Cuidar la alimentación es un hábito saludable que ayuda a prevenir la obesidad y otras muchas enfermedades. Sin embargo, cualquier cosa llevada al extremo puede convertirse en un problema
Cuando estrenamos un nuevo año solemos hacerlo llenos de buenos propósitos. A menudo uno de ellos es comer más sano. La alimentación sana y equilibrada es un pilar fundamental de la salud.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) subraya: “Una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus formas, así como de las enfermedades no transmisibles, entre ellas, la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer”.
No obstante, para algunas personas la alimentación sana pasa a ser el centro de su vida y eso ya no es tan saludable.
“La ortorexia es un tipo de trastorno basado en la obsesión por el consumo de alimentos catalogados como saludables. Una persona con ortorexia evita consumir aquellos alimentos que considera que no entran en esa categoría”, explica Josselyn Sevilla Martínez, especialista del Instituto Psicológico Cláritas.
“Se trata de un tipo de trastorno que se asemeja a otros trastornos de la conducta alimentaria, ya que suele cursar con un patrón psicológico parecido al de la anorexia o la bulimia. Las personas que lo padecen buscan alcanzar un ideal físico a través de la restricción y el control alimentario excesivo, camuflado por la búsqueda de alimentos saludables”, detalla la psicóloga.
Asimismo afirma que, en el caso de las personas con ortorexia, la línea que separa el hábito de comer sano y la obsesión es muy difusa, ya que utilizan los hábitos de vida saludables como una justificación para su rigidez y restricción alimentaria.
“La diferencia entre comer sano y la obsesión por la comida saludable radica en la propia exigencia por seguir un tipo de dieta determinada. Esto desemboca en una obsesión por un tipo de alimentos o una forma de comerlos que limita la vida diaria. Dicha obsesión conduce a la frustración y al miedo por consumir otros alimentos, ya que la persona considera que, si lo hace, todo su trabajo se verá destruido. Así, termina por atribuir consecuencias negativas y exageradas a la falta de cumplimiento de su dieta”, describe.
Esa obsesión por consumir determinados alimentos o por prepararlos de una manera concreta acaba pasando factura al día a día de la persona con ortorexia, pues es algo que requiere mucho tiempo y esfuerzo.
“Las personas con ortorexia pasan gran parte de su tiempo informándose e investigando sobre los alimentos, su composición, aditivos, calorías, dietas, formas de cocinarlos y un sinfín de datos que encuentran en internet. Cabe mencionar que, además de la gran cantidad de tiempo que pasan investigando sobre ello, muchas veces la información que recopilan es errónea, ya que las fuentes que pueden encontrar no son científicas y los llevan a concepciones equivocadas sobre determinados alimentos”, apunta Sevilla.
Preocupación obsesiva
Fue el doctor Steven Bratman, autor del libro “Health food junkies” (adictos a la comida sana), quien acuñó el término “ortorexia”, que procede de las palabras griegas ‘orthos’ (justo, correcto) y ‘órexis’ (apetito).
Este médico estadounidense explica que la ortorexia consiste en una preocupación obsesiva por la ingesta de alimentos sanos que lleva a sentimientos de culpabilidad por haber ingerido alimentos no sanos o incluso a preferir el ayuno frente al consumo de dichos alimentos.
Entre los alimentos que las personas con ortorexia suelen rechazar se encuentran: la carne y las grasas, aquellos en cuyo cultivo se han utilizado pesticidas o herbicidas y los que contienen aditivos artificiales como colorantes o conservadores.
En este sentido, los especialistas de Sanitas, empresa especializada en seguros de salud, señalan que otro problema unido a la ortorexia puede ser el daño para la salud que puede producirse si los alimentos rechazados no se sustituyen por otros que aporten los mismos nutrientes.
“Este hecho lleva a que el ortoréxico corra el riesgo de padecer anemias, carencias vitamínicas y de micronutrientes (como el hierro o el yodo), así como falta de energía. En definitiva, desequilibrios nutricionales que hacen que la opción más sana sea entonces perjudicial para la salud”, apuntan.
Aislamiento social
Josselyn Sevilla indica que quienes tienen ortorexia pasan mucho tiempo planificando el tipo de alimentos que deben comprar, así como dónde y cómo los van a preparar, lo que implica un gran esfuerzo mental.
Además, la psicóloga subraya que este trastorno “puede llevar al aislamiento social, ya que normalmente nos reunimos en torno a la comida”.
Así, comenta que las personas con ortorexia “pasan muy malos ratos cuando quedan con sus familiares o amigos y deben acudir a restaurantes o cafeterías, pues no pueden controlar el tipo de alimentos que manejan los establecimientos o el modo en que los preparan. Por ello, pueden empezar a evitar las situaciones sociales para no enfrentarse a comer fuera de su entorno de control”.
La especialista manifiesta que las personas con más riesgo de padecer ortorexia son las que presentan “perfiles perfeccionistas y exigentes, es decir, perfiles muy parecidos a los de otros trastornos de la conducta alimentaria”.
Sevilla añade que entre las personas con riesgo de presentar ortorexia están aquellas que han superado un trastorno de la conducta alimentaria como la anorexia, pues pueden caer en la trampa de justificar las restricciones en la búsqueda de comida saludable.
Otro grupo de riesgo lo forman quienes, debido a su trabajo, tienen que cuidar el tipo de alimentos que consumen, por ejemplo, los deportistas o los bailarines, que llevan una dieta marcada y regulada.
No obstante, los expertos de Sanitas recuerdan que el hecho de que no debamos obsesionarnos con la comida sana no quiere decir que haya que dejar de preocuparse por la alimentación, ya que el sobrepeso y la obesidad son muy perjudiciales para la salud. Por ello, destacan que hay que cuidarse sin obsesionarse.
Y para quienes ya hayan traspasado esa línea y hayan caído en la ortorexia, existen soluciones.
Josselyn Sevilla explica que la ortorexia, igual que los demás trastornos de la conducta alimentaria, se trata con terapia psicológica y con el apoyo de otros profesionales, como los nutricionistas.
“Es importante que, en primer lugar, las personas con ortorexia se den cuenta de su problema, pues muchas veces no son conscientes de ello. Una vez identificado y reconocido el problema, se trabaja con la educación en lo relativo a mitos e ideas erróneas que pueda tener la persona respecto a su alimentación y se pone de manifiesto que está llevando al extremo la alimentación saludable. Durante el proceso psicológico, se observarán los factores que subyacen a todo ello y que han propiciado que el paciente haya buscado en este tipo de conductas la seguridad, aceptación o validez personal, ya sea por perfeccionismo, autoexigencia, baja autoestima o muchos otros factores relacionados”, detalla la psicóloga.