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Violencia obstétrica, una línea muy delgada: especialista

Para algunas activistas, es necesario visibilizar el tema de la violencia obstétrica e inhibir estas prácticas entre los profesionales de la salud

Hablar de violencia obstétrica puede hacer que se identifique, casi siempre, a los ginecólogos como agresores, equiparándolos, en ocasiones, a maltratadores por violencia de género, cuando en realidad se trata más de una falta de comunicación, manifestó José Ramón Rivera Ruiz, presidente del Colegio Médico de Querétaro.

“Desde el punto de vista obstétrico, a nada le llamo violencia, porque entonces habría violencia pediátrica, traumatológica y anestesiológica, y yo no estoy violentando a nadie, ni haciendo uso de la fuerza. Por ejemplo, si ahorita llega una paciente con Covid y necesita ser intubada, pero ella dice: ‘Yo no quiero ser intubada’, entonces hubo violencia neumológica porque la intubaron a la fuerza”.

Destacó que violencia obstétrica engloba un amplio y heterogéneo número de acciones o conductas que pueden ir desde que la mujer interprete que la mirada de un profesional no es la adecuada, hasta practicarle una cesárea cuando le habían dicho que iba a ser parto natural.

“Sería muy fácil decir que existe violencia obstétrica cuando terminó en cesárea y no en parto, pero en la Sierra de Querétaro no hay acceso a los sistemas de salud; entonces, ahí más bien hay una violencia institucional y no tanto una violencia obstétrica. Otro ejemplo: si llega una paciente y me dice ‘Yo quiero un parto en una mesa vertical’, pero médicamente no es posible porque no tenemos mesas verticales, ¿me explico?, por eso creo que la línea es muy delgada, porque hay cosas que médicamente no son posibles”.

Reconoció que está mal decir que no existe la violencia obstétrica; sin embargo, en ocasiones es más bien una cuestión de interpretación y de cómo suceden los casos.

“Soy trabajador del IMSS y soy ginecólogo y no puedo escupir para arriba, pero estaría mal que dijera que no existe”.

Consideró que el problema de la violencia obstétrica es por la falta de comunicación que hay el entre paciente y el médico, lo cual pasa en todo el sector de la salud público.

“Considero que es falta de comunicación, porque si alguien me pregunta: ‘oye, pero ¿por qué le pusiste oxitocina a la paciente?’, pues porque lo ameritaba… Y ahí es donde creo que falla la comunicación”.

Señaló que en muchas ocasiones la falta de comunicación entre médico y paciente se debe al exceso de trabajo y estrés laboral.

“El exceso de trabajo va encaminado a la cantidad de pacientes que se atiende al mismo tiempo: hay ocasiones en las que se atiende a 20 a la vez; entonces, es difícil darle un seguimiento como se le da en el sector privado, cuando solo atienden a una o dos”.
Consideró que es complicada la labor del médico, porque ahora resulta que todos los pueden demandar por violencia obstétrica, cuando también en ocasiones no hay insumos.

“No quiero generalizar, pero yo soy ginecólogo y si me dicen: ‘¿por qué le puso equis medicamento?’, ¡ah!, pues es que médicamente estaba indicado y eso lo consideran violencia obstétrica y me pregunto: ‘bueno, entonces, ¿qué hago con el paciente?, ¿dejo que sufra?, después me van a demandar por otro problema; entonces, yo creo que es una parte de comunicación entre los pacientes, entre la legislación y entre los médicos”.

Reconoció que aunque sí existen quejas de violencia obstétrica de pacientes hacia médicos, se desconoce la cifra, pues son temas que se tratan muy herméticamente.

“Sí se han escuchado casos, pero a veces los médicos somos muy herméticos en esa situación, porque al final de cuentas es algo un poco profesional-personal, entonces, no hay mucha difusión o conocimiento de qué es lo que ha sucedido con estas quejas”.

Se llegó a normalizar la violencia obstétrica: especialista

Al hablar del Día Mundial de la Seguridad del Paciente, que se celebra este 17 de septiembre, Hugo Calixto González, responsable estatal de Salud Materna de la Secretaría de Salud del estado de Querétaro, reconoció que el tema de la violencia obstétrica se llegó a normalizar al incurrir en ciertas acciones, frases y actitudes que representaban una agresión al momento de la atención en el embarazo.

“Ha sido un tema en el que se ha ido avanzando poco a poco, en un principio teníamos normalizadas ciertas acciones, ciertas frases y ciertas actitudes que tomábamos como normales, y que a lo mejor representaban una situación que violentaba la atención del embarazo y del trabajo de parto”.

Por fortuna, dijo, el personal de salud, tanto trabajadores sociales, como médicos y enfermeras, ha dejado de normalizar esta práctica y se empieza a notar más la atención de dirigirse a la paciente por su nombre, hablarle de manera respetuosa y, sobre todo, de respetar su decisión de tener un parto normal o cesárea.

“Ahora se procura ser más empáticos con ellas para facilitarles el momento complejo por las horas que se requieren invertir en el trabajo de parto, pero también en esa parte de ayudarles a contener el dolor y ser facilitadores; creo que esta situación se está normalizando dentro de los servicios públicos y se ha avanzado poco a poco”.

Refirió que hay lugares y gente a la que de repente le sigue costando un poco de trabajo dejar de ver a una paciente bajo una condición de violencia obstétrica, por ello, se puso a disposición una línea telefónica donde las pacientes puedan comunicarse, hacer sus observaciones y comentarios de cómo mejorar las condiciones del servicio o si fueron víctimas de violencia obstétrica.

Necesario, visibilizar violencia obstétrica: activista

Carmen Consolación González Loyola Pérez, integrante de la Agenda Feminista Nunca Más Sin Nosotras, consideró que es necesario visibilizar la violencia obstétrica.

“La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2016, que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), señala que una de cada tres mujeres atendidas en un parto o cesárea recibió algún tipo de maltrato que podría ir desde los insultos o el dirigirse a ellas de manera inadecuada al decirles ‘madrecita’, ‘mamacita’ o ‘jefecita’, infantilizándolas”.

Dicha encuesta, refirió, revela que a 3.7 millones de mujeres se les practicó una cesárea, de las cuales al 10.3 por ciento no se le informó por qué se le realizó y al nueve por ciento ni siquiera se le solicitó su autorización.

“El dato que encontramos más grave es que 52.3 por ciento de las autorizaciones para que se practique la cesárea fue otorgada por el esposo o la pareja”.

Consideró que es necesario realizar campañas para que las mujeres tomen conciencia de este tipo de agresión y, sobre todo, inhibir estas prácticas entre los profesionales de la salud, pues hoy están normalizadas.

“Es necesario visibilizar esta violencia, que se contemple como un delito grave para los juicios de responsabilidad administrativa del personal médico y que haya protocolos de atención para que las mujeres, cuando la vivan, denuncien de una manera sencilla y sin que esto implique un gasto para el acceso a la justicia”.

Katia Lemus

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