El autor español Imanol Caneyada que radica en México desde hace más de dos décadas se encuentra trabajando en una nueva novela que cerrará la trilogía compuesta por las obras “Fantasmas del oriente” y “Nómadas”
Una novela con diversas posibilidades narrativas que parte de la búsqueda de una justicia histórica que despierta los fantasmas del clasismo, el racismo y la xenofobia que desde hace mucho tiempo viven en México, eso es “Fantasmas del oriente”, la más reciente obra del autor español Imanol Caneyada.
El escritor y periodista conocido por obras como “Espectáculo para avestruces” y “La fiesta de los niños desnudos” platicó en entrevista exclusiva para “Códigoqro” sobre su más reciente trabajo.
¿Cómo definirías ‘Fantasmas del oriente’?
“Desde que la concebí traté de apostarle a que fuera una novela que encerrara muchas novelas; si bien tiene una trama negro-policiaca, también es una novela histórica y al mismo tiempo es una novela de amor y de amistad; la apuesta era que en una novela estuvieran encerradas todas esas posibilidades narrativas partiendo de una premisa muy extravagante, que es la posibilidad de que un descendiente de la comunidad china, que a principios del siglo 20 fue masacrada, perseguida, despojada, llegue al México actual a reclamar una reparación del daño y una justicia histórica, y digo descabellada porque vemos que este reclamo quijotesco despierta todos estos fantasmas que nos vienen acompañando desde hace mucho tiempo en México: el clasismo, el racismo y la xenofobia”.
¿Cuál crees que ha sido tu principal evolución como autor en esta novela?
“Una de las cuestiones que fueron muy nuevas para mí y que significó un aprendizaje es el tono: mis anteriores novelas son más trágicas, mientras que en esta desde el principio el tono surgió desde el humor negro, la farsa, la ironía, el absurdo (…) por otro lado hay un personaje que a lo mejor no llama tanto la atención, pero que me parece fundamental: Leonor, una mujer policía; construir un personaje femenino de las características de Leonor desde esta marginalidad de su propia condición de mujer en un cuerpo policiaco machista, además de ser una policía íntegra, incorruptible, en un cuerpo estructurado desde la corrupción, fue muy fascinante”.