Hace 10 años, un joven brasileño aterrizaba en Europa con la intención de convertirse en el mejor del mundo. Tras su paso por Barcelona y el PSG, en los que ha alternado luces y sombras, Neymar busca recuperar su mejor nivel
Neymar Junior (Mogi das Cruzes, Sao Paulo, 1992), la perla de la cantera del Santos desde que tenía 11 años y al que hicieron debutar en la máxima categoría a los 17, en marzo de 2009, acabó recalando en el Barcelona hace 10 años, el 3 de junio de 2013. Ese día firmó por cinco temporadas y desató la locura de los 57 mil aficionados que lo aclamaron en el Camp Nou.
De su maravilla se hacían eco ya en 2005, cuando se le apodaba “O novo Robinho”, por el fantástico parecido físico con el nuevo jugador del Real Madrid, pero de Ney destacaban su letalidad, finalizando las jugadas de gol, y su derroche de técnica de alta pureza.
Pretendido por el Real Madrid o el Barcelona, y desde la Premier por el Manchester United o el Chelsea, llegaron a ofrecer el pago de su rescisión contractual de 45 millones de euros, pero el Santos se resistía; sin embargo, ante la insistencia de alguno de ellos, no dudó en firmar en noviembre de 2011 un contrato que le garantizaba la permanencia hasta el Mundial de 2014.
Etapa en brasil
En su corta carrera antes de salir para el futbol europeo, creció como goleador: 172 goles, 21 de ellos con la selección absoluta, y levantó con el Santos la Copa Libertadores de 2011, tres Campeonatos Paulistas (2010 a 2012), la Copa de Brasil (2010) y con la “canarinha” el Campeonato Sudamericano sub-20 (2011) y la plata olímpica de Londres 2012. Su explosión se produjo en 2010, pero el seleccionador Dunga, que no lo llevó al Mundial de Sudáfrica, tuvo que soportar la presión de la afición y la prensa que se lo exigía.
Valoraban en el jugador los regates imprevisibles, velocidad explosiva, descaro, versatilidad de cara al gol o generosidad en las asistencias, pero en su contra pesaba su menuda talla: delgado y con 1.74 metros de estatura, era blanco fácil de las cargas de los defensas más corpulentos.
Sin embargo, su salida del Santos se precipitó y se adelantó un año. Las negociaciones entre blaugranas de Sandro Rosell y el club se aceleraron durante la primera mitad de 2013, fase en la que también pujó el Real Madrid, y todo finalizó el 25 de mayo, cuando el jugador anunció que se iría a la Ciudad Condal.
Allí le esperaban Messi, Xavi o Iniesta, componentes que venían precedidos por la gloriosa etapa de Guardiola (2008-12), con dos Copas de Europa (2009 y 2011) o el “sextete” de 2009.
El club cifró inicialmente su llegada en 57.1 millones de euros, el segundo más caro en la historia del club, tras el del sueco Zlatan Ibrahimovic (69.5 millones), pero tras este anuncio comenzó un largo enredo de contratos y cantidades en los tribunales, que en enero de 2014 se cobró la dimisión del presidente Rosell, para luego conocerse que el montante real del fichaje era de 86 millones.
Antes de incorporarse a la plantilla blaugrana del “Tata” Martino, ese mes de junio de 2013 Neymar brilló en la Copa Confederaciones, en la que deleitó a los “torcedores” brasileños. Naymar fue el mejor jugador de todos los partidos, incluida la final, en la que derrotaron a España, y sus cuatro goles le dieron la Bota de Bronce.
A los pocos días inauguró su palmarés blaugrana con la Supercopa de España, enfrentamiento con el Atlético de Madrid en el que marcó su primer gol. Dio más alegrías a la afición culé durante cuatro campañas con Luis Enrique como director del equipo y a punto estuvieron de recuperar el pleno de títulos en 2015; se quedaron en cinco, entre ellos, la Liga de Campeones, en la que compartió la Bota de Oro con Messi y Cristiano Ronaldo, con 10 goles.
El susto lo dio en el Mundial de Brasil de 2014, cuando un rodillazo en la espalda del colombiano Zúñiga estuvo a punto de romper su carrera, al fracturarle una vértebra, pero volvió a jugar a los dos meses. Ante su público, en 2016 fue oro olímpico en Río de Janeiro.
Cuando aún le quedaba un año de compromiso, se convirtió en el capricho del catarí Nasser Al-Khelaifi, propietario del Paris Saint-Germain, que no dudó a comienzos de agosto de 2017 en hacer efectiva su cláusula de rescisión de 222 millones de euros para que fuera la piedra de toque de su proyecto de conquista del futbol europeo, con lo que se convirtió en el fichaje más caro en la historia del balompié.
Atrás dejaba 192 partidos con el Barcelona, en los que había marcado 109 goles, y adornado su palmarés con esa Copa de Europa, dos Ligas, tres Copas del Rey o un Mundial de clubes, entre otros títulos.
París, sin títulos internacionales
El proyecto parisino, dirigido sucesivamente por Unai Emery, Thomas Tuchel, Mauricio Pochettino y Christophe Galtier, no ha llegado a brillar en el mundo UEFA, pese a disponer del tridente más letal que completa con Kylian Mbappé y Messi. En Francia lo han conseguido todo, pero fuera solo han sido finalistas de la Liga de Campeones de la pandemia, en 2020.
A este descontento por la falta de trofeos internacionales se suman en lo personal sus reiteradas lesiones o su descuidado y alegre modo de vida.
Pese a estas sombras, no se pueden ocultar las luces de su capacidad goleadora, con 118 goles en 173 partidos, o su generosidad en pases de gol. En el dique seco desde marzo por una lesión, ya se empieza a hablar de la reconstrucción de un PSG exitoso, pero sin él ni Messi.