A casi un año de que inició la pandemia del COVID-19, las enfermeras no solo enfrentan agotamiento, cansancio físico y emocional, y algunas secuelas por el uso del equipo médico; también mucha frustración ante la indolencia de la gente que sigue sin creer que esta enfermedad mata y que los hospitales están al borde del colapso.
Martina Sánchez Rincón es enfermera general en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y desde que inició la contingencia sanitaria por el COVID-19 ha estado, junto con otra compañera, en el área Triage, que es la primera zona de contacto con pacientes sospechosos de COVID-19, lo expresa.
“Mi función básicamente es realizar un cuestionario a todos los que llegan al área para identificar a un paciente con signos y síntomas de enfermedad respiratoria con sospecha de COVID-19, con la finalidad de disminuir el riesgo de contagio”.
Recuerda que al principio llegaban a atender entre tres y cuatro pacientes de las dos de la tarde a las 9:30 de la noche, sin embargo, conforme fueron aumentando los contagios, fue creciendo el número y actualmente registran 16 pacientes diarios.
“En ocasiones el doctor ya no alcanzaba a ver a todos los pacientes que en su mayoría eran sospechosos de COVID-19; en el turno matutino solo hay dos compañeras y en el vespertino también somos dos, el motivo es porque contamos con especialidad, mientras que el resto no; así que ellas no pueden entrar al triage”.
Explicó que hace dos meses se enfermó de las vías urinarias porque evitaba ir al baño, pues eso le implicaba quitarse todo el equipo de protección.
“Usamos un uniforme quirúrgico, encima un overol y hasta arriba una bata desechable, un gorro desechable, dobles guantes, careta o ‘gogles’ y un cubrebocas KN-95; entonces, quitarnos todo el equipo al ir al baño nos representaba tiempo, así que opto por aguantarme las ganas de hacer pipí; siempre se ha sabido que ya trayendo el equipo y habiendo tenido contacto con los pacientes COVID-19, es más fácil contagiarse al momento de retirar el equipo para ir al baño y volvernos a poner; por eso yo hasta la una de la tarde tomo líquidos y después ya no lo hacía hasta después de las ocho de la noche, que salía el médico”.
Reconoció que al principio tenía mucho miedo de contagiarse y después contagiar a su esposo, hijas y a su madre, con quien actualmente viven, pero con el paso del tiempo el temor disminuyó porque todos extremaban precauciones.
Sin embargo, refirió, hace poco su esposo empezó a sentirse mal, aunque solo tenía resfriado y cuando se hizo la prueba resultó positivo.
“Él es operador de ambulancia y entonces creemos, aunque no lo sabemos con certeza, que él contagio a mi mamá y a mis hijas de 11, 13 y 16”.
Por fortuna, dijo, su mamá y sus hijas no han presentado síntomas graves, por lo que solo tuvieron que aislarse en casa.
“El 21 de diciembre empecé con un dolor de espalda muy fuerte y como solo martes y jueves hacen las pruebas, yo me la tenía que realizar el 24 de diciembre, pero por ser festivo cambiaron el día para el lunes, así que todavía no me dan el resultado”.
Aseguró que una vez que obtenga el resultado o transcurra el tiempo que tiene que pasar para recuperarse regresará a trabajar, porque sabe que sus compañeros la necesitan y porque ama lo que hace.
“Ahora que me enfermé de las vías urinarias, mi esposo me dijo que pidiera un cambio a otra área, que tomara vacaciones o un permiso por tres meses, pero a pesar del cansancio y del estrés que representa estar en un área de riesgo, volveré a trabajar, porque me gusta mi trabajo”.
Reconoció que le gusta servir a la población, aunque en ocasiones siente que está navegando contra corriente, porque las personas siguen sin cuidarse ni atender las recomendaciones básicas sanitarias, como el uso del cubrebocas, mantener la sana distancia, lavarse las manos con frecuencia y quedarse en casa si no se tiene nada a qué salir.
“Me gustaría que la gente entendiera que nosotros como personal de salud hacemos nuestro trabajo porque nos gusta, pero es muy cansado estar atendiendo a las personas y ver cómo se deteriora, porque los enfermos de COVID-19 quedan con secuelas y la gente sigue siendo indolente al asistir a reuniones o estar en lugares muy concurridos”.
Por ello, exhortó a la población a cuidarse y a cuidar a su familia, porque en la medida que lo haga su trabajo disminuirá considerablemente.
Nancy Susana Méndez Sánchez, secretaria nacional de la Asociación Mexicana de Estudiantes de Enfermería y enfermería obstétrica, manifestó que todos los enfermeros son profesionales de la salud científica que merecen un salario digno y mejores prestaciones.
Al festejar el Día de la Enfermera, llamó a las autoridades federales y estatales a darles el reconocimiento que merecen y sobre todo a dignificar su profesión.
“En 1931, el médico José Castro Villagrán, director del Hospital Juárez de México, calificó la presencia de las enfermeras como un ‘regalo de reyes’ para los pacientes, pero no solo somos un regalo, somos más que eso y nos merecemos un trabajo bien remunerado”.
La especialista quirúrgica reconoció que desde que inició la pandemia, la asociación ha ayudado a muchos compañeros pasantes y profesionistas que están en la primera línea de atención al COVID-19.
Aseguró que los han dotado de caretas, cubrebocas, batas, overoles, guantes y todo lo que requería el personal del Hospital General Regional 1, del Hospital General Regional 2, del Hospital General de Querétaro y varios hospitales privados, como el San José y el de la Santa Cruz; así como los nosocomios de Jalpan, San Joaquín, Colón y San Juan del Río.
“Esta pandemia nos tomó a todos por sorpresa y, aunque este tipo de situaciones no las enseñan en lo académico, te puedo decir que cada enfermera y enfermero ha sacado la casta a pesar de lo pesado que ha sido no solo por la incomodidad de usar el equipo de protección, sino por el agotamiento y cansancio que implica el trabajo que realizan y sobre todo porque sigue habiendo gente que no cree que esto la pueda matar”.
La preocupación del gremio, dijo, es que la sociedad no extrema los cuidados que debería para poder romper la cadena de contagios y, por lo tanto, los hospitales están saturados.
“Hay un desgaste físico, emocional y de salud, inclusive muchos colegas ya han sido víctimas de esta enfermedad y han muerto o incluso hay quienes han contagiado a sus familias, por eso nuestra preocupación es qué vamos a hacer para que la sociedad entienda que necesita tomar las medidas para que esto termine pronto”.
Aseguró que la sociedad debe crear conciencia para entender la magnitud de esta pandemia, los estragos que deja y, sobre todo, las muertes.
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