Este año era todo o nada: Roberto González

El piloto mexicano campeón de la clase LMP2 del FIA World Endurance Championship, Roberto González, señaló que ganar las 24 Horas de Le Mans es su máximo como piloto

El piloto mexicano Roberto González cerró la temporada 2022 con la corona del FIA World Endurance Championship (WEC), en la clase LMP2. El conductor cerró el año como uno de los más destacados junto al mexicano Sergio Pérez y se dio tiempo para charlar con “Códigoqro”.

La última carrera para González fueron las 8 Horas de Bahréin en las que finalizaron en la tercera posición, con lo que sumaron los puntos suficientes para asegurar el campeonato que se une al triunfo en las míticas 24 Horas de Le Mans.

“Iniciamos con el enfoque de ganar el campeonato y ganar Le Mans. Fueron dos años trabajando para ello, dos años en que ya habíamos logrado un segundo y un tercer lugar en el campeonato mundial; ya habíamos logrado un segundo en Le Mans, entonces, este año era todo o nada”, señala un emocionado Roberto, quien, junto a António Félix Da Costa y Will Stevens, compone el equipo del auto número 38 de Jota Sport.

Con cinco podios en seis carreras, podría parecer que fue fácil para el mexicano y sus compañeros lograr el título, pero Roberto tiene claro que se logró en gran parte por el trabajo en equipo, en el que no se cambió a nadie y solo se sumó Will tras el retiro de Anthony Davidson el año pasado.

“Es difícil de explicar el sentimiento, porque esto se ha venido construyendo y año con año hemos buscado mejorar. Disciplinada y diligentemente trabajamos y se logró. Me quité un gran peso de encima y ahora vemos los frutos del esfuerzo de los últimos años”, expresó.

Temporada de ensueño

González Valdés se convirtió en el segundo mexicano en lograr el título mundial de la clase LMP2, uniéndose a su hermano Ricardo, quien lo obtuvo en 2013, además de lograr la victoria de Le Mans, otra hazaña que solo han logrado su hermano y el histórico Pedro Rodríguez, por lo que al cuestionarlo sobre el mejor momento de la temporada sin considerar ambos hitos, Roberto se sorprende y después de una pausa explica.

“Si quitamos Le Mans y el campeonato, cada carrera fue muy especial, la única que descartaría sería la primera. En Sebring vivimos una pesadilla y fue la única que no quedamos en el podio. Todas las demás fueron muy especiales: en Bélgica, por ejemplo, hubo demasiada lluvia, la carrera se interrumpió con bandera roja, me tocó a mí, casi no manejé porque estaba detrás del safety car, al final se dio la carrera y logramos podio.

Luego Monza, nos descalificaron y tuvimos que arrancar al final de toda la parrilla, por el lugar 39 o 40, y logramos quedar en segundo, cerca de la victoria, fue sumamente emocionante y en la última, también terminamos en el podio y con eso cerramos una campaña de sueño… es difícil decir un momento clave, sobre todo si descartamos Le Mans; todas tuvieron algo de especial menos Sebring”, ríe.

Sobre Le Mans y el título, con ¿cuál se queda?

“Es una pregunta sumamente difícil (ríe), haré el esfuerzo de contestar… Le Mans. Y te voy a explicar por qué: desde niño, cuando tuve mi inicio en el automovilismo en el cartismo, uno va trazando sus metas y a lo que aspira, en mi caso y seguramente en el de la mayoría, soñar con la Fórmula 1; no se dio, pero llegué a la Champ Car World Series, que era igual o más popular en América, porque la Fórmula 1 vivía una época bastante aburrida por el dominio de Ferrari y (Michael) Schumacher, entonces, había mucho más afición y apoyo a la Champ Car, pero un sueño que siempre tuve fue correr Le Mans; deja el ganarla, el participar, porque Le Mans es la carrera más grande del mundo, la que más tradición tiene. Creo que todos los pilotos sueñan con participar en Le Mans, entonces, hacerlo en seis ocasiones y en cuatro de ellas estar muy cerca del podio y en dos estar en el podio y en uno de ellos, la victoria… Diría que eso sería lo máximo en mi historia como piloto”.

