En un mundo marcado por la polarización política e ideológica, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió –en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Tolerancia, este 16 de noviembre– que la injusticia, la violencia, la discriminación y la marginación se han convertido en las formas más comunes de intolerancia.
Con el impacto de la pandemia de COVID-19, la crispación del debate público en las redes sociales y sus noticias falsas, las oleadas migratorias sin precedentes y la radicalización de posiciones políticas, el organismo multilateral destacó la importancia de la tolerancia “no solo como un deber moral, sino como un requerimiento legal para los individuos, los grupos y los Estados”.
La conmemoración del Día Internacional de la Tolerancia fue establecida en 1996, luego de que la Asamblea General de la ONU aprobara la resolución 51/95, “y es más importante que nunca, en una era en la que el extremismo y el radicalismo violentos van en aumento y los conflictos se caracterizan por un menosprecio fundamental de la vida humana”.
A raíz de las protestas multitudinarias contra el racismo en Estados Unidos, más de 150 intelectuales publicaron el texto titulado “Una carta sobre la justicia y el debate abierto”, en el que advirtieron acerca del surgimiento de “actitudes morales y compromisos políticos” para debilitar la tolerancia y fortalecer “una conformidad ideológica”.
“Las fuerzas del antiliberalismo están ganando terreno en el mundo y tienen un poderoso aliado en Donald Trump, quien representa una verdadera amenaza a la democracia. No se puede permitir que la resistencia imponga su propio estilo de dogma y coerción, algo que los demagogos de la derecha ya están explotando. La inclusión democrática que queremos solo se puede lograr si nos expresamos en contra del clima intolerante que se ha establecido por doquier”, enfatiza la misiva firmada por el lingüista y politólogo estadounidense Noam Chomsky.
Dicha carta resalta que los periodistas, los artistas y los escritores son ya los principales afectados de un contexto que estrecha cada vez más “los límites de lo que se puede decir sin amenaza de represalias”.
“El libre intercambio de información e ideas, la savia de la sociedad liberal, está volviéndose cada día más limitado. Era esperable de la derecha radical, pero la actitud censora está expandiéndose en nuestra cultura: hay una intolerancia a los puntos de vista contrarios, un gusto por avergonzar públicamente y condenar al ostracismo, y una tendencia a disolver cuestiones políticas complejas en una certeza moral cegadora. Defendemos el valor de la réplica contundente e incluso corrosiva desde todos los sectores”, agrega el texto publicado por la revista estadounidense “Harper’s Magazine”.
Así mismo, el documento concluye haciendo un llamado a defender y mantener “la posibilidad de discrepar de buena fe, sin consecuencias funestas”, ya que los periodistas, los escritores y los artistas no deben esperar a que el Estado o el público preserven aquello de lo que depende su propio trabajo.
“Esta atmósfera agobiante afectará en última instancia a las causas más vitales de nuestro tiempo. La restricción del debate, la lleve a cabo un gobierno represivo o una sociedad intolerante, perjudica a aquellos sin poder y merma la capacidad para la participación democrática de todos. La manera de derrotar las malas ideas es a través de la exposición, el argumento y la persuasión, no de tratar de silenciarlas o desear expulsarlas”, añade.
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