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septiembre 22, 2024

La importancia de tratar médicamente las secuelas leves o graves de COVID-19

El responsable de la Clínica de Atención Integral COVID-19 de la UAQ, Isidro Amadeo Gutiérrez Álvarez, afirmó que hay secuelas de tipo neurológico, lo que se conoce como disestesias o parestesias, o sea, sensaciones dolorosas y difíciles de describir, como la de hormigueo o de tener los pies y las manos dormidas, entre otras

Dificultad para respirar, sensación de fatiga permanente, lentitud de pensamiento, tos persistente y múltiples dolores son algunas de las secuelas del COVID-19, que van desde leves hasta severas, explicó el responsable de la Clínica de Atención Integral COVID, de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Isidro Amadeo Gutiérrez Álvarez, al referir que estas pueden ser un fenómeno temporal o permanente, y que es igual de importante atenderlas médicamente, ya que en algunos de los casos aplicar un tratamiento adecuado puede disminuirlas o incluso desaparecerlas.

“Hemos visto que el COVID-19 deja muchísimas afectaciones, muy leves o severas, por ejemplo, la sensación de cansancio, la gente se queja de que no tiene fuerza y se da cuenta que estos síntomas empeoran luego de actividades físicas o aún en actividades mentales; también puede presentarse neblina mental, o sea, falta de capacidad para concentrarse. La gente dice: ‘El COVID me dejó lento al pensar’. Cuando el cuadro tuvo un componente de diarrea o de trastorno gastrointestinal, la gente queda con alteraciones de su hábito intestinal, de manera que se necesita de un tratamiento médico individualizado, supervisado por un médico y de manera integral, porque cada secuela es distinta y debe tratarse de forma personalizada para que en la medida de lo posible el paciente se recupere al 100 por ciento”.

El también docente en la Facultad de Medicina agregó que hay manifestaciones como secuelas de tipo neurológico, lo que se conoce como disestesias o parestesias, es decir, sensaciones dolorosas y difíciles de describir, como la sensación de hormigueo o de tener los pies y las manos dormidas como si estuvieran dentro de guantes y calcetines, sin olvidar las alteraciones del gusto y del olfato.

“Entre las secuelas más frecuentes y graves que hemos atendido en la clínica están: la pérdida de fuerza, los problemas musculares, sobre todo la dificultad para respirar y una que no estamos muy acostumbrados a tratar y que tuvimos que montar todo un procedimiento para atender, que es la pérdida del gusto y del olfato”.

Un ejemplo de las secuelas que duran más tiempo o que incluso podrían estar presentes de por vida puede ser lo que les pasa a los niños que en la mayoría de los casos no presentan síntomas de la enfermedad COVID-19; sin embargo, sí pueden desarrollar un síndrome inflamatorio multisistémico, es decir, la inflamación de diversos órganos.

“Por eso me llama mucho la atención que no nos preocupe cuando el niño desarrolla COVID; sí, muchos más van a ser asintomáticos, pero lo más probable es que desarrollen un síndrome inflamatorio multisistémico, que afecta muchos órganos; el principal fenómeno es la inflamación, que deja muchísimas secuelas y muchos de estos daños no son totalmente reversibles”.

Pérdida del gusto y del olfato

Aproximadamente hace dos meses, las sospechas de Eduardo Antonio Hernández González de haber contraído COVID-19 fueron confirmadas cuando recibió en su correo el resultado de la prueba que solicitó a la línea COVID, luego de que por varios días observó que la pérdida del gusto y el olfato se fue agravando, señal que lo puso en alerta, por lo que tomó la decisión de realizarse la prueba.

“Yo me di cuenta de inmediato de que la comida de repente ya no me sabía a nada. Es increíble de verdad verte a ti mismo que estás comiendo un plato de tu comida favorita, pero que no la puedes disfrutar porque no te sabe absolutamente a nada, aunado con un cuadro como de gripe, pero lo que alertó mis sentidos fue eso de no poder saborear los alimentos, junto con la pérdida del olfato, por eso decidí hacer la prueba y, pues, resultó positiva”.

El hombre de 42 años agregó que a pesar de que apenas hace un par de semanas, una nueva prueba PCR le dio negativo, aún no recupera los sentidos del gusto y del olfato al 100 por ciento; por ejemplo, un vaso de agua de sabor apenas le sabe, no siente ninguna reacción al comer salsa picante o el chocolate que tanto le gustaba tiende a dejarle un sabor amargo en la lengua y el paladar.

Fatiga permanente

A pesar de que María del Carmen Cárdenas Guajardo fue diagnosticada con la enfermedad de COVID-19 desde el 2020, cuando tenía 37 años, dijo que aún lucha una batalla contra la fatiga permanente que dejó el virus en su cuerpo como secuela; y aunque ha acudido a médicos, rehabilitaciones alternas y ejercicios que recomiendan expertos, el cansancio, la poca energía y el deseo de dormir por muchas horas no han desaparecido del todo.

“Hace buen rato que me dio la enfermedad y las secuelas no han podido desaparecer del todo. Yo salía a caminar por las tardes, ya cerca de que anocheciera, pues, como parte de llevar una vida saludable; antes podía aguantar hasta 45 minutos ininterrumpidamente, ahorita me cuesta mucho llegar a los 20, porque las piernas se me cansan, aunado con la falta de aire para respirar, entonces, pues, en ese momento ya sé que tengo que parar. Además, esta sensación de tener sueño todo el tiempo, aunque no me desvele, pues, es algo que he visto que no se me ha podido quitar”.

Neblina mental

La neblina mental es una consecuencia con la que Carlos Alberto Ramírez Franco, de 51 años, ha tenido que aprender a vivir en lo que él llama su nueva vida, pues está consciente de que probablemente algunos recuerdos ya no le regresarán a la mente o que sus procesos mentales ya no volverán a ser “tan ágiles” como antes.

“Es algo muy raro y me di cuenta con una actividad muy simple y sencilla, como por ejemplo, estar viendo la televisión; me gusta mucho ver noticias de todo tipo, pues, de un momento a otro me desconecto, o sea, estoy viendo, pero no entiendo nada de lo que se está diciendo o, por ejemplo, me preguntan algo y me lleva unos minutos recordar o pensar y eso antes no me sucedía. Hace unos días, con unos amigos, recordábamos una anécdota de un viaje que hicimos juntos y algunos detalles definitivamente no los recordé, entonces, pues, es duro y triste a la vez saber que a lo mejor mi vida va a ser así hasta que me vaya de este mundo”.

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