En el poder desde 2000, Bashar Al-Assad fue reelegido como presidente de Siria con una abrumadora mayoría en mayor pasado; pese a que el país árabe está inmerso en una profunda crisis económica
El presidente de Siria, Bashar Assad, prestó juramento para un cuarto mandato de siete años en el país árabe devastado por la guerra civil, prometiendo superar el impacto de las sanciones económicas occidentales y retomar el territorio que aún no controla después de 10 años de combates.
La ceremonia de juramentación se llevó a cabo en el palacio presidencial y asistieron clérigos, miembros del Parlamento, figuras políticas, oficiales de las Fuerzas Armadas y otros simpatizantes.
El mandatario sirio se reeligió en mayo pasado con una abrumadora mayoría, pero la oposición en la nación árabe y algunos países de Occidente describieron la elección como ilegítima y fraudulenta.
En el poder desde el 2000, su nuevo mandato comienza con un país que aún está devastado por la guerra y se hunde cada vez más en una crisis económica que se agrava. Acusado por los gobiernos de Europa y Estados Unidos por la mayoría de las atrocidades de la guerra, Assad ha enfrentado sanciones cada vez mayores que también apuntan a sus colaboradores cercanos e instituciones estatales.
Assad dijo en su discurso inaugural que todas sus preocupaciones se enfocan en “liberar la tierra y enfrentar las ramificaciones económicas y sociales de la guerra”.
“Siria dio hazañas a la historia, cuyas páginas serán leídas por aquellos que quieren inspirarse de honor, orgullo y dignidad.”
Presidente Bashar al-Assad
17 de julio, 2021👉https://t.co/uKEY3yYSni pic.twitter.com/wJk6gxpR5N
— Agencia siria SANA (@SanaAgencia) July 17, 2021
“Mejorar las cosas es posible, ciertamente posible”, dijo, en su discurso de más de una hora. “La guerra y el asedio no cerraron las puertas por completo… podemos atravesarlas. Solo tenemos que averiguar cómo hacerlo”.
La Organización de la Naciones Unidas (ONU) calcula que más del 80 por ciento de los sirios viven por debajo del umbral de la pobreza. La moneda siria ha ido perdiendo valor y los servicios y recursos básicos son escasos o se ofrecen a precios exorbitantes en el mercado paralelo. Los combates han disminuido en gran medida, pero partes de Siria siguen fuera del control del gobierno y hay tropas y milicias extranjeras desplegadas en diferentes partes del país.
Assad afirmó que los fondos sirios atascados en los bancos libaneses, que calculó entre 40 mil y 60 mil millones de dólares, era un desafío mayor que las sanciones. El Líbano enfrenta su propia crisis económica. Eso priva a Siria de fondos, dijo, y presiona a la libra siria, que ahora se cotiza a alrededor de 3 mil unidades por dólar, en comparación con las 47 libras por dólar al comienzo de la guerra.
Assad cuenta con el apoyo de Irán y Rusia, que enviaron tropas y asistencia que lo apoyaron durante toda la guerra. Las conversaciones dirigidas por la ONU para poner fin al conflicto no han logrado ningún avance.