Niños y adolescentes hacen uso de las redes sociales como una vía de escape ante problemas personales, lo que indica el nefasto “papel emocional” que este tipo de plataformas ejerce en la gestión de las dificultades que pueden atravesar en esta etapa de la vida.
Así lo revela el informe “Infancia, adolescencia y pantallas”, elaborado por el Centro de Investigación de la Infancia y la Adolescencia de la Universidad Miguel Hernández (UMH), junto con otros documentos recientes que abordan los problemas psicológicos en la infancia y la adolescencia.
En lo referente al uso de las pantallas, ha dado a conocer los hábitos de uso de las tecnologías y los factores psicológicos que los afectan. Los datos revelan que el 56 por ciento de los adolescentes y el 50 por ciento de los niños utilizan las redes sociales como una estrategia para olvidar problemas.
Estas cifras muestran que la adolescencia es una etapa en la que “se tiende a buscar más refugio” que durante la infancia en estas aplicaciones, aunque se trata de una estrategia “común” en ambos segmentos de edad.
El impacto de las redes sociales en niños y adolescentes también es elevado si se analiza en sentido amplio: el 93 por ciento usa redes sociales, siendo las más populares Youtube, WhatsApp, TikTok e Instagram.
“Estos datos suponen el inicio del Observatorio Español de la Salud Mental Infanto-Juvenil, una plataforma que recopila y lleva a la sociedad información actualizada sobre la salud mental de niños y adolescentes”, explica la catedrática de Tratamiento Psicológico Infantil de la UMH, Mireia Orgilés, que incide en la idea de ir actualizando los datos con el paso del tiempo para que se puedan tener siempre a mano estadísticas recientes.
Además, el 67 por ciento de jóvenes de nueve a 16 años hace uso de las redes sociales diariamente, porcentaje que alcanza el 95 por ciento durante la etapa de la adolescencia.
Por género, son las adolescentes y las niñas las que usan más este tipo de canales de comunicación (70 frente a 64 por ciento). Además, si se analiza el contenido que se comparte, las chicas (62 por ciento) comparten ‘selfis’ y fotos personales mucho más, casi el doble, que los chicos (38 por ciento).
Este último dato sugiere, según el estudio, “una mayor tendencia hacia la búsqueda de aprobación social entre ellas”.
Otra de las principales conclusiones del estudio es que casi el 60 por ciento de los niños y adolescentes no conoce en persona a los amigos o seguidores que tiene en redes sociales.
Siguiendo con el uso de las nuevas tecnologías, el estudio revela que la edad media de acceso a un teléfono móvil propio es a los 10 años, aunque la más frecuente es un año después, a los 11, y cuanto más se tarde, mejor.
De hecho, casi un ocho por ciento de los encuestados tuvo su primer ‘smartphone’ a los seis o siete años, porcentaje que se eleva hasta el 15.6 por ciento si se tiene en cuenta también el acceso a los ocho o nueve años.
Solo un 1.5 por ciento de jóvenes obtuvo su primer teléfono a partir de los 14 años, revela el citado informe “Infancia, adolescencia y pantallas”.
El estudio también realiza un análisis sobre el uso de los videojuegos en estas edades.
Como detalles relevantes, se desprende que más de un 35 por ciento de los encuestados juega a diario, siendo ellos (52 por ciento) los que hacen un mayor uso de esta forma de entretenimiento que ellas (20 por ciento).
Además, el 63 por ciento afirma utilizar los videojuegos “para liberar un estado de ánimo negativo”, es decir, como vía de escape de sentimientos como tristeza, ansiedad o culpabilidad.
Respecto al abuso de estos productos, el 53 por ciento de adolescentes encuestados afirma no haber podido controlar su uso pese a intentarlo, “lo que ha desencadenado sentimientos de irritabilidad, ansiedad o tristeza en el 46 por ciento”.
El otro estudio, “Problemas psicológicos en la infancia y la adolescencia”, muestra alarmantes cifras.
El 55 por ciento de niños y adolescentes encuestados ha valorado en alguna ocasión quitarse la vida y 18 por ciento admite haber realizado algún intento.
El 32 por ciento de los participantes sí ha considerado realmente en algún momento esta acción o ha realizado planes al respecto. Una espinosa cuestión para la que no hay una clara diferencia de género en las respuestas, aunque hay un mayor porcentaje de chicas que de chicos que prefieren no responder.
Ante estos resultados, el estudio plantea al entorno familiar y educativo un total de siete recomendaciones para mejorar la situación.
Entre ellas, destacan el hecho de que los padres conozcan los hábitos de consumo de sus hijos, que participen responsablemente y les enseñen a manejar la información que circula en Internet, fomentando vías de comunicación activas y abiertas entre padres e hijos.
De igual manera, los más pequeños pueden expresar a sus padres aquellos problemas que les vayan surgiendo con el uso de las tecnologías.
También destaca la regulación del uso de estas herramientas con normas, que a esas edades se necesitan y se agradecen más tarde; hay que tener en cuenta desde el tipo de contenido hasta los horarios, algo que “debe hacerse en conjunto con el adolescente, fomentando su participación en el proceso”.
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