Reservar una parte de nuestros ingresos ordinarios y guardarla para necesidades futuras puede ser sencillo cuando disponemos mensualmente de una suma holgada de dinero para afrontar nuestros gastos, pero es muy complicado si nos cuesta “llegar a fin de mes”. Una especialista explica cómo lograr esta “hazaña”
¿Le gustaría ahorrar, pero no lo consigue? ¿Desearía tener un “colchón de dinero” para amortiguar los gastos imprevistos que sabe por experiencia que tarde o temprano llegarán, o disponer de una suma para darse algún gusto más adelante? ¿No sabe cómo economizar y le parece un objetivo inalcanzable?
A pesar de que nuestro sueldo no nos permita llegar de manera holgada a final de mes, hay maneras de mejorar nuestra situación financiera y ahorrar una parte de nuestros ingresos mensuales, de acuerdo con Ana Rueda, profesora de la Universidad Carlemany (www.universitatcarlemany.com) y socia fundadora de la consultora Lemon Economists (https://lemoneconomists.com).
“En gran medida, esto puede conseguirse adecuando algunos hábitos de conducta que hemos podido adquirir con el paso del tiempo y que tienen repercusión en nuestra economía doméstica sin que seamos conscientes de ello”, asegura Rueda, economista y docente especializada en Economía y Empresas.
En primer lugar, “deberás analizar tu situación económica actual, ser consciente del punto de partida”, aconseja.
Para esta tarea recomienda “obtener un extracto de los movimientos de nuestra cuenta bancaria durante los tres últimos meses, lo que permite incluir las facturas bimensuales y analizar todos los ingresos y gastos en que se incurre cada mes”.
En este análisis se podrán diferenciar los ingresos fijos y los variables (si los hubiera), así como los gastos fijos y los variables (compras, ocio, caprichos), que son los gastos que resultará más fácil ajustar, según Rueda.
También detectaremos diversos tipos de gastos, que nos suelen pasar desapercibidos, de acuerdo con esta experta.
Los “gastos hormiga”, gastos pequeños que suelen producirse de manera inconsciente y repetirse con facilidad, sin planificarse, como tomar una comida espontánea, un café a media mañana, comprar golosinas o ir una tarde al cine, se van acumulando y a final de mes pueden suponer un importe considerable, explica.
Para evitarlos, Rueda sugiere “preparar en casa una comida apetitosa en vez de comer fuera, o infusiones o café para llevarlos al trabajo y tomarlos a media mañana, y dejar las salidas para el fin de semana, evitando los restaurantes como costumbre y yendo a estos establecimientos de modo planificado y aprovechando las ofertas, descuentos o promociones”.
Otro tipo de gastos en los que podemos incurrir mensualmente sin darnos cuenta son los denominados “fantasma”, que pueden ser suscripciones o cuotas domiciliadas en nuestra cuenta corriente y que se cargan automáticamente sin que seamos conscientes del coste total que representan, según Rueda.
“Debemos valorar si sacamos provecho de ese tipo de gastos o debemos prescindir de ellos, en función de nuestra situación económica y de lo que nos hayamos propuesto ahorrar”, señala.
Al analizar nuestros ingresos y gastos, podremos sopesar diversos aspectos y hábitos de nuestra vida, que nos dificultan o impiden ahorrar, y, en algunos casos, llegar a fin de mes, añade.
Ahora, estaremos preparados para configurar un presupuesto anual, teniendo en cuenta los ingresos de cada mes, los gastos mensuales innegociables y los gastos que pagamos una vez al año, como las cuotas de seguros del hogar o del coche, señala.
El análisis anterior nos facilitará establecer nuestro objetivo de ahorro mensual para cubrir los gastos mensuales y anuales, y poder disponer de un remanente de dinero que nos aporte cierta estabilidad a largo plazo o nos permita amortizar deuda en periodos en que suben los tipos de interés financiero, puntualiza.
Rueda enumera a continuación algunas pequeñas acciones que nos ayudarán a reducir nuestros gastos mensuales sin que sea muy perceptible en nuestro día a día y que repercutirán de manera positiva en nuestra salud financiera.
1. Planifica menús sencillos para toda la semana y confecciona la lista de la compra para la alimentación en función de los ingredientes que necesites, procurando comprar las cantidades justas para cada menú, para evitar el desperdicio de alimentos.
2. Si consumes productos de primeras marcas, busca alternativas de menor coste y buena calidad, y procura reducir la adquisición de productos que no sean de primera necesidad, lo cual tendrá un impacto apreciable en el total de tus facturas de supermercado.
3. Analiza tus facturas de suministros y servicios (gas, electricidad, Internet, telefonía) para ver qué te ofrece tu actual proveedor y qué la competencia, para pasarte a la compañía que te ofrezca las mejores condiciones, si fuera necesario.
4. Habla con tus proveedores de seguros (casa, coche, salud) para intentar renegociar tus contratos y reducir tus cuotas anuales, o bien plantéate cambiar de compañía, eligiendo una más económica y con un servicio adecuado a tus necesidades.
5. En lugar de solicitar financiación para incurrir en gastos relacionados con experiencias, tenla en consideración para adquirir activos con los que puedas obtener alguna rentabilidad futura, por ejemplo, inversiones en inmuebles, entre otros.
6. Recuerda que los intereses que generan los préstamos pueden comprometer tu situación financiera y, por consiguiente, tu nivel de ahorro. Por eso, evita usar tarjetas de crédito o fíjales un límite a tus necesidades de consumo, previamente ajustadas.
7. Establece unos objetivos de ahorro y relaciónalos con un horizonte temporal concreto, ya sea la compra de una vivienda o un coche, los estudios de tus hijos, tu jubilación, o simplemente tener un remanente de seguridad para los gastos imprevistos.
8. Configura una transferencia mensual desde tu cuenta corriente a una de ahorro (depósito a plazo, plan de pensiones u otras inversiones), dado que los intereses que proporcionan estos productos pueden ayudarte a alcanzar tus objetivos de ahorro.