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México y su mayor accidente radioactivo

En 1983, Ciudad Juárez se vio inmersa en un desastre nuclear por Cobalto-60, siendo uno de los mayores ocurridos en América Latina

Tres años antes del desastre nuclear ocurrido en Chernóbil (1986), México vivió un accidente similar, pero que no provocó el mismo impacto, debido a que no fue un reactor nuclear el que explotó, sino que un descuido humano provocó el mayor accidente con material radioactivo en América Latina.

Según la investigación de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS), publicada en 1985, todo comenzó en el Centro Médico de Especialidades de Ciudad Juárez, Chihuahua, cuando en 1977 compraron una máquina de radioterapia equipada con una bomba de Cobalto-60, la cual requería un permiso de la CNSNS para ser importada, pero nunca fueron avisados.

En el hospital, ante la falta de personal capacitado, el aparato nunca pudo ser usado y, debido a su gran tamaño, se decidió prescindir de él. En diciembre de 1983, Vicente Sotelo, empleado de mantenimiento, pensó que podría venderlo como chatarra. El trabajador desarmó el cabezal de la unidad y extrajo de allí un cilindro en cuyo interior se encontraba el Cobalto-60.

Sotelo pidió ayuda a su amigo Ricardo Hernández para trasladar el material en una camioneta de carga y venderlo en el Yonke Fénix.

“Nunca nos avisaron que esa máquina tenía contaminación. Había muchas cosas arrumbadas: aparatos de ventilación, catres y todo eso, y, la verdad, ni un solo letrero con una calavera o algo así”, dijo Sotelo a la revista “Proceso”, en 1984.

Al ser perforado, los 6 mil gránulos de Cobalto-60 quedaron esparcidos en la camioneta, el patio de la chatarra, grúas y otros vehículos. Los dos primeros fueron los dos focos de radioactividad más grande.

Para el 14 de diciembre, la chatarra contaminada ya había sido utilizada por las fábricas de productos de acero, entre ellas, la empresa Aceros de Chihuahua (Achisa). Fue hasta el 16 de enero de 1984, cuando el Laboratorio Nacional de Los Álamos, en Nuevo México, EUA, detectó un elevado nivel de radiación en un camión de carga de Achisa que pasaba cerca del centro de investigación nuclear, por lo que notificó al gobierno mexicano.

La razón: miles de toneladas de varilla de construcción quedaron contaminadas con Cobalto-60.

La investigación también encontró rastros de cobalto en el área de mantenimiento y el conmutador telefónico del hospital, la camioneta del hospital a cargo de Sotelo y la calle en donde la estacionó, una maquiladora de productos de acero llamada Falcón de Juárez y la carretera que une Ciudad Juárez con Chihuahua.

Dichos lugares fueron blindados, se aseguraron las varillas, productos contaminados y la camioneta en la que se trasportó el cilindro perforado, la cual estuvo estacionada durante unas semanas en un barrio cerca de EUA, donde vivía Vicente Sotelo.

Tras una cuidadosa tarea de detección, se aseguraron gránulos y objetos contaminados que fueron sepultados en el desierto de Ciudad Juárez llamado La Pedrera.

En total, 6 mil 600 toneladas de varillas y 3 mil bases metálicas para mesas estaban contaminadas. Las varillas fueron comercializadas en 17 de los 32 estados, por lo que, de 17 mil 600 construcciones inspeccionadas, 814 tuvieron que ser demolidas, según el informe de la CNSNS.

Víctimas a largo plazo

Hasta la fecha, no hay una certeza de cuántas víctimas con padecimientos a largo plazo dejó el incidente, además de que no hubo seguimiento por parte de las autoridades sanitarias sobre las personas expuestas, pero según la investigación, al menos 4 mil personas estuvieron expuestas a la contaminación radioactiva.

De las más cercanas al cobalto, Vicente Sotelo dijo que tuvo malestares que luego desaparecieron, aunque después ya nada se supo del trabajador.

Los trabajadores del yonke dijeron que solo experimentar malestares pasajeros y algunas pigmentaciones, aunque cuatro trabajadores, el hijo de uno de ellos, y un cliente presentaron leucopenia (disminución en la concentración de leucocitos en la sangre).

Mientras que los empleados de Achisa se quejaron de fuertes dolores de cabeza, vómitos y diarrea; por su parte, Hernández, quien ayudó a Sotelo, tenía una quemadura atribuible a la radiación.

Irma Caballero

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