Todavía a principios de este 2021, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) consideraba que en el mundo laboraban más de 152 millones de niñas, niños y adolescentes. Pero los resultados de su más reciente estudio muestran los estragos de la pandemia de Covid-19 en esa población: hay otros 8 millones adicionales en esta condición, por lo que la cifra de trabajo infantil supera ya los 160 millones.
De esa cifra, 63 millones son niñas y 97 millones son niños. Por si esto no causara el suficiente impacto, en el informe Trabajo infantil: estimaciones mundiales 2020, tendencias y el camino a seguir, la OIT señala que la pandemia frenó todos los esfuerzos para erradicar esta práctica y advierte sobre dos escenarios peores para el siguiente año si no se toman las medidas necesarias. En uno habría 9 millones más para 2022, con lo que la suma llegaría casi a 170 millones.
Pero en el otro, la OIT prevé que 46.2 millones entrarían al trabajo infantil. Es decir, aumentaría casi un tercio de lo que actualmente hay. La latente cifra de más de 200 millones de niñas, niños y adolescentes en el mercado laboral, en la mayoría de los casos en condiciones que ponen en riesgo su vida, se podría conjurar extendiendo la protección social en esa población. Pero “si las medidas de austeridad u otros factores provocan un deslizamiento en la cobertura” las perspectivas empeorarán.
La investigación fue realizada en conjunto con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Su publicación se adelantó al Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se conmemora cada 12 de junio. Destaca que los avances para erradicar este grave problema “se han estancado por primera vez desde hace 20 años”.
La crisis económica causada por la Covid-19 revirtió la tendencia a la baja que existía previamente. Entre 2000 y 2016 el mundo había logrado que 94 millones de niñas y niños dejaran de trabajar. Pero actualmente uno de cada 10 lo hace.
El 6.2% de ellas y ellos vive en América Latina y el Caribe, es decir, 8.2 millones. En África subsahariana está casi una quinta parte de las niñas, niños y adolescentes que trabajan en el mundo. Ahí radica el 24% de la población infantil trabajadora, lo que representa 86.6 millones. De esa cantidad, 16.6 millones comenzaron a laborar a partir de esta pandemia.
De acuerdo con el informe, hubo un “aumento sustancial” en el trabajo infantil de las personas más pequeñas, las niñas y los niños de entre 5 y 11 años. Después de que en 2016 las estimaciones mundiales indicaron una desaceleración, en 2020 se sumaron 16.8 millones más de los que había en aquel año. Además, hay 79 millones, de entre 5 y 17 años, laborando en tareas que son peligrosas para su edad.
Reitera, como lo ha hecho en otros reportes, que el sector agrícola es donde labora la mayor parte de esta población: el 70%, es decir, 112 millones. En segundo lugar es el sector de servicios, que emplea a 20% de las niñas y niños (31.4 millones). En el sector de la industria, con 10%, ocupa el tercer sitio, pues sea aprovecha de la fuerza de 16.5 millones.
Sin embargo, la OIT indica que “la mayor parte del trabajo infantil tiene lugar dentro de las familias”. El 72% de todo el trabajo infantil y el 83% del que se presenta entre las edades de 5 a 11 años se produce ahí, “principalmente en granjas o en microempresas familiares”.
El cierre de las escuelas para guardar la sana distancia y prevenir los contagios de la covid-19 también favoreció el incremento del trabajo infantil. Casi el 28% de quienes tienen entre 5 a 11 años y el 35% de quienes están en una edad de entre 12 y 14 años y se encuentran en situación de trabajo infantil no están escolarizados.
“Las nuevas estimaciones constituyen una llamada de atención. No podemos quedarnos impasibles mientras se pone en riesgo una nueva generación de niños”, señaló Guy Ryder, director General de la OIT, según un comunicado de la organización.
“Es primordial aumentar las inversiones para facilitar el desarrollo rural y promover el trabajo decente en el sector agrícola. Nos encontramos en un momento crucial y los resultados que se obtengan dependerán en gran medida de las medidas de respuesta que adoptemos”.
La crisis económica, el cierre de escuelas, ajustes presupuestarios a escala nacional, todo esto lleva a que las familias se vean obligadas a tomar decisiones muy drásticas, dijo Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef.
Junto con la OIT, ese organismo emitió las siguientes recomendaciones:
La OIT y Unicef han llamado a los gobiernos y a los bancos internacionales de desarrollo a priorizar las inversiones en programas que permitan a las infancias salir de la fuerza de trabajo y regresar a la escuela. Es primordial, apuntan, crear programas de protección social universal que incluya el cuidado de niñas, niños y adolescentes.
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