Fantasmas, demonios, monstruos y otros seres paranormales atormentan a quienes padecen bogifobia. Este miedo patológico a lo sobrenatural causa un gran sufrimiento y dificulta la vida diaria de las personas afectadas
“La noche es oscura y alberga horrores”. Esta mítica frase de la ficción televisiva que pronuncia uno de los personajes de la serie “Juego de Tronos” es, para algunas personas, una amenaza cierta. Creen que espíritus, brujas y demás seres sobrenaturales están al acecho y les pueden hacer daño en cualquier momento.
“Es normal tener miedo a lo que pueda resultarnos incierto o desconocido. Como en otras situaciones ‘nuevas’ a las que nos enfrentamos, hay una parte importante de incertidumbre y falta de control, tanto sobre si podremos resolver adecuadamente la situación como sobre si recibiremos algún tipo de daño físico o psicológico. De esta forma, percibimos una posible amenaza e intentamos anticiparnos a ella a través de las respuestas de huida o evitación típicas de la ansiedad”, detalla María José Collado Mateo, doctora en psicología y codirectora del Centro Cuarto de Contadores. (https://www.cuartodecontadores.es/).
No obstante, ese miedo a lo sobrenatural puede manifestarse de manera muy aguda en algunas personas. Es lo que se conoce como bogifobia. La especialista indica que la bogifobia es “un miedo o ansiedad intensa a lo sobrenatural que causa un malestar importante e interfiere en la vida de la persona, generalmente a través de conductas de evitación, de comprobación o ambas”. Está incluida dentro de las fobias específicas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5).
“Es un miedo que suele aparecer en la infancia a través de las historias que los niños ven u oyen. Con la exposición a este tipo de contenido, se generan miedos más o menos intensos según la madurez del niño, su propia personalidad y las respuestas del entorno a estos miedos”, comenta.
Por lo tanto, no parece buena idea asustar a los niños diciéndoles que si no se terminan la comida, no recogen sus juguetes o no se van a dormir temprano, vendrá el coco, el hombre del saco o cualquier otro personaje y se los llevará.
Collado explica que la causa del miedo a lo sobrenatural es, en gran medida, nuestro bagaje cultural. “Que debemos temer a los seres sobrenaturales es algo muy arraigado en las diferentes culturas, donde encontramos referencia a los dioses, fantasmas, ángeles, demonios y todo tipo de monstruos. Los mitos y leyendas nos los describen como violentos, peligrosos o vengativos. Desde la infancia se nos ha enseñado, por ejemplo, que los fantasmas pueden hacer daño a las personas; que Dios nos castigará si no nos portamos bien; que el hombre del saco se lleva a los niños que son malos, etcétera”, manifiesta.
“En la actualidad, además, a esto se une el acceso de los niños a Internet, donde pueden encontrar todo tipo de contenido entre el que les cuesta mucho distinguir qué es real y qué no. Todo ello acaba generando la idea de que existen muchos tipos de seres sobrenaturales peligrosos escondidos en la oscuridad”, añade la psicóloga.
Collado aclara que la diferencia entre bogifobia y aprensión a lo paranormal radica en la intensidad en la que se manifiesta el miedo o la ansiedad y en cuánto interfiere en la vida de la persona.
En este sentido, la psicóloga señala que los síntomas de la bogifobia “se centran en pensamientos recurrentes sobre el daño que les va a hacer el ser sobrenatural temido y en que si se quedan solos o a oscuras, va a aparecer. Por ello, suelen tratar de evitar estas situaciones y experimentan un pánico intenso si tienen que afrontarlas. A nivel fisiológico y motor, los síntomas son los habituales en cualquier fobia, por ejemplo, palpitaciones, sudoración, inquietud, temblores, respuestas de huida o evitación, etcétera”.
Collado recalca que la bogifobia causa mucho sufrimiento a quien la padece. “Afectan especialmente a la vida cotidiana las conductas de evitación y huida, sobre todo, en cuanto a evitar estar solos y en la oscuridad. En muchos casos también hay pesadillas. Cuando ocurre en la infancia, los niños no son capaces de dormir solos ni de moverse por su casa de noche”, apunta.
Aunque la bogifobia es más habitual en la infancia, también puede darse en la edad adulta. “Muchos adultos padecen esta fobia. Igual que a los niños, les cuesta mucho estar solos, especialmente por la noche y, sobre todo, en determinados lugares”, destaca.
Sin embargo, no hay por qué vivir así para siempre, pues la bogifobia se puede superar. Para ello, es necesario contar con la ayuda de un profesional de la psicología. De este modo, Collado manifiesta que el abordaje de la bogifobia es similar al de cualquier otra fobia. “Se trabajan tanto los pensamientos irracionales asociados a la fobia como la exposición gradual a las situaciones temidas, en este caso, a determinados lugares, a la soledad o a la oscuridad”, subraya.