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noviembre 25, 2024

El largo adiós emocional a Isabel II

La desaparición física de un personaje público de la talla de la reina Isabel II de Inglaterra tiene un potente impacto emocional en la ciudadanía que la quería y admiraba. Una especialista describe los sentimientos de aflicción que tienen sus seguidores ante su ausencia definitiva y cómo se pueden sobrellevar

Cuando fallece un ser querido y cercano reaccionamos ante esa pérdida con una variada gama de sentimientos, que a menudo se entremezclan y van desde la tristeza, el dolor y la confusión, hasta la negación, la culpa y el miedo, en un proceso llamado duelo, que dura meses, tiene sucesivas etapas y se compara con la cicatrización de una herida, en este caso, psicológica.

En el caso de la fallecida reina británica, una figura cargada de simbolismo histórico y querida y admirada por millones de personas en el Reino Unido y los países del ámbito británico, este proceso de duelo tiene unas características muy especiales, según los expertos en la psique humana.

Se trata de un proceso psicológico que trasciende la esfera individual del ciudadano que quería y admiraba a Isabel II, pasando a abarcar el ámbito del sentimiento colectivo, un fenómeno social que, debido a la trascendencia de la soberana, se prolongará con su velorio, funeral de Estado y entierro, y se amplificará a través de las pantallas que trasmitirán estos acontecimientos.

Aceptar la pérdida

¿Qué función cumplen, desde un punto de vista psicológico y emocional, las demostraciones masivas y oficiales de duelo, como los funerales de Estado, ante la muerte de un personaje de la talla de la reina de Inglaterra?

“Los ritos o rituales establecidos ante el fallecimiento de una persona permiten transitar por los primeros momentos tras la perdida”, explica a EFE, la psicóloga sanitaria Pilar Conde Almalé, directora técnica de Clínicas Origen de Psicología y Psiquiatría (https://clinicasorigen.es).

Añade que, a través de estos eventos, tenemos la posibilidad de despedirnos de la persona fallecida, en este caso, una figura de dimensión histórica y enraizada en la ciudadanía británica, así como validar y experimentar las diferentes emociones que podamos estar sintiendo en esta etapa inicial del duelo.

Estos acontecimientos rituales también “nos permiten demostrar nuestro respeto y admiración hacia esa persona. Todo esto ayuda a que se pueda afrontar de manera adecuada la despedida de una persona querida”, explica Conde.

Consultada por EFE sobre el impacto psicológico y emocional que puede tener este deceso en los ciudadanos histórica y culturalmente más próximos a la reina, la psicóloga Conde señala: “Después del ‘shock’ inicial de la pérdida y de la gestión emocional de dicha pérdida, se abre otra cuestión”.

¿Y ahora qué…?

“En esta etapa los individuos y la ciudadanía se plantearán preguntas del tipo: ¿y ahora qué va a suceder? ¿Se producirán cambios? ¿Cómo impactarán el fallecimiento y los cambios en el país y en nuestra vida?”, de acuerdo con Conde.

Señala: “Debido a lo prolongado de su reinado, Isabel II, consiguió transmitir a los ciudadanos seguridad y estabilidad. La mandataria era una persona admirada y respetada y fue una imagen estable durante 70 años”.

Tras su fallecimiento, el periodo de duelo y los funerales de Estado, “se abrirá un periodo que, dependiendo de la ideología de cada persona, se puede vivir con sentimientos que van desde la incertidumbre, la inseguridad y la inquietud, hasta el optimismo y la ilusión por los cambios que pueda derivar”, según esta experta.

En el caso de aquellas personas que querían, admiraban o apreciaban a Isabel II, con mayor intensidad, “su desaparición puede provocarles, en los primeros momentos, tristeza, pena, incredulidad, zozobra, desasosiego y una sensación de falta de seguridad”, según la directora técnica de Clínicas Origen.

“Todos estos sentimientos irán bajando en intensidad y derivando en aceptación y apertura ante la nueva situación con el paso de los días y con las diferentes acciones que van sucediéndose”, asegura Conde.

“Un factor que facilita todo este proceso de duelo colectivo, es que el dolor emocional lo comparten millones de personas, por lo que su procesamiento también es compartido y facilita la gestión de la pérdida”, concluye esta psicóloga.

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