La reducción que en los últimos 10 años se ha registrado en el estado del área disponible para siembra de maíz representa un riesgo, ya que podría generar la pérdida de la soberanía alimentaria de dicho grano en la entidad, refirió Adán Mercado Luna, coordinador del campus Concá de Ingeniería Agroindustrial de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
De cara a la celebración del Día Nacional del Maíz, el 29 de septiembre, el especialista explicó que la pérdida de la superficie de siembra de maíz o “milpas” obedece al crecimiento de la mancha urbana a través de cambios de uso de suelo que se autorizan para la construcción de fraccionamientos; esto, a partir de la venta de los terrenos de uso agrícola por parte de productores propietarios o ejidatarios a empresarios inmobiliarios.
“Hoy vemos una mancha urbana que día a día limita más los espacios productivos. Donde antes había ranchos que sembraban maíz para grano de forraje, hoy vemos fraccionamientos. Hay una zona aquí viniendo por Los Héroes, anteriormente yo recuerdo que era un rancho lechero donde se sembraba maíz. Tenemos por el lado de La Griega, hoy los ejidatarios ya están vendiendo terrenos a la iniciativa privada y, antes, esos terrenos tenían uso agrícola; eso es en el valle agrícola de Amazcala. Por el lado de San Juan del Río, son situaciones muy similares, donde por Santa Matilde están creciendo fraccionamientos”, detalló.
En primer lugar, Mercado Luna señaló que el costo de inversión para la producción de maíz es alto y puede llegar a 50 mil pesos por hectárea de riego. Y, por el contrario, dijo que el precio de venta del productor es de seis o siete pesos por elote.
“El costo de inversión y el rendimiento promedio que debe andar en aproximadamente entre 12 y 14 toneladas es un costo alto y un beneficio muy poco. Prácticamente por hectárea al productor le anda quedando entre los 18, 20 mil pesos, en un ciclo de producción de tres meses, que es el ciclo del maíz. Entonces, desde el punto económico, sí son bajos los ingresos y probablemente eso lleve a los agricultores a vender sus parcelas”, apuntó.
Por otro lado, mencionó que en el estado de Querétaro, en el sector primario, se “batalla” por conseguir mano de obra, que está siendo absorbida por el gremio industrial con nuevas fábricas que se posicionan a nivel local, nacional e internacional, aseveró.
“Y el campo queretano sufre por la mano de obra. Cuando hay necesidad de contratar trabajadores se traen de otros estados y eso incrementa también los costos”, agregó.
Precisó que otro factor son los hábitos de consumo, pues puntualizó que a lo largo de los años la población “dejó de lado” la producción artesanal de los alimentos que derivan del maíz; el principal, dijo, la tortilla.
“A nosotros, como cultura, se nos hace más fácil ir a la tortillería a adquirir el producto cuando anteriormente había toda una cadena artesanal, donde de la milpa se cosechaba y se elaboraba la tortilla. Hábitos y costumbres son parte de la dinámica de la sociedad”, añadió.
Subrayó que la mayoría de los insumos que se utilizan para la producción comercial de los derivados del maíz son productos importados que se cotizan en dólares y, eso, dijo, desmotiva que los sistemas de producción local crezcan en superficie.
Explicó que, además del perjuicio a la soberanía alimentaria del maíz, otro de los riesgos que se corre con la disminución de la superficie para siembra en la entidad es la pérdida del patrimonio para los agricultores, pues indicó que las parcelas que venden a constructores son tierras que les fueron heredadas como cultura, forma de vida o de producción de alimento.
“El primer riesgo es que perdamos soberanía alimentaria que nos va a meter en un mercado de consumismo a corto plazo. Al ser dependientes de granos básicos estamos importando granos para suplir un déficit, también veo un riesgo en la calidad del producto. Muchas veces los granos que se importan del extranjero no son granos que traen la garantía nutricional debido a que muchas veces son cosechados y almacenados de varios ciclos atrás y llegan rezagados, no de temporada”, advirtió.
Informó que, en el estado, para la tortilla se siembra maíz blanco en sus diferentes variedades. También se cuenta con maíz amarillo, que es uno de los más demandados en la industria de producción de carne para las aves y para el ganado de engorda.
“De ahí tenemos el maíz morado, que es para comidas más selectas, para algunas bebidas o harinas especiales, sin dejar de mencionar el maíz rojo, que se cotiza para elotes preparados y que tienen como base semillas criollas de Amealco o Arroyo Seco”, enfatizó.
Confirmó que San Juan del Río, Corregidora y la delegación de Santa Rosa Jáuregui, del municipio de Querétaro, son los puntos más significativos en cuanto al cultivo de maíz blanco.
Hizo un llamado a los productores locales a recuperar el espíritu de rescate de las semillas endémicas o criollas; para tal finalidad, indicó que la UAQ, a través del proyecto de “Corredor Regional de Sustentabilidad” desarrolla diversos planes en colaboración con el gobierno estatal.
Sostuvo que en el campus Arroyo Seco de la universidad se realizan acciones para rescatar semillas criollas de maíz; para ello, dijo, permanecen en vinculación con la localidad de Concá.
“Nosotros apelamos por el rescate de una cultura con maíz criollo que, además, requieren menos insumos, están adaptados a las regiones del estado y, con mínimo de recursos naturales, se obtienen maíz y granos de calidad”, apuntó.
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