Un año sin arrepentimientos

En una temporada en la que se mantuvieron en el podio, habría pocas cosas que reprochar y, sobre ello, Roberto tiene claro que solo en la primera carrera, en Sebring, fue una pesadilla y no por error del equipo, de él, sino por cómo se dieron las cosas.

“Hubo varias decisiones con las que hasta la fecha yo no estoy de acuerdo y considero que fueron errores, dos de ellos nos perjudicaron muchísimo: uno fue en la curva tres, entrando a la curva uno, me chocan por detrás, hago un trompo y caigo al último lugar; luego, 15 o 20 vueltas más adelante, me llaman a pits a cumplir una sanción de un ‘drive through’, un verdadero error, porque fui golpeado por detrás, no cambié la trayectoria ni nada, creo que se confundieron de coche. Cuando dan la sentencia no puedes pelear y tienes dos vueltas para cumplir la sanción o quedas descalificado. A la fecha sigo diciendo que fue un error (…) es un momento que me llenó de coraje y luego al final de esa misma carrera fue suspendida con bandera roja, pero el oficial de carrera decidió reiniciar bajo el safety car y la siguiente vuelta terminó, pero los resultados los tomaron como si la carrera no hubiera reiniciado, entonces, al no contar la última vuelta en la que éramos cuartos, el resultado oficial que nos dieron fue sexto, una pesadilla”.

Will, la pieza que completó el engranaje

Después del retiro de Anthony Davidson el año pasado, muchos pilotos se acercaron al mexicano para formar parte del auto 38 de Jota.

“Tuve muchas propuestas de grandes grandes pilotos como Nyck De Vries (campeón de la Fórmula E), él era uno de los que estaba arriba de la lista; Pietro Fittipaldi, inclusive Esteban Gutiérrez; había una lista de mucho talento, pero en esta ocasión no quise ser egoísta y yo seleccionar, porque anteriormente yo había elegido a Antonio y a Anthony sin la opinión de nadie”.

Para la llegada de Will Stevens, en la decisión participaron los ingenieros, con quienes se hizo un análisis de cada uno de los pilotos, del potencial, de las habilidades, capacidades y el estilo de manejo.

“No diría que Will es la pieza que faltaba, porque es una construcción de varios años de Antonio, Anthony y yo, pero su ventaja era que ya había corrido con Jota. Él vino a sumar a todo lo que ya se había hecho, porque fui muy determinante con el equipo y les dije: ‘No me hagan ningún cambio, no quiero que cambien a ningún mecánico o ingeniero para poder seguir construyendo’”.

Festejo postergado

Roberto explica que el ser campeón también tiene su proceso, el cual es “curioso y complicado”, a veces “tedioso”, pues una vez que se cruza la meta van a festejar al podio, pero después “viene una serie de entrevistas, fotos y videos, por lo que llegamos al pit casi una hora y media después para celebrar con los mecánicos. Es algo muy bonito, porque todo mundo estaba 100 por ciento entregado al esfuerzo y pusieron el máximo de sí mismos, entonces, el haberlo logrado no era solo de los pilotos, sino de todos”.

En cuanto al agobio que puede llegar a tener de parte de los aficionados, quienes buscan tomarse una foto con sus ídolos o acercárseles, Roberto explica que entiende la euforia colectiva, pues es parte del reconocimiento y sin estos apoyos el deporte no existiría.

“Uno tiene que entender, a veces sí, a veces es tedioso y cansado; imagínate: después de ocho horas de carrera, en la que inicias muy temprano y terminas después de las 11 de la noche tras un montón de actividades, sí es cansado, pero es parte de, hay que reconocerlo y vivirlo”.

En cuanto a cómo se festejó, el mexicano mencionó que fue con tequila y mezcal, que no faltó en ninguna de las carreras de la temporada. “Siempre estaba todo mundo esperando a que yo llegara para que abriéramos las botellas de tequila y mezcal. Fue algo muy bonito, porque, pues, celebramos también con el ‘crew’ del 28, el otro coche. Hubo un discurso del director de mecánicos, estuvo muy padre y al día siguiente fue la ceremonia de premiación del campeonato, otro día más de festejo… echando fiesta hasta las cuatro de la mañana”, ríe.