La Ley de Registro de Alquileres a Corto Plazo, que entró en vigor este martes en Nueva York, solo permite a los anfitriones alojar como máximo a 2 personas a la vez y les obliga a estar físicamente en la vivienda durante la estancia
Si planeas viajar a Nueva York en diciembre, no te plantees alojarte en un Airbnb. La plataforma de alojamientos turísticos por excelencia solo ofrece una decena de camas libres para esas fechas. Y no es porque no haya sitio disponible, sino porque una nueva ley amenaza el negocio.
Los anuncios han desaparecido repentinamente ante el miedo de los anfitriones a ser multados con entre 100 y 1,000 dólares por una primera infracción. No es solo el posible castigo, sino que, simplemente, no pueden ofertarse sin una licencia otorgada por la ciudad.
Pero esto no es lo más grave. La Ley Local 18, también conocida como Ley de Registro de Alquileres a Corto Plazo, que entró en vigor este martes, solo permite a los anfitriones alojar como máximo a dos personas a la vez y les obliga a estar físicamente presentes en la vivienda durante la estancia, que no puede superar los 30 días.
Además, tanto el hospedador como los visitantes están obligados a dejar las puertas abiertas, más bien no cerrarlas con llave, para que los ocupantes puedan acceder en todo momento a todas las habitaciones.
Queda descartada totalmente la posibilidad de alquilar un apartamento entero.
Si no se cumple con todas estas exigencias, no habrá forma de conseguir una licencia por parte de la Oficina de Ejecución Especial (OSE) de Nueva York para operar en Airbnb y otras plataformas similares como Booking.com o Vrbo. La solicitud cuesta 145 dólares. Si se consigue, la vivienda tendrá un número de registro que aparecerá en el listado online del anfitrión.
“Lo que están haciendo en Nueva York es básicamente cerrar Airbnb”, declaró al Washington Post Lisa Grossman, una agente de viajes que durante años ha alquilado su casa de Manhattan como alojamiento turístico. Los foros privados de anfitriones ardían el martes. “Estoy petrificado”, decía uno. “Después de 30 días, los huéspedes se convierten en inquilinos, será difícil echarlos”, alertaba otro.
Tras una década de crecimiento de estas plataformas sin apenas restricciones, ser anfitrión se había convertido en un negocio lucrativo y un trabajo a tiempo completo para miles de personas en la ciudad, pero la vida tal como la conocían terminó el martes.
Respuesta de Airbnb
La nueva regulación fue recibida por Airbnb, con sede en San Francisco, California, con un comunicado de parte de Theo Yedinsky, director de política global de la plataforma. “Las nuevas normas son un duro golpe para su economía turística. La ciudad está enviando un mensaje claro a millones de visitantes potenciales que ahora tendrán menos opciones de alojamiento cuando visiten la ciudad: no son bienvenidos”, dijo, tras asegurar que han trabajado “duro” con las autoridades para llegar a un acuerdo.
Los que tengan una reserva hecha con antelación a la ley no tienen por qué preocuparse. La compañía ha anunciado que respetará las realizadas antes del 5 de septiembre para estancias hasta el 1 de diciembre. Los huéspedes recibirán un reembolso de la tarifa del servicio.
Después de esa fecha final, Airbnb cancelará y reembolsará las reservas en propiedades no certificadas.
“No queremos arruinar la visita de la gente a su abuela por su cumpleaños, por lo que no cancelaremos las reservas en ese periodo”, dijo Nathan Rotman, gerente senior de políticas públicas de Airbnb.
La ciudad de Nueva York (y sus alojamientos) tienen una gran demanda. Más de 56 millones de personas visitaron los cinco condados en 2022 y se espera que este año finalice con hasta 63 millones de viajeros, según Turismo y Convenciones de la ciudad de Nueva York. Los alquileres a corto plazo generaron 85 millones de dólares, según cifras The New York Times.
Los grandes beneficiados se espera que sean los hosteleros, pero a costa de un aumento de precios para los visitantes. Nueva York tiene cerca de 127,000 habitaciones de hotel con una tarifa diaria media desde enero hasta julio de 264 dólares, un 16% más caro que en el mismo periodo de 2019, antes de la pandemia, según cifras de la firma de análisis del sector STR.
Pero lo que espera favorecer la ciudad con esta nueva ley es la escasez de vivienda, que ha disparado los precios de los alquileres y ha expulsado a mucha gente de sus casas desde el retorno masivo que se produjo tras la vuelta a la normalidad.
Michael McKee, miembro del Comité de Acción Política de Inquilinos, anticipa que miles de unidades que se alquilan a corto plazo “volverán al mercado de alquiler residencial” durante el próximo año, lo que a su vez ayudará a mitigar la crisis de vivienda de la ciudad.
El alcalde de Nueva York, Eric Adams, tiene un plan para construir 500,000 nuevas viviendas para 2032. Pero la ciudad necesita 560,000 viviendas nuevas hasta 2030 para satisfacer la demanda actual y futura. En junio, había 22,434 anuncios para alquilar habitaciones o pisos enteros de corta duración en Airbnb, según la web Inside Airbnb. Hoy, solo quedan una docena.