Las ondas captadas por la antena de un radio se convierten en un noticiario matutino, de tal manera que, sin aquellas, la voz del locutor jamás se escucharía en la bocina. Lo mismo se considera de la mente, pues sin ella el cerebro simplemente no produce ideas. Entonces las ideas son en sí mismas y el cerebro solamente las capta de cierta manera limitada.
Este punto de vista milenario fue formalizado por Platón, quien, en Fedón, uno de sus diálogos, expresa que si queremos saber verdaderamente alguna cosa, es preciso prescindir del cuerpo (el cerebro) y que sea el alma (la mente) sola la que examine los objetos que quiera conocer.
“La misma razón lo dice, porque si es imposible que conozcamos algo puramente mientras que estamos con el cuerpo, es preciso una de dos cosas: o que nunca se conozca la verdad o que se la conozca después de la muerte, porque entonces el alma se pertenecerá a sí misma libre de esta carga, mientras que antes no”, se lee en Fedón.
La descripción de Platón no es compartida por la psiquiatría moderna, la cual más bien postula que la mente es el resultado del funcionamiento de un órgano, es decir, el cerebro, como lo explica a continuación Julia Esperanza Zamora Aguilar, psiquiatra y directora médica de una clínica de salud integral ubicada en Juriquilla, Querétaro.
“La mente es al cerebro lo que la orina es al riñón: es lo que produce el órgano. Desde la perspectiva psiquiátrica, no puede haber mente sin cerebro, para que exista la mente debe existir un cerebro, y un cerebro que no esté sano puede generar trastornos mentales”.
En este sentido, la psiquiatría reporta que padecimientos como la depresión, la esquizofrenia o la ansiedad se asocian con bases biológicas como desequilibrios químicos o algunas alteraciones estructurales del cerebro.
Sin embargo, Zamora Aguilar reconoce la posibilidad de que una persona tenga un cerebro físicamente sano y, a la vez, experimente dificultades mentales. He ahí el dilema no resuelto por la ciencia experimental: la mente no puede reducirse exclusivamente al cerebro.
“Porque la salud mental no solamente abarca el aspecto físico del cerebro, sino otros aspectos, como las interacciones sociales y la manera en que se interpretan los sucesos del entorno. El ambiente también nos modifica y de esta observación surge el concepto de humano como ser biopsicosocial”.
Esto quiere decir que no importa si una persona cuenta con un cerebro perfecto, mientras no sea adecuada su forma de enfrentar las situaciones de la vida cotidiana, lo cual puede desencadenar algún trastorno mental.
“No se conocen todas las causas de los padecimientos mentales, aunque se ha tratado de comprenderlos a través de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos”, aclara esta especialista.
Lo mismo opina Guillermo Ramírez Zavala, presidente de la Comisión de Honor y Justicia del Colegio Oficial de Psicólogos del estado de Colima, en el sentido de que no todos los padecimientos mentales tienen causas neurobiológicas identificables.
“Por ejemplo, factores psicosociales como el estrés, el trauma o el entorno familiar también pueden desempeñar un papel importante en el desarrollo de trastornos mentales”, detalla.
En resumen, el cerebro es un órgano físico que forma parte del sistema nervioso central y está compuesto por células nerviosas llamadas neuronas, mientras que la mente es más compleja, pues engloba los procesos que no se pueden reducir a interacciones físicas medibles en un laboratorio.
En cuanto a lo establecido por Platón sobre el alma y el cuerpo, Julia Esperanza Zamora dice que eso pertenece más al ámbito de la filosofía, la religión o la espiritualidad que al campo de la ciencia experimental.
“Aunque la psiquiatría no estudia el alma (al estilo de Platón), sí le toca averiguar cuáles son las creencias de los pacientes, para tomarlas en cuenta durante el tratamiento”, añade.
En este mismo tenor, Guillermo Ramírez asevera que la psicología es una disciplina que se centra en el estudio del comportamiento humano y los procesos mentales utilizando métodos empíricos y teorías fundamentadas en evidencia.
“En general, la psicología no se ocupa del alma o el espíritu, ya que estos términos no se encuentran tan relacionados con datos experimentales sobre el funcionamiento de la mente y el comportamiento humano”, precisa este experto.
Pareciera que la ciencia moderna ha desestimado en cierta medida a Platón, quien, sin pruebas experimentales, sí resolvió el dilema entre mente y cerebro. Influida por la filosofía, Karla, de la Ciudad de México, cuenta que ha logrado disminuir el insomnio provocado por las presiones laborales a través del hábito diario de la meditación, del cual comparte lo siguiente:
“Es como hacer una limpieza de la mente, así como cuando se saca la basura de la casa, pero el cerebro no se limpia, porque sigue trabajando igual; es más, si se limpiara, creo que sería dañino, de ahí que cuando alguien dice ‘te hicieron un lavado de cerebro’, se entiende como algo malo”.
Quizá en descripciones como la de Karla, algún día se encuentre la clave que desenrede la misteriosa trabazón entre mente y cerebro. El tiempo lo dirá.
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