Al interior del Centro Universitario de la UAQ permanece amurallada la comunidad estudiantil que ha decidido participar activamente en la toma de las instalaciones que este domingo cumplió su tercer día consecutivo
Un aire solitario, apenas interrumpido por el caos vial de 5 de Febrero, impera en el perímetro del Centro Universitario de la Universidad Autónoma de Querétaro. Las entradas se mantienen herméticas y, a unos metros de distancia, algunos estudiantes conversan fuera de las tiendas de campaña que instalaron en casa acceso.
Al interior permanece amurallada la comunidad estudiantil que ha decidido participar activamente en la toma de las instalaciones que este domingo cumplió su tercer día consecutivo.
Más allá de su sigilo, las pintas y los carteles de protesta en cada reja y cada muro del campus son el único indicio de su presencia. Exigen justicia, resolución, un alto a la violencia y la renuncia de la rectora, a quien, consideran, le ha quedado grande el caso.
Nos detenemos a la altura de Rectoría y hacemos una seña que pretendemos amistosa. Ellos solo observan, con recelo precavido, pero no se acercan.
Cerca de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales un auto se aproxima. Es un docente de Derecho que visita a sus alumnas, tres jóvenes que abren la reja para recibir comida y un par de bolsas que el profesor ha sacado de la cajuela.
Ellas nos confirman que no darán declaraciones. Acaso responden afirmativamente a la pregunta de si se encuentran bien. “Qué bueno que los alumnos se organicen y se expresen, si hay situaciones de conflicto o injusticias al interior tienen que resolverse”, nos comenta el maestro mientras sus alumnas se alejan.
Bajamos por Hidalgo hasta el acceso principal, ese que recién estuvo en la mira por los actos delictivos registrados en sus inmediaciones. Aquí hay dos mesas largas repletas de comida enlatada, artículos de higiene personal y otros víveres que exige una estadía prolongada.
Han dejado un hueco en la reja empapelada. Nos acercamos y, algo menos suspicaces, los estudiantes expresan su malestar y describen los artículos que requieren para su estancia que, reafirmaron categóricamente, no finalizará hasta que las autoridades resuelvan el caso que propició su lucha.