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“Terapias de conversión”, recurso que daña y no “cura”

De acuerdo con el informe Práctica de las llamadas “terapias de conversión”, elaborado entre 2019 y 2020, este tipo de actividades buscan “convertir a las personas no heterosexuales en heterosexuales y a las personas transgénero o de género diverso, en cisgénero”

Osmin Reyman, queretano que a sus 34 años se considera un sobreviviente de los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género (ECOSIG) conocidos también como “terapias de conversión”, fue contundente: “No funcionan”. Una muestra de ello, refirió, es que él se casó con otro hombre en diciembre del 2021, aun cuando acudió a estas por un periodo de entre seis y siete años.

De acuerdo con el informe Práctica de las llamadas “terapias de conversión”, elaborado entre 2019 y 2020 por el experto independiente sobre la protección contra la violencia y la discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género, Víctor Madrigal-Borloz, del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, este tipo de actividades busca “convertir a las personas no heterosexuales en heterosexuales y a las personas transgénero o de género diverso, en cisgénero”.

Justo ese era el objetivo con Osmin Reyman en Exodus, asociación donde, a sus casi 17 años, recibió las mencionadas terapias, en las cuales, manifestó, a través de la generación de culpa, pretendieron cambiar su orientación sexual. Las conferencias a las que asistió, describió, incluían música melancólica y en ellas se recordaba la destrucción de Sodoma y Gomorra que, según la Biblia, fueron ciudades destruidas por sus pecados.

El recuento… Los daños permanecen

A más de 15 años de su primer contacto con los ECOSIG, Osmin recordó su historia: “Cuando yo tenía 16 años, casi 17, salí del clóset con mi mamá, porque estaba viéndome con un compañero de la escuela. Yo sabía que eso no iba a estar bien con ellos (sus padres), pero no pensé que fuera tan malo. Salgo del clóset y en menos de 10 minutos ya tenía agendada una cita con el psicólogo, porque mi mamá habló casi de inmediato con el pastor de la iglesia sobre mi homosexualidad. De ahí en más empecé este proceso de acudir a estas mal llamadas ‘terapias de conversión’. En mi caso, fue completamente religioso…

“Entré esperanzado en dejar de ser homosexual, porque era algo que mis papás querían, era algo que se me dijo una y otra vez que estaba mal, era algo que se me advirtió que no me iba a traer felicidad en mi vida y cuando uno es adolescente, este tipo de manipulaciones emocionales, pues sí surten efecto. ¿Cómo salí de una de las sesiones? Con este sentimiento de culpa de que mi ser yo, lo que hago, lo que siento, está mal; incluso, con ciertos sentimientos de aberración o de náuseas hacia el ser homosexual, de hecho, (…) entre los 20 a 23, 24 años, yo estuve en un periodo de abstinencia”, narró.

Aunado a los ECOSIG, a través de un pastor de la iglesia, sus padres contactaron a un neurólogo, quien le recetó anticonvulsivos y antipsicóticos sin tener diagnóstico de convulsiones o psicosis. El propósito de la medicación, señaló, fue coadyuvar a que dejara de ser homosexual; sin embargo, acotó, esto le dejó como consecuencia largos periodos de insomnio y trastornos obsesivos compulsivos. Expuso que también pensó en el suicidio, pues consideró que al terminar con su vida dejaría de pecar.

Recuperando la seguridad

Reyman dejó las “terapias de conversión” a los 24 años y la casa de sus padres, a los 28. Actualmente tiene tres años de atenderse con una psicóloga y, entre los avances obtenidos por medio de la introspección, se encuentra el tener más seguridad en sí mismo e, incluso, haber recuperado su capacidad para relacionarse con otros hombres.

“¿Qué tanto lo he superado? Estoy casado con un hombre, creo que más allá no puedo llegar. Entonces, pues sí hemos superado algunos de los obstáculos puestos por lo que yo sobreviví. (…) Para aquellas personas que están padeciendo algo así: más pronto que tarde va a terminar”, sostuvo.

Una práctica frecuente

En el Informe práctica de las llamadas “terapias de conversión”, Víctor Madrigal-Borloz señaló que un análisis de reportes de acceso público reveló que estas se practican en al menos 68 países. A través de una encuesta, dio a conocer, la mayoría de los consultados respondió que dichas prácticas eran “muy frecuentes” en África y “bastante frecuentes” en América Latina, el Caribe y Asia.

El documento Nada que curar, guía de referencia para profesionales de la salud mental en el combate a los ECOSIG, apoyado por la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, afirma que estos son violatorios de los derechos humanos de las personas de la comunidad LGBTI+, ya que, en su práctica, se pueden presentar situaciones como coerción y falta de consentimiento, privación ilegal de la libertad, violencia verbal y amenazas, uso forzado de medicamentos, violaciones sexuales, terapias de aversión, ‘electroshocks’ y exorcismos.

“Existe un consenso mundial entre las y los expertos de las áreas médicas, de psicología y de psiquiatría, en donde se reconoce que los ECOSIG son antiéticos, no son efectivos y, además, pueden llegar a dañar la salud mental. Es por eso que los organismos y asociaciones de salud mental más importantes a nivel mundial, así como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se han pronunciado claramente respecto a la falta de sustento científico y ético de este tipo de prácticas”, indica.

Un material informativo incluido en la publicación enlista que los ECOSIG se presentan en forma de conferencias, talleres, sesiones psicológicas o psiquiátricas, retiros espirituales, entre otras. Destaca que “la orientación sexual y la identidad de género distintas a la heterosexual son variantes positivas de la sexualidad humana y no son indicativos de enfermedades o desórdenes mentales, por lo que cualquier intento por modificarlas es antiético, anticientífico y violatorio de los derechos humanos”.

En junio de este año, fue ingresada al Congreso de Querétaro la “Iniciativa que reforma y adiciona diversas disposiciones de la Ley de salud, la Ley de salud mental, la Ley de los derechos de niñas, niños y adolescentes, y el Código penal, todas del estado de Querétaro, en materia de terapias para reprimir el libre desarrollo de la personalidad respecto a la orientación sexual o identidad de género”.

De aprobarse la iniciativa, la entidad queretana se sumaría a estados como Baja California Sur, Zacatecas, Jalisco, Puebla, Ciudad de México y Estado de México, entre otros, donde están prohibidas las “terapias de conversión”.

Sí a iniciativa morenista que prohíba terapias de conversión: diputada

Francisco Velázquez Ramírez

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