La muerte de la jueza liberal Ruth Bader Ginsburg, quien falleció el pasado viernes a los 87 años de edad, abrió una codiciada vacante en la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos
La carrera por la Casa Blanca se calentó el domingo luego de que la decisión de Donald Trump de nominar muy pronto su opción para integrar la Corte Suprema recibiera una dura crítica de su rival demócrata, Joe Biden, quien insistió en que se debe esperar a las elecciones del 3 de noviembre.
Empeñado en afianzar el bando conservador de la Corte, Trump dijo el sábado que esperaba anunciar la próxima semana quién sucederá a la jueza liberal Ruth Bader Ginsburg, fallecida el viernes a los 87 años. Indicó que “será una mujer”, aunque acotó aún no había tomado su decisión.
La determinación de Trump de llenar esa vacante antes de las elecciones generó el rechazo de los demócratas, desesperados por evitar que el presidente, que busca la reelección, mueva la corte hacia la derecha de forma duradera.
Biden, en un acto en Filadelfia el domingo, pidió a los senadores no someter a votación el reemplazo de Ginsburg “hasta que los estadounidenses hayan podido escoger a su próximo presidente y su próximo Congreso”.
Según la Constitución de Estados Unidos, el presidente nomina a los jueces de la Corte Suprema, cuyos cargos son vitalicios, y el Senado debe confirmarlos.
En el Senado los demócratas son minoritarios: ocupan 47 de los 100 escaños.
Pero luego de que dos senadoras republicanas, Lisa Murkowski, de Alaska, y Susan Collins, de Maine, manifestaran su oposición a una votación apresurada, las probabilidades se achican para la apuesta del mandatario.
Ambos partidos ya se están preparando para una ardua batalla en un año ya marcado por una votación de juicio político contra Trump, la pandemia de COVID-19 y un colapso económico contundente.