La angustia existencial, un malestar que surge al sentirse sin energía, motivación o rumbo por situaciones que están fuera de nuestro control, como la pandemia, el deterioro ambiental y económico o la guerra, puede llevarnos a utilizar la comida como refugio
La angustia existencial, un malestar que surge al sentirse sin energía, motivación o rumbo por situaciones que están fuera de nuestro control, como la pandemia, el deterioro ambiental y económico o la guerra, puede llevarnos a utilizar la comida como refugio.
La pandemia de COVID-19, el cambio climático, el deterioro de la situación económica, el encarecimiento de la energía y ahora una guerra de consecuencias imprevisibles… Cuando aún no nos hemos recuperado de un golpe psicológico y emocional, nos llega otro.
Tenemos muchas razones para sentirnos afligidos y existe un tipo de aflicción, denominado angustia existencial, que puede repercutir negativamente en nuestro peso corporal, haciendo que engordemos cuando intentamos mitigarla por medio de la comida, advierten desde el Instituto Médico Europeo de la Obesidad, IMEO.
Los psicólogos han detectado últimamente un tipo de angustia existencial muy frecuente en los pacientes y relacionada con la pandemia y las consiguientes restricciones, confinamientos y cuarentenas que han vivido, según explica a EFE la psicóloga de este instituto, María González.
La pandemia y los kilos de más
Las personas afectadas por esta alteración anímica “a menudo se sienten impotentes por no poder cumplir sus propósitos o sueños, como independizarse, establecer una relación de pareja, conseguir ciertas metas laborales o viajar”, señala.
Explica que se trata en general de una especie de desmotivación vital, debida a la frustración, “por lo cual algunas personas vuelcan su angustia en la comida y, en casos más graves, puede manifestarse a nivel físico, en forma de ojeras y piel apagada, caída del cabello, fatiga y desgana, pero también a través de un aumento del peso corporal”, advierte González.
Explica que esta angustia existencial puede conducir al sobrepeso o la obesidad, cuando la persona utiliza la comida como un refugio e intenta regular su ansiedad ingiriendo alimentos para obtener placer a corto plazo.
Además, “tener obesidad también hace que dirija su atención hacia su exceso de kilos, distrayéndose de la necesidad de tomar otras decisiones importantes en su vida y que tienen que ver con sus anhelos verdaderos”.
De acuerdo con la psicóloga, este tipo de angustia se debe a que la persona comete un error de perspectiva, al confundir sus deseos con sus necesidades. Entonces, al no conseguir lo que se ha propuesto en el momento actual, deja de disfrutar de la vida en general, por lo que se recomienda planificar acciones y tomar decisiones que nos pueden ayudar a hacer realidad un deseo, pero sin confundirlo con una necesidad.
Es necesario que aclaremos nuestra mente, asumiendo, por ejemplo, que quizá deseemos tener una pareja, pero no la necesitamos para ser felices ahora mismo, en este preciso instante.
Para reducir el nivel de angustia, González recomienda plantearse objetivos o propósitos de vida realistas y cultivar una sensación de manejo de nuestro propio tiempo, más allá de factores como la edad, la situación económica, el estado físico o de salud, ya que “jamás nos beneficiará sentir que estamos delimitados o parados por alguna circunstancia”.
Recupera la motivación
Podemos valorar las acciones concretas que nos pueden acercar a nuestros objetivos: “Si ahora mismo no podemos realizar el viaje de nuestros sueños, podemos trazar un plan B consistente, por ejemplo, en una escapada a un lugar que esté a nuestro alcance para poder experimentar la satisfacción que se siente al hacer ese ensayo de un gran viaje y la emoción de planificarlo”.
La experta explica que “los problemas sociales y circunstancias como la pandemia, la guerra y las crisis económicas pueden generar en algunas personas una profunda falta de esperanza, acabando con su visión optimista del futuro, que pasa a ser percibido como algo peligroso del que se puede esperar cualquier cosa”.
Es la angustia existencial que describió el filósofo Jean Paul Sartre como “un miedo al futuro, pero no de las cosas, sino de la posibilidad y responsabilidad de decidir sobre ellas”, que está muy relacionada con la incertidumbre ante el futuro y la falta de control (el cual nunca será absoluto) que tiene una persona sobre su propia vida.
Por eso “encontrarle un sentido a nuestra existencia y dirigir la atención y el control a lo que sí depende de nosotros, a nuestra actitud y decisiones, ayuda a lidiar con esa angustia”, enfatiza.
“Reflexionar sobre nuestro propósito en la vida y analizar si estamos actuando en coherencia con dicho propósito” puede ayudarnos a reencontrar el rumbo y la motivación perdidos.