El jengibre, de sabor y olor picante, exótico y muy aromático, tiene una tradición milenaria tanto con fines medicinales como culinarios. Se trata de un tubérculo que nace en la raíz (rizoma) de una hierba que puede medir hasta 1.8 metros de altura, de hojas alargadas y vistosas flores, semejantes a un lirio, mientras que el tubérculo, grueso y abultado, adquiere caprichosas formas que pueden sugerir extrañas figuras en la imaginación.
Esta planta con rizoma de la familia de las zingiberáceas tiene origen en las zonas tropicales de Asia Central y Sudeste asiático, donde lo utilizaban, sobre todo, para aliviar problemas digestivos desde hace más de 5 mil años, y se hizo imprescindible tanto en la medicina hindú ayurvédica como en la tradicional china.
Cuando el comercio de tejidos y especias se empezó a extender, el jengibre recorría miles de kilómetros desde Oriente, montado a lomos de los camellos para llegar hasta otras civilizaciones.
Para las culturas asiáticas, así como después para la griega, esta planta se consideraba como el yang (comida picante), la cual equilibra la comida fría, ying conceptos que eran utilizados con fines culinarios para crear armonía y balance entre los alimentos. En cuanto a su función en la medicina, le otorgaban los beneficios de reducir el yin, por lo que su uso era apropiado para aquellas enfermedades provocadas por un exceso de yin, originadas por el frío, indicado para los síntomas de resfriado común o gripe.
El nombre original del jengibre, “sringavera”, es un vocablo sánscrito que significa “en forma de cuerno”, que pasó al persa como “dzungebir” y, a su vez, al griego como “dziggibris”; en latín se convirtió en “zingiber”, y ya en español como jengibre.
A lomos de camello, llegó esta especia a Europa. En Roma eran muy apreciadas sus cualidades medicinales y gastronómicas, hasta el punto de que después de la pimienta, el jengibre se convirtió en la segunda especia en orden de preferencia por los romanos.
Fueron los romanos quienes, como con tantas otras cosas, expandieron junto con su imperio el uso de esta especia por el continente europeo, para que posteriormente desembarcara en América, donde rápidamente fue aceptado y cultivado por sus cualidades en la dieta, así como fuente de energía.
En la Inglaterra medieval, su uso era común y se conocía la afición de Enrique VIII por este rizoma, del que, se decía, poseía propiedades afrodisíacas, que atraían mucho al monarca inglés, mientras que, en Francia, por su fuerte olor aromático y su sabor agrio y picante, llegó a hacerse imprescindible en los platos de las mesas más sibaritas.
Aunque es una planta típica de Asia, su producción alcanza todas las regiones tropicales y subtropicales de Asia, como India, (de donde, en la actualidad, procede casi el 50 por ciento de la cosecha mundial) China, Japón y Tailandia; así como en la mayor parte de las zonas cálidas del mundo, países de África, Brasil, Jamaica o la zona norte de Australia.
También algunos países iberoamericanos como Venezuela o Perú, donde se conoce al jengibre con el nombre de kion, poseen un importante volumen de producción, pero es Jamaica el país en el que se considera que el jengibre es de mejor calidad.
En estos continentes, el jengibre se utilizó para crear una bebida muy popular que se conoce como Ginger Ale o Ginger Tea, bebida que ha resultado ser un excelente tónico para problemas estomacales.
El jengibre se come y utiliza pelado y sin corcho. El consumo de esta raíz puede ser en forma desecada, pulverizada, fresca, confitada, en tabletas, en jarabes, etcétera. Y es muy útil en la preparación de sopas, ensaladas, purés, guisos, pescados o vegetales, bebidas, dulces, postres, etcétera, a los que les otorga una sazón especial.
Su uso se ha extendido por las cocinas de todo el mundo, aunque a la hora de utilizarlo se recomienda ir probando la preparación del alimento para paladear el sabor que queremos conseguir, debido a su especial y fuerte carácter.
La nueva cocina está volviendo a descubrir el jengibre experimentando su sabor en nuevos platos. En Japón se utiliza para marinar y acompañar al sushi (rollitos de arroz rellenos de distintos guisos) y el sashimi, preparado con pescado o marisco crudo, cortado en finas lonchas.
Se puede conseguir freso, seco y en conserva. Si es fresco, no hay que guardarlo más de dos o tres días. Para almacenarlo hay que hacerlo en una bolsa de plástico bien sellada y procurar no rallarlo hasta que se vaya a consumir.
El jengibre es conocido por estimular el apetito y los jugos gástricos, además, provee efectos de alivio para la gripe y la tos.
Esta raíz es una hierba medicinal usada principalmente para el tratamiento de la dispepsia, incluyendo los síntomas de hinchamiento, acedía (sensación de ardor en el estómago provocada por un exceso de ácido en él), flatulencia y vómitos, dado que las enzimas del jengibre catalizan rápidamente las proteínas digestivas en el estómago, por lo que dejan poco tiempo para la náusea.
Es antinflamatorio y muy útil en casos de reumatismo, alivia el dolor asociado a la artritis reumática, osteoporosis y pacientes con desórdenes musculares, además de funcionar como antioxidante.
Entre las contraindicaciones, se indica que, en caso de cálculos biliares, se debe emplear previa consulta con un médico y no debe utilizarse para las náuseas del embarazo.
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