grado de que un par de días después decidió hacer su testamento y poner sus asuntos legales en regla, pues su destino era incierto y tenía que dejar todo al día.
Cuando regresó al instituto municipal, lo primero que recibió fue apoyo moral y psicológico, pues la doctora que la atendió le dijo que no tenía que preocuparse e incluso le volvió a asegurar que no tenía cáncer, aunque los resultados dijeran lo contrario y, al realizarle un segundo examen, se confirmó que lo que ella tenía era una mastitis (infección en la glándula mamaria) y no cáncer de mama, como le habían dicho.
A sus 62 años, ahora llama a las mujeres a realizarse el examen de termografía, el cual, dice, es muy divertido, porque es como si fuera una sesión de 25 fotos, unas de frente y otras de ambos lados.
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