La presidenta del Colegio Estatal de Psicólogos de Querétaro, Diana Ivette Garfias Medina, aseguró que es necesario que los adultos estén pendientes de las prácticas y los medios que utilizan los menores de edad
El sentimiento de logro y de pertenencia a un grupo, y la necesidad de conseguir la aceptación social son algunos de los factores que impulsan a los adolescentes a participar en retos que se viralizan a través de las redes sociales y que, en algunos casos, como el del ‘blackout challenge’ (“desafío del desmayo”), representan un riesgo y han llevado a sus participantes a causarse un daño e, incluso, a perder la vida.
Así lo explicó la presidenta del Colegio Estatal de Psicólogos de Querétaro (Coepsique), Diana Ivette Garfias Medina, quien señaló que este tipo de actividades lleva poco a poco a las personas a cometer actos que atentan contra su integridad y que ponen en riesgo su vida. Añadió que, por ello, es necesario que los adultos estén pendientes de las prácticas y los medios que utilizan los menores de edad.
“Estos retos, estos eventos que vemos en redes sociales, generan ciertos estímulos que se hacen adictivos a la persona, que están como llenos de emoción, que pueden incrementar la adrenalina y que, muchas veces, también el significado del logro, aunque sabemos, por ejemplo, que en público adolescente, mucho tiene que ver más, no tanto con ese sentimiento de logro, sino principalmente con la necesidad de aceptación social”, expuso.
Abundó en que los adolescentes, al tener su cerebro en desarrollo, son más propensos a tener conductas impulsivas, lo que provoca que difícilmente puedan detenerse a reflexionar y pensar en los riesgos que llevan consigo los retos viralizados en redes sociales.
Repercusiones impredecibles
De acuerdo con el presidente del Colegio Médico de Querétaro, José Ramón Rivera Ruiz, es difícil saber con certeza los riesgos que, en cuestión de salud, trae consigo realizar retos como el “desafío del desmayo” -consistente en cortar la respiración con objetos o las manos-, pues la respuesta en cada organismo es diferente, además de que existe la posibilidad de que las personas tengan condiciones de salud que las hagan más vulnerables.
“Puede haber situaciones o patologías que estén escondidas, que se enmascaren o que no sean tan evidentes y que, ante la demanda que el cuerpo requiere, en este caso, por suspender o por cortar por un periodo de tiempo la respiración, pues no sabemos cómo va a responder el cuerpo. (…) Las repercusiones, pues, son impredecibles, no sabemos, ya que no podríamos garantizar que las personas que lo hagan, los jóvenes que lo hagan o adultos, no tengan alguna situación, pues, ahora sí que alguna patología escondida, que a lo mejor no se manifieste porque puede ser muy leve y en algún momento no es tan evidente”, indicó.
José Ramón Rivera señaló que uno de los efectos que se puede presentar al suspender la respiración es la pérdida de conciencia; no obstante, autoridades sanitarias han mencionado que, además de los desmayos, la asfixia puede ocasionar daño cerebral y la muerte.
Padres y educadores deben poner el ejemplo
Diana Ivette Garfias subrayó que, ante esta situación, los padres de familia deben dar a sus hijos el ejemplo en el manejo de las redes sociales, ya que, manifestó, las acciones que estos realicen marcan una conducta que va a ser seguida por los demás. Agregó que si los menores ven que un adulto cumple los retos, le causa gracia y se desensibiliza ante las problemáticas que pueden causar, es más fácil que estos los repliquen.
“Es importante que los padres empiecen como a perderle el miedo a meterse a las redes sociales, a conocer lo que hay en las redes sociales. En algunas ocasiones se sugiere, incluso, llevar cierto control de contactos y contenidos cuando los chicos son más jóvenes, pero esto no sin antes haber generado el clima de confianza. Algunos padres ya han utilizado aplicaciones de control parental, que también han podido servir para tener, de algún modo, un poquito más de conciencia y de cuidado sobre lo que sus hijos están viendo”, mencionó.
Refirió que asimismo es recomendable generar un clima de confianza familiar.
“Considero que, cuando no hay ese clima de confianza, no hay una posibilidad como de escucha, no hay una posibilidad de entendimiento del conflicto, no hay una posibilidad de guía sobre las angustias, sobre la ansiedad, sobre las problemáticas que enfrentan los jóvenes”, manifestó.
Para el psicólogo Juan Carlos García Ramos, miembro de Coepsique, no solo los padres de familia deben estar al pendiente de los menores de edad, sino también, dijo, los educadores, pues estos últimos tienen que poner atención en las capacidades y la formación de los niños y jóvenes para explotar su creatividad en áreas como la cultura, la intelectualidad, la ciencia y lo cotidiano.
“Los menores tienen ese potencial de aprender todo, de copiar todo; los niños, los adolescentes y quienes estén en este escenario de contacto con ellos, que son los padres, los abuelos, los educadores, pues, hay que poner atención, qué es lo que están aprendiendo o qué es lo que se les enseña. Yo creo que hay muchas otras cosas que los niños imitan o quisieran aprender y que también son de riesgo; me refiero a situaciones que tienen que ver con la sexualidad, con la economía, con las drogas, con la violencia, con el manejo emocional que tienen en lo social, que creo que es ahí también algo importante que atender”, señaló.