La violencia armada en Estados Unidos ha batido récords y se ha sitúa en sus niveles más altos de los últimos veinticinco años, según un informe publicado por los Centros de Control de Enfermedades (CDC) este martes.
Según este estudio, en 2020, hubo 19,350 homicidios con arma de fuego en Estados Unidos, un 35% más que en 2019 y el nivel más alto en el último cuarto de siglo, según los datos presentados hoy por los CDC.
El informe de los CDC no incluye datos de 2021, aunque organizaciones como The Gun Violence Archive hablan de una cifra superior a la de 2020: 20,600 muertes por arma de fuego el año pasado.
Las cifras son aún más elevadas en el caso de los suicidios: Según los CDC 24,000 personas se quitaron la vida con un arma de fuego en 2020. Una cifra que The Gun Violence Archive eleva a 24,100 en el caso del año 2021.
Las heridas por arma de fuego están consideradas, “trágicamente, un grave problema de salud pública en Estados Unidos” según explicó Debra Houry, directora adjunta de los CDC, durante una conferencia de prensa telefónica para presentar el informe.
Según explicó Houry, el 79 por ciento de los homicidios y el 53 por ciento de los suicidios en 2020 se produjeron con armas de fuego.
Por grupos raciales, el mayor índice de muertes por homicidios lo tienen los hombres negros, mientras que los nativos americanos son el grupo con mayor índice de suicidios.
En cualquier caso, el doctor Tom Simon, director asociado de los CDC y responsable de la División de Prevención de la Violencia, advirtió de que la pobreza está por encima de la raza como factor influyente en las muertes por armas de fuego en Estados Unidos, ya sean homicidios o suicidios.
Aunque recordó también que son las minorías raciales las que viven en las zonas más pobres del país.
Simon explicó que el estudio no ahonda en las razones de los homicidios y suicidios por arma de fuego en 2020, aunque admitió que entre las “múltiples explicaciones” pueden estar el estrés y las alteraciones que trajo la pandemia, como el aislamiento social, los problemas económicos o la inestabilidad en los hogares.
La pandemia, dijo, pudo incrementar los efectos de otros factores como la precariedad económica, sobre todo entre las comunidades más pobres con minorías raciales.
Al ser tratado como un problema de salud pública, los CDC incluyen en su informe medidas y políticas preventivas para tratar de reducirla, como promover programas en los que trabajadores sociales comprometidos con las comunidades y en contacto directo con ellas ayuden a “cortocircuitar” esta violencia.
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